En un vuelo, una mujer reconoce la voz del piloto, a quien llevaba 19 años sin escuchar - Historia del día
Una mujer que viaja con su esposo en un avión escucha al piloto hablar e inmediatamente reconoce su voz: él era una vida que ella había tocado años antes.
Linda Herrera estaba contenta con su vida. Era una jueza con mucha influencia en el círculo judicial. Ella había logrado mucho en su carrera.
Era principalmente su naturaleza empática y su infalible sentido del juicio lo que la ayudaba a tomar las decisiones correctas en la corte.
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Además de eso, era una mujer genuinamente feliz y exitosa. Su carrera estaba floreciendo, al igual que su familia. Linda provenía de un hogar rico y había tenido la suerte de casarse con alguien de otra familia rica. Además, su esposo Luis la amaba por completo.
Dado lo optimista que parecía ser su vida, no era de extrañar que tuviera mucho amor para dar. Era extremadamente amable y adoraba a los niños.
Un día, Linda y su esposo subieron a un vuelo para irse de vacaciones. Era su primer viaje en más de seis meses.
“Todavía me siento terrible por dejar que los muchachos se encarguen de todo el trabajo en la oficina”, le dijo la mujer a Luis mientras se sentaban en los asientos del avión.
“Has estado trabajando mucho estos últimos meses y yo también, nos merecemos un pequeño descanso y algo de tiempo el uno para el otro”, le respondió su esposo.
La escapada había sido idea de él: le molestaba que ella trabajara tanto y que pasaran tan poco tiempo juntos.
Hablaban de eso cuando el piloto se dirigió a los pasajeros por los altavoces.
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“Buenos días, les habla el piloto, Javier. Llegaremos a destino en las Maldivas en unos minutos, así que por favor abrochen sus cinturones de seguridad y permanezcan sentados”.
Tras el anuncio, un murmullo de entusiasmo inundó el avión. Pero Linda se quedó de una pieza. “Conozco esa voz”, pensó. Y luego recordó su nombre.
“Conozco ese nombre”, se dijo a sí misma mientras le daba vueltas en su mente una y otra vez.
“Cariño, ¿estás bien?”, le preguntó Luis justo cuando estaba recordando por qué el nombre le sonaba familiar.
“Recuerdo la voz del piloto”, dijo mientras el avión aterrizaba y rodaba por la pista. Mientras bajaban de la aeronave, decidió esperar un poco para ver al piloto y confirmar que era la persona que conocía.
Luis tuvo que esperar pacientemente a su lado mientras ella permanecía de pie, esperando que los demás pasajeros se dirigieran al aeropuerto.
“Las cosas que hacemos por amor”, suspiró para sí mismo.
Cuando el piloto salió del avión, miró fijamente a Linda y también se quedó inmóvil por la sorpresa. Luego corrió hacia ella con lágrimas en los ojos.
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No podía creer lo que veía. Tan pronto como llegó junto a la pareja, arrojó sus brazos alrededor de Linda, abrazándola con fuerza mientras lloraba.
Resultó que, diecinueve años antes, cuando el piloto tenía solo 18, había estado involucrado con una pandilla de hombres mayores que se dedicaban a pequeños robos y vandalismo.
En una de sus misiones de hurto menor, la policía llegó más rápido de lo esperado y todos huyeron. Javier nunca había robado nada en todo el tiempo que pasó con ellos, siempre solo estaba pendiente de la policía para poder avisarles.
Ese día, todos habían entrado en estado de pánico, pero los demás habían logrado escapar y él no. Era demasiado lento e inexperto, por lo que cayó en manos de la policía.
Bajo la custodia de los oficiales de la ley, se vio obligado a identificar a los pandilleros para demostrar que estaba verdaderamente arrepentido.
Para desquitarse, la pandilla declaró que él había sido el responsable de una gran parte de su operación, por lo que también fue acusado de delitos menores y llevado a los tribunales, a la corte de Linda.
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La mujer estaba al tanto del caso. Dado que el joven no había robado nada, pero había sido testigo de las acciones nefastas de la pandilla, le correspondía a la jueza decidir cuál sería el veredicto.
Ella podría haberlo enviado a la cárcel de menores o a un centro correccional, pero fue bondadosa con él y creyó que se pondría en el camino correcto tras el incidente. En su corte, se compadeció de él y lo absolvió de todos los delitos.
“Gracias”, le había dicho él cuando ella se levantó para salir de la corte ese día. “¡Prometo estudiar mucho, ir a la universidad y convertirme en una buena persona!”.
Ese día en el aeropuerto, Linda miró a Javier a los ojos y supo que el chico también podía recordar esos momentos.
“Cumpliste tu promesa”. Fue todo lo que dijo cuando logró quitarse al joven piloto de encima. Cuando él asintió, le dio unas palmaditas en la mejilla cariñosamente y se fue con su esposo.
“Ah, ya veo, otro de tus casos”, dijo Luis con un tono reverente.
Javier no es la primera persona con la que se han encontrado que siente respeto y adoración por su esposa. Siempre lo enorgullecía estar a su lado en momentos como este.
“Estoy contenta de haber tomado la decisión correcta por su bien”, le dijo a su esposo.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Nunca dejes de creer en las segundas oportunidades. Linda podría haber enviado a Javier a la cárcel por ser testigo del robo en el que se había involucrado la pandilla con la que estaba. Pero como sabía la importancia de las segundas oportunidades, decidió dejarlo libre. Él agradeció el favor y despertó dentro de él la determinación de hacer algo por su futuro.
- Evita malas compañías a menos que estés dispuesto a asumir las consecuencias. Javier era un buen chico y poco a poco se había ido corrompiendo por la pandilla con la que trataba. Afortunadamente, se encontró con Linda y se le dio una segunda oportunidad.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.