Empleada de restaurante le da las sobras a niño sin hogar y al día siguiente ella se queda sin casa - Historia del día
El jefe de Sandra la corrió por darle sobras de comida a un niño pobre. Solo le pagó la mitad de su salario. La pobre mujer no pudo pagar su alquiler y se quedó sin hogar. Sin embargo, la vida le tenía una sorpresa.
Sandra quedó huérfana a corta edad. Poco después, sus abuelos partieron a mejor vida, y quedó totalmente sola. Por un tiempo, se las arregló con los ahorros que le dejaron sus abuelos.
De alguna forma, logró terminar la secundaria. Pero cuando se acabaron los ahorros, tuvo que vender la casa de sus abuelos y buscar un trabajo para mantenerse a flote.
Mujer buscando trabajo en el periódico. | Foto: Shutterstock
La vida en Nueva York era sumamente costosa. Además, encontrar un buen trabajo le estaba costando mucho a Sandra. Pasó semanas buscando empleo desesperadamente, hasta que consiguió un puesto en Le Bernardin.
Era un lujoso restaurante francés, por lo que Sandra se sintió muy feliz al poder conseguir trabajo allí. Tendría que trabajar como conserje, y la paga era mala, pero podía pagarse un departamento y tres comidas al día. Era algo.
Hasta ese momento, la vida de Sandra había sido de pocos amigos y muchos problemas. Pero eso comenzó a cambiar cuando empezó a trabajar en Le Bernardin.
Conoció a un chico muy dulce que siempre pasaba por el lujoso restaurante a pedir sobras de comida. Al poco tiempo, Sandra se hizo muy amiga de Max.
"¿Cómo estás, Max?", preguntaba Sandra cada vez que veía al chico. "¿Vienes por las sobras otra vez?".
"¡Sí!", respondía Max con una sonrisa. "¿Tienes algo bueno hoy?".
"¡Pues sí, algo! Dame un minuto, Max. Te traje esta bolsa", le decía Sandra. Tras entregarle una gran cantidad de sobras, el chico le daba las gracias y se iba silbando y contento.
Max también perdió a sus padres a corta edad, pero nunca tuvo abuelos. Sus parientes lo echaron a él y a su hermanita Marta de la casa de sus padres, así él deambulaba las calles para buscar comida para ambos.
Niño deambulando por la vía pública. | Foto: Shutterstock
El jefe de Sandra, el Sr. Arturo, era un hombre muy estirado, y nunca dejaba a Max entrar al restaurante. En vez de eso, lo obligaba a ver a Sandra a las 9 de la noche, cada noche, en un callejón a dos cuadras del restaurante.
Cada día, al salir del trabajo, Sandra llevaba la bolsa de sobras al punto acordado. Pero un día, ella estaba de permiso, por lo que no estuvo presente en su cita fija.
Max no sabía qué ocurría, pero necesitaba las sobras para alimentar a su hermana, así que fue al restaurante a buscar a Sandra. Los clientes se indignaron al ver entrar al chico tan mal vestido, y llamaron al gerente.
Al otro día, el Sr. Arturo le entregó a Sandra su carta de despido y la mitad de la paga que le correspondía. "Pero, Sr. Arturo, dijo que me iba a dar un aumento. ¿Cómo me va a despedir así, de pronto?", preguntó Sandra entre lágrimas.
El hombre la miró fríamente. "¿Sabes qué pasó anoche, Sandra? Ese niño pobre que has estado alimentando vino aquí a pedir más comida. ¡Asustó a mis clientes!"
"No dije nada con las bolsas de sobras, pero ahora esto me ha generado una gran pérdida. Deberías dar las gracias de que te haya dado la mitad de tu salario al menos", agregó.
"Pero, Sr. Arturo, es un niño de la calle, tiene una hermanita", explicó Sandra. "Y prometo que no volverá a pasar nunca más. ¡Por favor, deme otra oportunidad!", suplicó.
Jefe molesto. | Foto: Shutterstock
"Lo siento, Sandra", dijo el Sr. Arturo gélidamente, "pero esto es un negocio, no podemos tener más pérdidas, ¡así que váyase!". Sandra recogió sus cosas y se marchó, pero sus problemas estaban lejos de terminar.
Un par de meses atrás, Sandra había tenido un accidente. Tuvo que pagar una gran suma en el hospital, por lo que no había podido pagar el alquiler. Le había dicho al casero que arreglaría la situación antes de fin de mes.
Pero después de ser despedida, no tenía ni una cuarta parte del dinero que necesitaba para cubrir la deuda. Cuando el casero vino a cobrar al día siguiente, fue desalojada de su casa.
Sandra vagó por las calles un buen rato. Al final pagó por una habitación en un motel barato, pero cada vez que intentaba dormir, su mente volvía a Max y a su hermanita.
"Puedo conseguir otro trabajo y sobrevivir. Pero, ¿qué será de esos niños?", se preguntó. Al día siguiente, fue al callejón de siempre a buscar a Max, con una bolsa de comestibles para él y su hermana.
Max no apareció ese día. Sandra volvió al día siguiente, pero de nuevo no lo encontró. Finalmente, al tercer día, Max volvió al callejón y se encontró con Sandra.
El chico le explicó que su hermana estaba muy enferma, y él estaba reuniendo el dinero para la cirugía. Sandra solo tenía 100 dólares. No tenía trabajo y tenía que pagar el motel.
Mujer entrega billete de 100 dólares. | Foto: Shutterstock
En ese momento, Sandra decidió que ayudar a Max era lo más importante, y le ofreció todo su dinero al niño sin pensarlo dos veces. Se despidió de Max, y prometió seguir llevándole comestibles de vez en cuando.
Pero cuando iba de vuelta al motel tras haber hablado con Max, la joven sentía que alguien la estaba siguiendo. Ya era de noche, y no podía ver a nadie a su alrededor, pero sentía una mirada.
Apretó el paso para llegar a la parada de autobús más cercana, donde habría más gente. Pero al cruzar la esquina, sintió que los pasos que la seguían en la oscuridad se acercaban.
Preocupada, Sandra trató de caminar más rápido, pero el hombre la alcanzó. Estaba vestido completamente de negro, y sostenía una pequeña libreta en la mano. "¿Quién es y qué quiere?", preguntó Sandra.
"Disculpe si la asusté. Me llamo Pedro Puente, soy periodista", explicó el hombre, mostrando su identificación. "No era mi intención perturbarla. ¿Le molestaría si te hago algunas preguntas?".
Sandra suspiró, aliviada. Fue con Pedro a un restaurante cercano. El hombre le dijo que la había seguido desde que trabajaba en Le Bernardin. Quedó impresionado al ver todo lo que hizo por ayudar a Max y a su hermana.
Reportero. | Foto: Shutterstock
Le dijo que quería cubrir su historia, y ella accedió. Afortunadamente, el artículo que escribió no solo la hizo viral, sino que le permitió recaudar una gran cantidad de dinero para Max y Marta.
El niño llevó a su hermana a uno de los mejores hospitales del país para que la trataran. Luego de que la dieran de alta, los niños se mudaron con Sandra.
En cuanto al Sr. Arturo, se enfrentó a una dura reacción cuando el público se enteró de cómo había tratado a Sandra. Al poco tiempo, perdió su puesto como gerente de Le Bernardin.
A Sandra le ofrecieron un trabajo en el restaurante después del incidente, con mejor sueldo, pero ella lo rechazó. Optó por trabajar en una ONG que ayuda a las personas sin hogar.
Voluntarios alimentando a los necesitados. | Foto: Shutterstock
¿Qué podemos aprender de esta historia?
No todos los héroes usan capa. Gracias a los esfuerzos de Sandra y Pedro, Marta pudo recibir tratamiento en un buen hospital.
Aprende a ser amable y servicial. Sandra ayudó a Marta y a Max sin esperar nada a cambio.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.