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Nunca podré tener hijos, y es culpa de mi esposo - Historia del día

Diego Rivera Diaz
25 oct 2021
11:30

Tuve un accidente que me dejó graves heridas y afectó mi sistema reproductivo. Fue culpa de mi esposo, y no he podido perdonarlo por lo que hizo.

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Carlos y yo nos acabábamos de casar y éramos muy felices juntos. Él era mi primer amor. Nos conocimos en la facultad, y después de algunos años de noviazgo, nos mudamos juntos y nos comprometimos.

No solíamos discutir, pero cuando lo hacíamos, era explosivo. Tanto Carlos como yo tenemos personalidades muy fuertes y somos bastante tercos, imaginarás lo que es eso.

Pareja discutiendo. | Foto: Shutterstock

Pareja discutiendo. | Foto: Shutterstock

En una de esas discusiones ocasionales, las cosas se pasaron de la raya. No recuerdo cuál fue el motivo original de la pelea, pero sí que se volvió terrible.

Eché a llorar y salí corriendo bajo la lluvia torrencial. Quise cruzar la calle, pero de golpe me vi con un auto de frente. Todo pasó en una milésima de segundo.

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Lo único que recuerdo fue oír a un hombre gritar: "¡Por favor, necesitamos ayuda aquí, ella está herida!".

Me llevaron al hospital. Desperté con el brazo izquierdo enyesado. Minutos después, un médico entró a verme y me dio la peor noticia que he recibido en toda mi vida.

"Lo siento, pero el impacto de la colisión lesionó gravemente sus trompas de Falopio. Me temo que no podrá tener hijos, pues serían embarazos de muy alto riesgo", explicó el galeno.

Llamé a Carlos, y vino a verme al hospital. Estaba nervioso, y me di cuenta de que algo le pasaba. Le pregunté directamente. "¿Qué pasa, Carlos? Estás actuando muy raro".

Mujer en cama de hospital con brazo enyesado. | Foto: Shutterstock

Mujer en cama de hospital con brazo enyesado. | Foto: Shutterstock

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"Bueno, la verdad, tengo que decirte algo", dijo. "Anoche quería encontrarte para hacer las paces. Pero estaba lloviendo mucho, y saliste corriendo tan de repente...", continuó.

A medida que explicaba, mi quijada iba cayendo al piso. Momentos después de enterarme de que nunca podría tener hijos, mi esposo me informó que él iba conduciendo el auto que me atropelló.

"¡Lo siento mucho, mucho, Lisa! Por favor, perdóname, fue un accidente y...", dijo, pero yo lo interrumpí. "¿Por qué no me ayudaste?", le pregunté.

"No lo sé, me tomó un tiempo reconocerte. Estaba paralizado dentro del auto, no sabía qué hacer. Lo lamento, lo siento mucho...", repitió. "¡Ya es suficiente, Carlos! ¡Fuera de aquí, no quiero volver a verte nunca más!"

No podía perdonarlo. Sentía que toda mi vida estaba arruinada. Le pedí el divorcio, y Carlos no pudo superarlo. Lo atrapé siguiéndome varias veces, y siempre me volvía a pedir perdón. Pero simplemente no pude.

Mujer ignorando a hombre. | Foto: Shutterstock

Mujer ignorando a hombre. | Foto: Shutterstock

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Pasé meses devastada, con el corazón hecho trizas. Finalmente, un día decidí que era momento de intentar conocer a alguien nuevo.

Comencé a salir en citas. Conocí a muchos chicos, y algunos eran fantásticas personas. Al menos al principio. Pero siempre terminamos enfrentando el mismo problema: ellos querían tener una familia e hijos, y yo no podía tenerlos.

Estaba comenzando a perder la esperanza cuando conocí a Marcos. Él no era como los demás hombres. Quería estar conmigo, pudiera tener hijos o no. "No importa amor. Siempre podemos hallar una solución. ¡Podríamos adoptar!", me dijo una vez.

Y eso fue lo que hicimos. Nos casamos, y adoptamos a un hermoso chiquillo. Me enamoré de él la primera vez que lo vi. Finalmente entendí en carne propia lo que es el amor de una madre por su hijo.

En un principio, Bernardo era un bebé muy sano. Pero cuando cumplió los siete años de edad, comenzó a quejarse de mareos y fatigas.

Madre monitorea la salud de su hijo. | Foto: Shutterstock

Madre monitorea la salud de su hijo. | Foto: Shutterstock

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Cuando noté que empezó a tener problemas para respirar, supe que no podía seguir esperando. Le avisé al hospital que íbamos en camino y llevé a mi hijo inmediatamente.

Los médicos no estaban seguros de cuál era el problema, por lo que realizaron varios exámenes. Finalmente, nos dieron el diagnóstico: Bernardo tenía una extraña enfermedad cardíaca.

El tratamiento no sería nada sencillo. Mi hijo tendría que quedarse en el hospital por largo tiempo. Me resigné a la situación, y fui a verlo todos los días, sin excepción.

Un día, caminando por el pasillo del hospital, escuché una voz familiar. "Lisa, ¿eres tú?". Venía de una habitación. Era Carlos. Se veía bastante enfermo.

"¡Hola, Lisa! ¡Qué bueno es verte de nuevo! ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Estás bien?", me preguntó. "¡Hola, Carlos! Es bueno verte también. Es mi hijo... está enfermo."

"Ah, ya veo. Lamento escuchar eso", dijo.

Hombre en cama de hospital. | Foto: Getty Images

Hombre en cama de hospital. | Foto: Getty Images

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Me dijo lo feliz que estaba por mí, de que pudiese haber cambiado mi vida y formado una familia. "¿Sabes qué, Lisa? Desde que descubrí que estaba enfermo, comencé a pensar en muchas cosas que había hecho en mi vida", me dijo.

"Y una de esas cosas fue lo que te hice. Lo siento mucho... ¿crees que puedas perdonarme ahora?", preguntó.

Miré a Carlos a los ojos y supe lo que debía hacer. "¿Sabes algo, Carlos? Te guardé rencor durante mucho tiempo, pero sé que esto no nos sirve a ninguno de nosotros".

Rompí en llanto, pero seguí hablando. "Venir todos los días a este hospital, rezar a Dios para que mi hijo se cure, no lo sé, creo que estas cosas me han abierto el corazón. Te perdono, Carlos. Espero que te mejores pronto".

Le di un abrazo, y sentí que me quité un peso de encima. Cuando Carlos terminó su tratamiento, nos visitó para conocer a Bernardo.

Carlos y yo seguimos en contacto, y somos grandes amigos hasta el día de hoy.

Amigos compartiendo copa de vino por videollamada. | Foto: Shutterstock

Amigos compartiendo copa de vino por videollamada. | Foto: Shutterstock

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

Uno de los mejores regalos que puedes darte a ti mismo es el perdón. Lisa tardó años en perdonar a Carlos por lo que había hecho. Cuando lo hizo, inmediatamente se sintió mejor. Dejó ir su resentimiento hacia su exmarido y siguió adelante con su vida. "Perdonar es liberar a un prisionero y descubrir que el prisionero eras tú".

Comparte esta historia con tus amigos. Podría iluminar su día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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