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Una gasolinera | Foto: Shutterstock
Una gasolinera | Foto: Shutterstock

Hombre ve a anciana con chicos que lloran en una gasolinera y recuerda una noticia sobre niños perdidos - Historia del día

Vanessa Guzmán
02 feb 2022
18:20

El encargado de una gasolinera reconoce a una mujer por la foto de una Alerta Amber. La notificación había sido lanzada por dos niños desaparecidos. Entonces decidió llamar a la policía.

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Diego López no tenía el trabajo más emocionante del mundo. Era empleado en una estación de servicio en una carretera estatal. Atendía a los clientes que llegaban para llenar sus tanques de gasolina, tomar una taza de café y seguir sus caminos hacia sus destinos.

Para pasar el tiempo miraba las noticias en la televisión de la tienda, mientras que su esposa Daniela siempre quería ver las telenovelas. "¡Vamos, Dani!", expresó Diego. "¡Puede haber algo importante en el noticiero! ¡Nunca se sabe cuándo un criminal más buscado puede entrar por esa puerta!".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

"Tonterías, Diego", dijo Daniela. "¡Aquí nunca pasa nada!". Pero resulta que estaba equivocada.

Diego estaba ocupado reabasteciendo los estantes de dulces. De pronto una mujer mayor con el cabello rojo entró con su bolso en una mano y las llaves de su auto en la otra. "Hola", dijo ella. "Por favor, ¿podrías llenar mi tanque?".

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Diego contestó: "Esta es una estación de autoservicio, señora, puede hacerlo usted misma".

"¿Yo misma?". La mujer parecía aterrorizada. "¡Pero… no sé cómo!".

Diego suspiró. "Bueno, venga y le muestro", indicó.

Se acercó al coche, con la sensación incómoda de que algo no estaba bien. ¿Había visto antes el rostro de esta mujer?

El auto estaba bien mantenido, y dos niños estaban sentados en el asiento trasero, llorando a gritos. Fue esa imagen la que hizo que Diego cayera en la cuenta de por qué los reconocía.

En el noticiero de la mañana, la presentadora había pedido a la gente estar pendiente de dos niños que habían desaparecido con su abuela el día anterior. La Sra. Briceño, había recogido a los niños de la guardería y los tres habían desaparecido sin dejar rastro.

Ahora aquí estaban, en la gasolinera de Diego, y no parecía que hubiera nadie más con ellos. Los niños se veían estresados, pero saludables. La abuela, la Sra. Briceño, se veía muy confundida y molesta.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Diego dijo: "¡Esos son unos lindos niños! ¿Le importaría si vuelvo a la tienda y les traigo algunos dulces?".

La mujer asintió con entusiasmo. "¡Por favor! ¿Cree que eso hará que dejen de llorar?", preguntó ella. "No sé por qué lloran todo el tiempo y me duele la cabeza".

"¡Seguro que lo harán!", contestó Diego con alegría y caminó tranquilamente de regreso a la tienda. Lo primero que hizo fue descolgar el teléfono, llamar a la policía y decirles que la mujer desaparecida y los niños estaban en su gasolinera.

Prometió que mantendría a la mujer distraída el mayor tiempo posible para dar tiempo a que llegara la policía. Luego, Diego eligió una piruleta de cereza y una de limón. Se las llevó a la mujer que estaba parada junto a su auto.

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"¡Aquí tiene!", precisó Diego sonriendo. "¡Dos paletas, cortesía de la casa!".

La mujer abrió la puerta trasera y entregó las golosinas a los niños, quienes inmediatamente dejaron de llorar. "¡Niños lindos!", manifestó Diego. "¿Cuáles son sus nombres?".

"¿Sus nombres?", la mujer parecía aún más confundida. "¿Sus nombres? Yo... no recuerdo..."

"Bueno, está bien", dijo Diego alegremente. "¡No puedo recordar mi propio nombre algunas veces! ¡Vamos a surtir su auto con gasolina!".

Diego simuló llenar el tanque de la mujer y luego dijo: "Dígame, ¿viaja sola con los niños? ¿Qué tal si reviso el radiador y los niveles de aceite? También podría verificar la presión de las llantas".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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"¿Usted puede hacer eso?", preguntó la mujer. "¡Por favor! Eso sería encantador".

"Entonces, ¿hacia dónde se dirige?", preguntó Diego mientras abría el capó. La mujer se pasó la mano por la frente. "Yo... no sé... estaba manejando, y luego... estaba llevando a los niños a casa..."

"¿Así que vive cerca?". Diego continuó con el interrogatorio.

"¡No reconozco nada!", confesó la mujer con lágrimas en los ojos. "¡Estoy perdida!".

"Le diré algo", comentó el empleado de la estación de servicio. "Un amigo mío está aquí en la policía, y le pediré que te acompañe de regreso a casa, que te muestre el camino".

"Eso sería muy amable", dijo la mujer. "Gracias. Se está haciendo tarde y necesito llegar a casa".

En ese momento, el auto de la policía se detuvo en la estación de servicio y Diego se acercó y les dijo a los oficiales: "Esta señora está muy confundida, ni siquiera sabe a dónde va. ¡No creo que esto sea un secuestro!".

Los oficiales salieron de su automóvil, se acercaron a la mujer y le hablaron con amabilidad. Pidieron ver sus documentos. "Sra. Karen Briceño", leyó el oficial en su licencia de conducir. "¿Es usted, señora?".

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"¡Sí!", inhaló profundamente la mujer. "¡Sí, soy yo!".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

"Su hija ha estado preocupada por usted y por los niños, señora Briceño", dijo el segundo oficial.

"¿Mi hija?". La mujer mostró una vez más su confusión y estaba un poco asustada. "¿Tengo una hija?". Fue entonces cuando los oficiales decidieron llamar a los paramédicos para que atendieran a la mujer mientras llevaban a los niños a casa de su madre.

Diego observó, preocupado, mientras conducían a la señora Briceño a la ambulancia y se la llevaban. "¡Solo espero que ella esté bien!", le dijo a Daniela. "La pobre señora estaba tan perdida y confundida. ¡Dios nos salve!".

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Los médicos del hospital diagnosticaron a la Sra. Briceño con una forma de demencia. Al parecer, el episodio pudo haber sido provocado por un pequeño derrame cerebral que nadie había notado.

Se había estado sintiendo bien y actuando con normalidad cuando salió a buscar a sus nietos como solía hacer. Entonces algo en su cerebro activó un interruptor y la dejó aturdida y perdida.

Tres días después del incidente, una mujer de rostro dulce entró en la gasolinera y preguntó por Diego. "Soy la hija de la señora Briceño", anunció. "Quería agradecerle todo lo que hizo por mi madre y mis hijos. ¡Ojalá hubiera más personas como usted, dispuestas a ayudar! ¡Es un héroe, Sr. López!".

A partir de ese día, Daniela nunca se quejó cuando Diego quería ver las noticias en vez de las telenovelas que le gustaban.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Si todos nos cuidamos unos a otros, podemos construir una mejor comunidad: La atención de Diego a los detalles llevó al rescate de la Sra. Briceño y de los niños.
  • La amabilidad y la comprensión pueden ayudar a mantenernos a todos a salvo: El pensamiento rápido de Diego para mantener ocupada a la Sra. Briceño hasta que llegó la policía, ayudó a que la mujer mayor recibiera la atención hospitalaria requerida.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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