Un error del pasado me alcanzó y me costó mi familia - Historia del día
Una mujer se enamoró del novio de su amiga, quien resultó ser un monstruo. Las cosas eventualmente empeoran, y ella tuvo que pagar el precio de sus errores en el pasado.
Mi esposo y yo solíamos ser una de esas parejas felices y enamoradas que ves en la calle. Ya sabes, las que están recién enamoradas, tomadas de la mano, besándose cada 5 minutos, riéndose de tonterías.
Sí, esos éramos nosotros. Esa fase duró los primeros años del matrimonio, hasta que Javier comenzó a mostrar un lado que no había visto antes.
Mujer abraza a su pareja y mira al horizonte pensativa. | Foto: Shutterstock
Comenzó por aislarme de mis amigos y familiares. "Quiero tenerte para mí solo", me decía. Y eso me hubiese parecido romántico, de no ser por los insultos y el maltrato.
No siempre fue así. Pero después de casados, comenzó a insultarme de la nada. Si yo no preparaba su platillo favorito, me decía "estúpida", y decía que no servía para nada.
A veces me veía saliendo con una minifalda, y me decía "p**a". "¿Por qué andas vestida como una p**a? ¡Yo no salgo con p**as! ¡Ve a cambiarte!".
Si alguna vez has estado en una relación tóxica o abusiva, sabes cómo se siente. Pueden pasar meses o años antes de que caigas en cuenta de que ese comportamiento no es normal.
A menudo, el abusador cambia de la noche a la mañana, y hace que la víctima se sienta avergonzada y culpable. Eso es lo que pasó conmigo y con mi esposo.
Al principio, pensé que Javier me amaba, y que esa era su forma de demostrar amor. Pero después, las cosas empeoraron. Empezó a llegar tarde a casa, y a veces ni regresaba. Supe que algo andaba mal.
Mujer mirando por la ventana. | Foto: Shutterstock
Yo estaba haciendo todo lo posible para que nuestro matrimonio funcionara, pero él ni lo intentaba. ¡Un día, llegó a las 2 de la madrugada de un miércoles! Olía a alcohol y perfume de mujer. “¿Qué haces llegando a estas horas?", le pregunté.
"¡Eso no es problema tuyo!", me gritó mientras se metía en el baño y abría la regadera. Todo era muy sospechoso. Por eso, no me sorprendió en lo absoluto cuando me llegó un día para tener "esa" conversación.
"No puedo seguir haciendo esto. Estoy saliendo con otra persona, y estoy enamorado. Quiero el divorcio", me dijo.
Fue una conversación fuerte, pero como dice el refrán, guerra avisada no mata soldado. Lo que sí me tomó desprevenida fue lo que sucedió después.
Su amante comenzó a llamarme por las noches, y colgar sin decir una palabra. ¡Hasta llamaba a mi jefe! Una mañana, el jefe me llamó a su oficina y me dijo que alguien le había contado un montón de cosas horribles sobre mí.
Pero la gota que derramó el vaso fue cuando llegó hasta mi hija. Un día fui a buscarla después de la escuela, y vi que tenía una extraña muñeca en las manos. "¿De dónde sacaste eso?", le pregunté.
Muñeca espeluznante. | Foto: Shutterstock
"Una señora me lo dio y me pidió que te lo diera, mami", me dijo. "Bueno, ¡basta ya!", pensé. Tenía que ponerle un punto final a esta situación. Decidí confrontar a la mujer en persona.
"Mi esposo ya me dejó por tu culpa. ¿Qué más quieres de mí?", le pregunté directamente. Ella me miró y respondió: "¡Quiero destruir tu vida! ¡¡Eres un monstruo!!", me dijo iracunda. "¿Qué? ¡¿Pero por qué?!", respondí, confundida.
Mi marido y yo nos conocimos en la universidad. En aquel entonces, él era novio de mi amiga Astrid. Todavía recuerdo el día en que ella me presentó a Javier.
Él comenzó a coquetear conmigo y escribirme mensajes de texto. Yo no quería hacerle daño a mi amiga, pero Javier fue muy insistente.
Un día, nos besamos. Al poco tiempo me di cuenta de que estaba enamorada de él. En ese punto, dejé de pensar en mi amiga. Solo pensaba en Javier. Él le confesó a Astrid la verdad, y ella quedó devastada.
Estaba tan molesta que quería irse de la ciudad. Un par de semanas después, se subió a un avión, pero un accidente durante el aterrizaje la dejó gravemente herida.
Mujer en silla de ruedas. | Foto: Shutterstock
Astrid ya no podía caminar, y había perdido prácticamente todo en su vida: su amiga, su novio, su trabajo, y hasta el poder caminar. Sufrió una fuerte depresión.
Pero Astrid no estaba totalmente sola. Tenía a su hermana, que nunca pudo aceptar el cruel destino de Astrid. Cuando la hermana nos vio a mí y a Javier juntos en la calle, años después, decidió que debíamos pagar.
Al principio, estaba furiosa con Astrid y su hermana por haberme torturado de tantas formas. Pero luego me di cuenta de que ellas no tenían la culpa.
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Supe lo que debía hacer. Por primera vez en muchos años, fui a visitar a Astrid, y le pedí perdón por todo lo que había hecho hace tantos años. Al principio, ella se enfureció al verme, pero al rato aceptó mis disculpas.
Hasta el día de hoy, seguimos siendo amigas. La visito con cierta frecuencia, y hablamos de todo. Me di cuenta de lo mucho que había echado de menos tener amigas.
¿Y Javier? Bueno, Javier nunca está solo. La hermana de Astrid lo vio hace poco siendo infiel con su mejor amiga. ¡Hay cosas que nunca cambian!
Triángulo amoroso. | Foto: Shutterstock
¿Qué podemos aprender de esta historia?
Siempre confía y da prioridad a tus amigos por encima de tus relaciones románticas. Javier desde un principio daba señales de alerta, como coquetear con las amigas de su novia. De haber prestado más atención a la experiencia de Astrid, su amiga no habría sufrido tanto en manos de Javier.
Cosechamos lo que sembramos. Nunca hagas a los demás lo que no quisieras que te hicieran a ti. Al robarse el novio de Astrid, su amiga hizo un daño que terminó siendo devuelto por el destino.
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