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Policía protege a indigente al que se suponía que detuviera y recibe de él una pequeña caja - Historia del día

Mayra Pérez
03 feb 2022
12:50

Un policía defiende a un indigente al que debería haber arrestado, tras escuchar e investigar su versión de lo ocurrido y, a cambio, es recompensado con una pequeña caja.

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Tobías Jordán era un hombre peculiar. No tenía hogar y solía sentarse cerca de una escuela exclusiva para los hijos de los ricos. Creía que tenía más posibilidades de recibir ayuda de estos niños con recursos.

Él estaba equivocado. El hombre era muy amable, pero se veía muy andrajoso, lo que ofendía la sensibilidad de los ricos que tenían que verlo todos los días.

Indigente sentado en una calle. | Foto: Shutterstock

Indigente sentado en una calle. | Foto: Shutterstock

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A estas personas no les gustaba Tobías y, por extensión, tampoco a sus hijos. Los niños siempre se metían con él y le hacían bromas todas las tardes.

Rápidamente, esta conducta se convirtió en un hábito para ellos, especialmente porque sabían que Tobías no podría atraparlos porque era un hombre viejo y debilitado.

Un día, después del cierre de la escuela, un grupo de chicos dirigido por un niño llamado Cornelio encontró a Tobías. El líder del grupo comenzó a burlarse de él, pero Tobías permaneció inmóvil y apático.

“Si los ignoro, se irán”, se repetía una y otra vez en su mente. Sin embargo, no se fueron.

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Como de costumbre, comenzaron con los insultos y las risas; luego pasó a algo más terrible: lleno de ira y para demostrarle algo a sus amigos, Cornelio se acercó al mendigo y le dio una fuerte patada en la pierna mientras los otros niños grababan todo en sus teléfonos.

Grupo de chicos jugando con una pelota. | Foto: Pexels

Grupo de chicos jugando con una pelota. | Foto: Pexels

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Tobías no pudo aguantar más, así que se puso de pie y empujó suavemente al niño lejos de él. Cornelio aprovechó para lanzarse dramáticamente al suelo, desde donde comenzó a llorar con desconsuelo.

“¡Él me empujó! ¡Estaba tratando de matarme!”, gritó Cornelio a sus amigos.

Y dirigiéndose a Tobías, le dijo: “¿Sabes lo que mi padre te hará?”.

Ante sus palabras, Tobías se agachó y comenzó a recoger sus cosas. Prefería prescindir del enfado de los padres porque quería seguir pidiendo limosna en ese lugar.

Cornelio llamó a sus padres y ellos, a su vez, a otros padres. En unos minutos, los terrenos de la escuela estaban llenos de padres preocupados. Se reunieron alrededor de un Tobías imperturbable y exigieron algún tipo de explicación por su comportamiento.

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“Su hijo comenzó esto cuando me agredió físicamente”, dijo Tobías.

“¡Deberías disculparte por poner tus sucias manos sobre mi hijo!”, gritó el padre de Cornelio.

“No haré tal cosa”, dijo Tobías.

Un indigente extiende su mano para pedir. | Foto: Pexels

Un indigente extiende su mano para pedir. | Foto: Pexels

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Enfurecido, el padre de Cornelio llamó a la policía y solicitó asistencia inmediata. Un policía joven llamado Jeremías era el oficial de patrulla más cercano, así que llegó primero.

Jeremías era un nuevo oficial de policía que aún no se había ganado el respeto de sus compañeros oficiales. Como resultado, él siempre era el que enviaban a tareas pequeñas y nunca a misiones serias.

Aun así, soñaba con ascender de rango para convertirse en capitán de policía. Al llegar a la escuela, inició una conversación con el vagabundo.

El vagabundo se presentó como Tobías Jordán y le contó a Jeremías exactamente lo que había sucedido. También reveló que los niños tenían un video de lo sucedido y le pidió al policía que lo viera.

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Los niños afirmaron que lo que dijo era mentira, y sus padres los apoyaron y pidieron que se demandara al vagabundo.

Jeremías se cansó de las disputas, así que echó un vistazo y encontró una cámara de videovigilancia en la calle. Pudo recuperar la grabación y después de ver lo sucedido se llenó de indignación. Increpó a los padres por lo malcriados que eran sus hijos.

Dos policias cerca de su patrulla. | Foto: Pexels

Dos policias cerca de su patrulla. | Foto: Pexels

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“¡Tienen todo tipo de privilegios y viven como si nadie más fuera importante en este mundo! ¡Mira, él es una persona como ustedes, solo que con ropa deteriorada y sin zapatos! ¿Y cómo crían a sus hijos? ¡Alentándolos a patear a un pobre!”.

“¡Si él denuncia a uno de sus hijos por tocarlo nuevamente, ese niño será castigado por vandalismo y agresión a una persona! ¿¡Está claro!?”.

Después de algunos murmullos de asentimiento, los padres se dispersaron y se llevaron a sus hijos, dejando a Tobías con Jeremías.

“Eres un verdadero policía. Al igual que mi padre”, dijo Tobías muy agradecido.

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“¿Tu padre era policía?”, Jeremías preguntó, sorprendido.

“Sí, y también era honesto, por eso estaba muy orgulloso de él. Todos lo respetaban”.

Tobías le contó que su padre había fallecido cuando él tenía seis años. De adulto, logró estar a cargo de una cafetería, a la que le fue bien durante mucho tiempo hasta que llegó una crisis y su esposa lo echó.

“Lo siento por eso”, dijo Jeremías. “Tengo un hijo pequeño también”.

Luces de una patrulla de la policía. | Foto: Shutterstock

Luces de una patrulla de la policía. | Foto: Shutterstock

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En ese momento, Tobías dirigió su atención a su mochila y, después de hurgar en ella durante algún tiempo, encontró una pequeña caja que le dio a Jeremías.

“Eso es todo lo que me queda de él. Y quiero dártelo”, dijo Tobías. “Gracias por defenderme”.

Jeremías no comprobó lo que había en la caja hasta que estuvo de vuelta en su vehículo patrulla. Cuando finalmente lo abrió, vio una placa de policía con "Capitán Héctor Jordán" grabado en la parte posterior.

Muy pronto se corrió la voz del encuentro de Jeremías con la gente rica. Todo había ocurrido en público, por lo que no le sorprendió. El altercado tuvo efectos positivos; en su comisaría ahora lo respetaban por poner en su sitio a estas personas de pocos valores.

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Al día siguiente, Tobías estaba en su posición habitual cuando de repente se quedó profundamente dormido. Cuando se despertó, una caja de tamaño mediana estaba a su lado. La abrió y dentro había un par de zapatos calientes nuevos y una nota.

“Me convertiré en capitán de policía y te prometo que seré como tu padre para que mi hijo pueda estar tan orgulloso de mí como tú lo estás de tu padre”.

Inmediatamente, Tobías supo de quién era y sonrió.

Un indigente desenvuelve un emparedado. | Foto: Pexels

Un indigente desenvuelve un emparedado. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

La intimidación nunca debe ser tolerada. Jeremías tenía razón al llamar la atención a los padres sobre el comportamiento inadecuado de sus hijos. Su firmeza y valores le ganaron el respeto de sus colegas.

La gratitud es esencial. Tobías no esperaba que nadie viniera en su ayuda, pero Jeremías lo defendió; a cambio, el mendigo le dio algo que valoraba mucho y que sirvió de inspiración para el joven policía.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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