Anciana da refugio a pobre hombre sin hogar, sin saber que es un prisionero fugitivo - Historia del día
Una anciana que vivía sola dejó a un pobre vagabundo entrar a su casa, sin saber que era un hombre buscado que había escapado de prisión varios años atrás.
Alicia era una mujer de 83 años que vivía sola en un pequeño pueblo en una región rural. Estuvo casada por más de cinco décadas, hasta que su esposo falleció de neumonía.
Todos los vecinos los conocían como la pareja más compasiva y amable, que daba esperanza de la comunidad. No tenían hijos, pero siempre abrían las puertas de su hogar a cualquiera.
Adultos mayores tomados de las manos. | Foto: Shutterstock
Tras la muerte de Alfredo, Alicia mantuvo vivo su legado de generosidad. Le encantaba honrar la memoria de su esposo de esa forma, y además, se sentía realizada al ayudar a los demás.
En una cálida tarde de verano, la anciana decidió estirar los músculos un poco. Los largos días en su vieja casa desolada la llevaban a tener una vida demasiado sedentaria.
Alicia llevaba ya muchos años viviendo sola, y no tenía problemas con eso. Ese día, sin embargo, quería ver rostros de personas reales, y encontrarse con sus amigables vecinos.
Caminando por la calle, Alicia notó a un hombre de unos cincuenta años de edad. Estaba vestido con ropa vieja y andrajosa, y lucía muy sucio.
Su largo cabello estaba muy enredado, y sus uñas estaban perturbadoramente largas y descuidadas. A pesar de no tener la vista que alguna vez tuvo, Alicia supo que se trataba de un indigente.
Después de encontrarse con el hombre, la mujer interrumpió su trayecto. Sintió lástima por el hombre, y se preguntó cómo una persona en tal situación deambulaba por el vecindario sin llamar la atención de nadie.
Hombre sin hogar. | Foto: Shutterstock
Tres días después, Alicia hacía jardinería. Los lirios blancos y los narcisos parecían haber florecido justo a tiempo. En ese momento, volvió a ver a aquel vagabundo.
Esta vez, el hombre se topó con su jardín y cortésmente le pidió trabajo. Dijo que era excelente para la jardinería, y si bien no tenía un currículo que presentar, Alicia podía ver que realmente necesitaba un empleo.
La anciana se compadeció de él al instante, especialmente después de que dijo: "Por favor, señora. Sé que no me conoce, pero tengo tanta hambre que no he podido dormir desde hace días".
No lo pensó ni un instante. Había querido ayudar al hombre desde el momento en que comenzó a acercarse a su casa. Su primer instinto siempre era ayudar al prójimo.
Decidió pedirle al sujeto que arreglara la cerca del jardín. Después de todo, no quedaban ya casi labores de jardinería pendientes, y a ella le encantaba cuidar de sus plantas.
Al escuchar la oferta de trabajo, los ojos del hombre brillaron de felicidad. No se esperaba que la anciana dijera que sí. Eso significa que por fin tendría un poco de dinero, y podría disfrutar de una comida caliente.
Pero Alicia le dio algo más que solo trabajo. La viuda quedó impresionada por su destreza con la cerca, y decidió abrir las puertas de su hogar. Le ofreció comida, bebida y una alcoba para pasar la noche.
Puré de patatas con milanesa de pollo. | Foto: Shutterstock
Cuando el hombre se dio cuenta de que Alicia era una auténtica buena samaritana, decidió confesar su secreto. El sujeto tenía un oscuro pasado que ocultaba al resto del mundo.
"Soy un fugitivo", reveló David. Acto seguido, se oyó el estruendo al caer al piso una copa de vino de las manos de la señora Alicia Estaba en shock. "Lo siento, no quise asustarla. Le prometo que está a salvo. Nunca le haría daño a nadie", agregó el hombre.
Se inclinó para ayudar a limpiar los vidrios, y siguió su confesión. "Me llamo David. Estuve preso por muchísimos años, por un crimen que no cometí".
"Estaba caminando por una gran tienda donde trabajaba como conserje. Era una mañana fría. Dos mujeres jóvenes me pidieron que les tomara una foto. Eso hice, y poco después empezamos a hablar”, contó David.
"En ningún momento pensé que algo andaba mal. Eran solo dos amables chicas que pedían mi ayuda. Estaba feliz de poder hacer algo por ellas. Tristemente, eso me metió en graves problemas", continuó su relato.
Las chicas eran las más populares de su escuela, y tenían un sentido del humor muy perverso. Les gustaba acusar a hombres de haberlas tratado de forma inapropiada, por pura diversión.
Chicas jóvenes con mala actitud. | Foto: Shutterstock
De repente, mientras David hablaba con las chicas tranquilamente, una de ellas se acercó a él y comenzó a golpearlo. La otra tomó un par de fotos antes de unirse a la "diversión", que pronto se intensificó.
Al final, David terminó en el suelo, y las chicas salieron corriendo y alertaron a la policía. Le dijeron a los oficiales que un hombre de unos treinta años quería abusar de ellas.
No podía salir corriendo o darse a la fuga, puesto que el incidente había ocurrido en su lugar de trabajo. No pudo oponerse a su arresto, ni le permitieron dar su versión de los hechos.
Simplemente le pusieron las esposas, lo subieron a un patrullero y lo enviaron directamente a la cárcel. No tenía dinero para conseguir un buen abogado, y la corte terminó declarándolo culpable.
Al escuchar la historia de David, los ojos de Alicia se colmaron de lágrimas. Le parecía increíble que alguien pensara que este hombre tan amable era capaz de abusar de unas niñas. No parecía capaz de hacerle daño ni a una mosca.
Llena de pesar por David, Alicia le dijo que viviera con ella hasta que pudiera recuperarse. Él ofreció ser su ayudante, para pagarle por su ayuda. Al día siguiente limpió el garaje y los desagües, arregló goteras en las tuberías, y pintó la fachada.
Los cambios que hizo David en la casa de Alicia no pasaron desapercibidos. Uno de sus vecinos notó la diferencia y quiso hablar con la anciana al respecto. Quería felicitarla, pues su casa parecía nueva.
Casa bien mantenida. | Foto: Shutterstock
Cuando el vecino se acercó a la puerta principal, fue recibido por David, que estaba a punto de regar el jardín. Pero el hombre inmediatamente reconoció al fugitivo, pues había visto su rostro en todos los noticieros tiempo atrás.
El vecino respondió tranquilamente al saludo de David. Cuando supo que Alicia no estaba en casa, se fue de inmediato a su hogar y llamó a la policía para denunciar al intruso.
En minutos, la calle se llenó de patrullas. Los vecinos salieron de sus casas a ver qué había pasado. Vieron cómo la policía sacó a David esposado del hogar de Alicia.
"¡Soy inocente! ¡Alicia está fuera de la ciudad! ¡No soy culpable!", exclamaba el hombre. Pero todos los vecinos vieron a David y asumieron que era culpable. No les importaba siquiera saber de qué se le acusaba.
Una vez más, fue procesado por el sistema judicial. Una vez más, no pudo costear a un buen abogado, y el tribunal terminó por condenarlo.
Fue sentenciado a quince años de cárcel. Por buena conducta, solo tuvo que cumplir siete años. Fue liberado, tras lo cual fue inmediatamente a casa de su querida amiga.
Al llegar, David llamó a la puerta durante horas, pero no obtuvo respuesta. Finalmente, examinó la puerta y notó un sobre blanco a un lado, en el marco. Adentro había un documento con un número de teléfono.
Llamó al número y descubrió que era un despacho de abogados. Le informaron que Alicia había muerto tres meses atrás. Antes de su muerte, dejó la casa a David, a quien se refería como el hijo con el que siempre había soñado.
Llaves de casa. | Foto: Shutterstock
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Como seres humanos, debemos aprender a mostrar bondad y compasión genuina. Nunca debemos dejar de tratar al prójimo con amabilidad. Nadie es superior a nadie.
- La verdad nunca miente. Al final, David salió de la cárcel antes de tiempo por su buena naturaleza.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.