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Un bebé en una canasta | Foto: Shutterstock
Un bebé en una canasta | Foto: Shutterstock

Hombre solitario adopta a niña que abandonaron en su puerta, pero años después aparece su madre - Historia del día

Georgimar Coronil
05 ene 2022
12:25

A los 42 años, Simón tenía una carrera profesional exitosa, pero no tenía familia. Le preocupaba que las agencias de adopción no le dejaran ser padre soltero.

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Un día, alguien dejó una cesta con una niña en la puerta de su casa, y decidió criarla. Años más tarde, la madre de la niña apareció, y Simón no podía creer quién era.

Simón Ramírez era un adicto al trabajo. Construyó su empresa de tecnología desde cero, y se convirtió en una de las más renombradas del país. Sin embargo, se dio cuenta de que estar tan centrado en una carrera le dejaba sin tiempo para salir con alguien y experimentar otras alegrías de la vida.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Al principio, eso no le importaba mucho. Pero, de repente, era lo único en lo que podía pensar tras cumplir los 42 años.

"Simón, eso pasa todo el tiempo. La gente piensa que su vida se acaba al cumplir cierta edad. Es normal estar preocupado por ello. Pero tienes mucho tiempo", le aconsejó su terapeuta, cuando le reveló sus preocupaciones.

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"Lo dices como si fuera tan fácil encontrar a alguien", refunfuñó Simón.

"No es fácil, y no se puede forzar. Pero cuando llega la persona adecuada, es tan natural como la lluvia. Recuérdame, ¿quién fue tu última novia?".

"Lydia. Hace meses que no la veo. Parecíamos tan adecuados el uno para el otro, ambos profesionales de la tecnología. Al final, no funcionó", expresó.

"Exactamente. Forzaste una relación con alguien que pensabas que sería compatible. Eso es lo que te digo, Simón. Puedes buscar activamente las relaciones, pero tienen que fluir de forma natural. Si no, no funcionará en absoluto", continuó el doctor Leal.

Simón sabía que su terapeuta tenía razón, pero esperar era difícil para un hombre ambicioso como él. Pensó en esta cuestión mientras conducía hacia su casa. Tras estacionarse al frente de su casa, se dirigió a la puerta y vio una cesta. De repente, una bebé empezó a llorar. “Alguien ha dejado una bebé en mi puerta”, pensó incrédulo.

Simón tomó la cesta y empezó a arrullar a la bebé. La niña le miró con los ojos muy abiertos y llorosos y movió sus manitas, suplicando que la cargara, así que él llevó la cesta al interior de la casa y la levantó. "Ya está. Ya está. No pasa nada. Estás bien".

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Sorprendentemente, la bebé se calmó y, sin quererlo, Simón se enamoró en ese segundo. Sabía que tenía que llamar a las autoridades. La niña tenía unos dos meses. Podía ser adoptada rápidamente por muchas parejas y vivir una vida feliz. “¿Se la darían a un hombre soltero y adicto al trabajo?”, se preguntó. Parecía imposible.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Pero Simón tenía que intentarlo. Llamó y habló con una amable empleada. Una hora más tarde, un par de agentes se presentaron en su casa con una trabajadora social, Bárbara. "Disculpe, señorita. ¿Hay alguna posibilidad de que pueda adoptar a la bebé?", le preguntó concretamente.

"¿Está usted casado?", preguntó Bárbara. Cuando Simón dijo que era soltero, ella frunció el ceño. "No lo sé, señor Ramírez. Podría ser demasiado difícil".

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"Pero esta bebé fue dejada en mi porche. Eso debe ser una señal, ¿no? ¿Y si sus padres biológicos vuelven?".

"¿Sabe quién puede haberla dejado aquí, señor Ramírez?", expresó uno de los agentes al escuchar su conversación.

"No tengo ni idea. Pero siento que la bebé debe quedarse conmigo. No puedo explicarlo. Por favor, Barbara. ¿No hay ninguna posibilidad?", le suplicó a la trabajadora social.

"Está bien, Sr. Ramírez. No puedo prometer nada, pero le ayudaré en cuanto estos agentes aclaren su historia. Si nadie vuelve a reclamar a la bebé, iniciaremos el proceso oficial", concedió Barbara.

Simón le dio las gracias por todo. Se llevó a la niña, ya que debía permanecer con una familia de acogida antes de ser adoptada.

Unos meses después, Simón se convirtió en su padre adoptivo oficial contra todo pronóstico. Bárbara le ayudó, aunque otras familias querían a la niña. En cualquier caso, la pequeña ya le pertenecía y Simón estaba decidido a ser el mejor padre del mundo. Ahora tenía que elegir un nombre para la bebé.

Eligió Joanna. No era especialmente religioso, pero ella fue como un regalo que le cayó del cielo justo en la puerta de su casa. Mientras buscaba ideas en Internet, descubrió que su nombre significaba "Regalo de un Dios misericordioso", lo que parecía adecuado para ella. Una vez que todo el papeleo estuvo listo, Simón se sumergió en su nueva vida como su padre y nunca miró atrás.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Doce años después, Simón seguía dando gracias a Dios por haberle dado la oportunidad de criar a Joanna, aunque ya estaba llegando a la terrible adolescencia que todo padre teme.Él había sido un papá práctico. La única ayuda que necesitó fue la de una niñera y la de su ama de llaves, la señora González.

El único problema con el que Simón tropezó fue con las preguntas de su hija sobre su madre. Al principio no sabía qué decir. Pero cuando Joanna cumplió diez años, finalmente le reveló que era adoptada y le contó exactamente cómo la había encontrado. Ella se lo tomó bien, aunque Simón podía ver que siempre tendría curiosidad por su madre.

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"Siento no tener más información, Joanna. Me gustaría poder darte más respuestas, pero no lo sabemos porque tu adopción no fue común. La mayoría de las veces, los padres adoptivos conocen a la madre biológica", trató de explicarle.

"Lo sé, papá. Solo tenía curiosidad. Tal vez cuando sea mayor me encuentre", chistó Joanna.

"Nunca se sabe".

Un día, Simón se estaba vistiendo cuando escuchó el timbre de la puerta. La señora González abrió la puerta y lo llamó para que bajara. "¿Quién será?", se preguntó mientras bajaba y se dirigía a la puerta. Para su inmensa sorpresa, Lydia estaba allí.

"Hola, Simón", le dijo desde fuera. Tenía una sonrisa educada pero nerviosa en su rostro.

"Lydia. Vaya, hola. Han pasado años. ¿Qué haces aquí?", preguntó sorprendido por su inesperada visita.

"Sí, ha pasado mucho tiempo. Hmm, ¿puedo entrar?", comentó Lydia.

"Por supuesto, pasa. Sra. González, tráiganos un té, por favor".

"Sí, señor Ramírez", contestó su ama de llaves y se apresuró en ir a la cocina mientras llevaba a Lydia al salón.

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"Bien, ahora que estamos instalados, ¿puedes decirme por qué estás aquí? He oído que te fuiste de la ciudad en algún momento después de que termináramos las cosas. ¿Qué pasó?" Preguntó Simón, todavía confundido por este encuentro.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"Simón, no sé cómo decir esto. Pero después de que terminamos las cosas, me di cuenta de que estaba embarazada", comenzó Lydia. Simón la miró bruscamente. "Tenía a la bebé, pero no sabía qué hacer con ella. Era una mujer profesional de 40 años. Nunca me imaginé como madre. Todo era tan abrumador, y no podía soportarlo. Así que hice lo único que se me ocurrió".

Simón se quedó atónito. Si Lydia hubiera acudido a él entonces y le hubiera dicho que estaba embarazada, podrían haberse casado y haber tenido esa bebé juntos. “Estaba tan desesperado por tener un bebé, ¡y ella estaba embarazada!”, pensó Simón, incrédulo. Sin embargo, salió de sus pensamientos, recordando todo lo que Lydia había dicho.

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"¿Diste a la bebé en adopción? ¿En qué agencia? Tengo algunos contactos en esa zona. Puedo ayudarte si quieres encontrarla. ¿Por qué no me lo dijiste? Podría haber ayudado", disparó Simón. Si su hija biológica estaba ahí fuera, iba a encontrarla. A Joanna le iba a encantar tener una hermana.

"¡No, Simón! Por favor!", exclamó Lydia con frustración. "Sabes, para ser alguien tan exitoso, eres realmente tonto".

"¿Qué?".

"No di a la bebé en adopción. Al menos no oficialmente. Te la di a ti", confesó Lydia. Simón se quedó con la boca abierta. No podía creerlo.

"¿Así que lo que estás diciendo es que Joanna es mi hija? ¿Estás mintiendo?", expresó Simón, empezando a llorar. Se alegró de que Joanna estuviera en una fiesta de pijamas en casa de su amiga.

"No estoy mintiendo. Es verdad. Sé que debería habértelo dicho, y quizás, todo habría sido más fácil para ti. Pero años después, me enteré de que en ese momento sufría de depresión posparto. Por eso dejé a la bebé en tu porche y desaparecí. Todavía no puedo creer que lo hiciera", gritó, llevándose una mano temblorosa a la boca.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Simón seguía conmocionado, pero podía ver las similitudes entre Lydia y Joanna. Esto no era en absoluto una mala noticia. Sin embargo, no estaba seguro de lo que Lydia quería después de revelar esto. "Vale, te creo. Es decir, nos haremos las pruebas, por supuesto. Pero lo más importante, ¿qué haces aquí ahora?", preguntó seriamente.

"Quiero volver a su vida, Simón. Quiero conocerla. Quiero ser su madre si es posible. Hay algo más...", comenzó, pero hizo una pausa.

"Lo que pides ya es mucho. ¿Qué más quieres?", cuestionó él, desconfiado ahora.

"Quiero que retomemos nuestra relación. Tenemos más de 50 años, Simón. Ya no quiero estar sola. No me malinterpretes. Todavía me gusta ser una mujer de carrera. Pero si hay una posibilidad de tener una familia completa, ¡quiero aprovecharla!", confesó Lydia con emoción.

Simón no creía que pudiera sorprenderse más después de descubrir que Joanna era su hija biológica. Pero ahora, Lydia le ofrecía lo que había buscado desesperadamente hace 12 años. No supo qué decir cuando ella volvió a hablar.

"Sé que es mucho pedir. Pero quiero que lo consideres. Podríamos estar juntos y seguir criando a Joanna como una familia feliz. Si no quieres eso, voy a ir a los tribunales para recuperar a mi hija", admitió Lydia. "Tengo pruebas de que estaba mentalmente enferma cuando la dejé, y mis abogados dijeron que podía ganar la custodia".

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Simón la interrumpió con una carcajada. Sabía que había una trampa. "¿Cómo te atreves a entrar en mi casa y exigir algo así? ¡Ni siquiera es una exigencia! Es una amenaza. Iba a dejar que la conocieras sin problemas, pero ¿realmente crees que puedes ganar en los tribunales después de 12 años de abandono? No sé qué abogado tienes, ¡pero es un charlatán!"

"¡Simón, cálmate! ¡No me hables así! Esa chica es MI HIJA!", gritó Lydia.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"¡Creo que te olvidas de que me acabas de decir que también es mía! Ahora, sal de mi casa antes de que llame a la policía, ¡y no te atrevas a acercarte a nosotros de nuevo!", exclamó Simón y señaló la puerta principal. Lydia le frunció el ceño y se marchó.

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Simón volvió a sentarse en el salón y trató de calmarse. A pesar de su enfado, sabía que las cosas no podían acabar así. Lydia es la madre de Joanna y a ella le encantaría conocerla.

Simón no quería ir al juzgado ni ver sufrir a Joanna, así que decidió llamar a su terapeuta para pedirle consejo. El doctor Leal le animó a arreglar las cosas con Lydia por el bien de la chica. "Su hija merece conocer a su madre y tener una relación. Tienes que facilitarlo antes de que las cosas se agraven entre ustedes", dijo.

El terapeuta tenía razón, así que Simón llamó a Lydia y se disculpó por su arrebato. Ella también lamentó el malentendido en su casa. "Sé que pareció una amenaza. Pero creo que es que estoy decidida a ser una gran madre. Por favor, dame una oportunidad", suplicó y lloró por teléfono.

Hablaron durante varias horas y acordaron tomarse las cosas con calma. Presentarán a Lydia a Joanna cuando la joven esté preparada. "Pero, tú y yo no estaremos juntos. Seremos padres y nada más. Nuestra pelea de hoy me demostró que nunca podríamos funcionar como pareja. Es mejor no volver a intentarlo. Las familias vienen en todo tipo de formas, Lydia. No tenemos que ser tradicionales para que funcione", declaró Simón. Lydia quiso discutir, pero al final aceptó.

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Poco después, obtuvieron una prueba de ADN que confirmó que ambos eran los padres biológicos de Joanna, y Simón se tomó el tiempo de explicarle todo a su hija. A pesar de haber preguntado por su madre durante años, la chica dudó inicialmente, pero trabajaron con el Dr. Leal para hacer la transición a esta nueva normalidad juntos. Al final, Simón y Lydia se compenetraron bien, y Joanna creció hasta convertirse en una profesional aún mejor que ellos.

Años más tarde, Simón supo que había hecho lo correcto. Joanna le dijo algo el día de su boda que nunca olvidaría.

"Nunca te di las gracias papá. Debió ser duro conocer esa loca verdad aquel día. Seguramente no querías saber nada de mi madre cuando te sorprendió. Pero sabías que quería conocerla y lo hiciste posible, incluso cuando tenía miedo. Gracias", le dijo Joanna.

"Eres mi hija. Mi único objetivo después de que llegaras a mi vida era hacerte feliz", le contestó con lágrimas en los ojos y la acompañó al altar, esperando que su futuro marido tuviera el mismo objetivo en mente.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Hay que hacer lo mejor por los hijos: Simón podría haber impedido que Lydia viera a su hija, pero sabía que Joanna siempre había soñado con conocer a su madre.
  • Busca ayuda antes de cometer un gran error: Lydia sufría de depresión posparto y por eso abandonó a su bebé. Debería haber buscado ayuda en su momento y evitar todo esto.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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