Hombre se topa con una lápida en el bosque y ve foto de su infancia en ella - Historia del día
El hijo de Nicolás descubrió una lápida con una foto idéntica a él y su padre decidió investigar. Una vecina le contó una historia horrible de una mujer con hijos que trató de escapar de un culto peligroso, pero solo un hombre sabía la impactante verdad.
Nicolás escuchó a su hijo, Bernardo, gritar desde el área boscosa: “¡Papá!”. Habían estado recogiendo hongos, un gran pasatiempo que habían adoptado tras su mudanza.
Los médicos les dijeron que Bernardo necesitaría vivir en un lugar menos seco y caldeado, por lo que después de encontrar un buen trabajo, toda la familia se trasladó a un pueblo a orillas de un bosque.
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Recoger hongos en el bosque al lado de su casa resultó fantástico. Pero esta era la primera vez que su hijo de nueve años parecía asustado. Nicolás corrió hacia él y descubrió un área abierta con varias lápidas.
“¡Papá! ¡Mira! ¡Mira!”, exclamó Bernardo una vez más.
“Ay, hijo. Encontraste un cementerio. Sin embargo, parece estar abandonado”, dijo Nicolás, más calmado al saber que su hijo no estaba en peligro.
“No es eso. Mira esta lápida. ¿Ese chico no se parece a mí?”, preguntó Bernardo.
Nicolás se acercó a la piedra de cemento en el suelo y vio un portarretrato. Contenía una foto de un niño, que no podía tener más de cinco años, y lucía exactamente como Bernardo. De hecho, muchos dirían que era una foto de Nicolás cuando pequeño, pero eso era imposible. Él había crecido en un orfanato y no tenía recuerdos de sus primeros años de vida.
“Tienes razón. Pero probablemente no sea nada. Después de todo, tienes cabello negro y ojos azules. Muchas personas se ven así en este país. Sigamos recogiendo hongos”, dijo Nicolás, pero le estaba mintiendo. Había tenido una extraña sensación de culpa al ver la foto.
Nicolás trató de olvidar el evento, pero lo siguió atormentando. Decidió contarle lo ocurrido a su esposa, Gina. “Sabes, cariño, hay muchas personas mayores en esta ciudad. Podemos preguntar y ver si alguien sabe sobre ese cementerio y la foto”, dijo Gina.
“De hecho, hay una señora en el supermercado que parece saberlo todo sobre todos”, sugirió su esposa.
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“Oh, encontraron el viejo cementerio de la familia Fuenmayor. Nadie se acerca allí”, dijo la mujer, Doris, cuando Nicolás explicó lo que habían visto el día anterior.
“¿Por qué?”, preguntó él.
“Eran… gente muy extraña. Yo era solo una adolescente en ese entonces. Pero incluso mis padres no querían que estuviera cerca de esas personas”, continuó Doris.
“¿Esas personas?”, quiso saber Gina.
“La leyenda dice que eran parte de un culto. Otras personas te dirán que solo eran una comunidad solitaria. Pero de todos modos, hay una historia sobre un hombre que se enamoró de una mujer en la ciudad y la dejó embarazada”.
“Tuvieron dos hijos y ella se vio obligada a mudarse para allá con ellos. Supuestamente, cuando trató de escapar, la mataron a ella y a uno de los niños”, continuó Doris. “Nadie sabe qué pasó con el otro niño o el padre. Pero todos piensan que murieron”.
“Eso suena como una película de terror”, comentó Nicolás, sin saber qué creer.
"Así es. Algunos dicen que no es más que una historia inventada para que los niños no fueran solos a esos bosques. Pero no lo sé. Recuerdo que mis padres estuvieron asustados durante mucho tiempo. Hablaron de mudarse en algún momento”.
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“Pero repentinamente, sus preocupaciones desaparecieron. Y nadie volvió a hablar del culto nunca más”, agregó Doris. “El área donde vivían quedó vacía y años después comenzaron a construir casas allí”.
“¿Hay alguien en la ciudad que haya sido adulto en ese momento?”, preguntó Gina.
“Solo puedo pensar en el Sr. Hurtado. Pero se fue por mucho tiempo y regresó años después de que el culto desapareciera misteriosamente, así que no sé si podría ayudarlos. Vive en…”, explicó la mujer, dándoles la dirección del residente mayor de la ciudad.
“¿Estará bien molestar a un anciano con estas historias raras?”, le preguntó Nicolás a su esposa cuando llegaron a la casa del Sr. Hurtado.
“Bueno, no tenemos otras opciones. Tal vez esa es la respuesta a algunas de tus preguntas sobre tus padres. Después de todo, el sitio web de pruebas de ADN no te emparejó con nadie”, respondió Gina. “Vamos a preguntar y ver si él sabe algo”.
Llamaron a la puerta y un anciano con un bastón respondió: “¿Sí?”.
“¿Sr. Hurtado? Somos Gina y Nicolás Torres. Nos acabamos de mudar a la ciudad hace unas semanas y queríamos hacerle algunas preguntas. ¿Está bien?”, preguntó Gina con una gran sonrisa.
“Por supuesto. Adelante. Adelante”, dijo el anciano y caminó hacia la estufa para montar la tetera. “Siéntense. Podemos hablar mientras tomamos té. No he tenido visitas en mucho tiempo”.
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“Gracias, señor”, dijo Nicolás.
El hombre se sentó en una silla alta mientras que Gina y Nicolás se sentaron en el sofá. Luego les preguntó: “¿Qué puedo hacer por ustedes?”.
Le contaron sobre la imagen que encontraron en el bosque, y la expresión del hombre cambió lentamente a preocupación. “Guau. No he visto esa foto en muchos años”.
“¿La había visto antes?”, preguntó Gina, emocionada de que el Sr. Hurtado pudiera saber más al respecto.
“¿Visto? Yo la puse allí”, reveló el Sr. Hurtado, sorprendiendo a ambos.
“¿Quién era ese chico para usted, señor?”, quiso saber Nicolás.
“Era el único hijo que me quedaba. Supongo que alguien te contó sobre las leyendas de un culto en esta ciudad, ¿verdad?” preguntó el hombre, y ambos asintieron.
“Bueno, en realidad no es una leyenda. Pero no era una cosa religiosa. La comunidad no confiaba en los extraños y prefería no hablar con nadie. Rompí esas reglas cuando me enamoré de Mary”.
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“¿Eres el hombre de las historias?”, preguntó Gina, sorprendida.
“Sí. Odiaba la comunidad y mis padres no me dejaban estar con otras personas. Pero cuando conocí a Mary, me enamoré de inmediato. Cuando quedó embarazada, mis padres la obligaron a mudarse a nuestra casa y no tuvimos otra opción. Los padres de ella estaban furiosos por el embarazo”, dijo el anciano, mirando hacia el techo mientras recordaba.
“¿Y qué pasó?”.
“Tuvimos mellizos, y Mary se quedó en casa por su bien. Pero la comunidad fue dura con ella y se volvió más dura con los chicos. Finalmente, cuando los niños cumplieron cinco años, planeamos escapar y mudarnos lejos. Pero alguien descubrió nuestro plan”.
“Mary agarró a uno de los mellizos, Benjamín, y salió corriendo. Pero no llegó muy lejos”. El Sr. Hurtado se calló abruptamente, para ordenar sus pensamientos.
“Lo sentimos mucho”, dijo Nicolás, mirando hacia abajo. “Tal vez no deberíamos haber preguntado”.
“No, necesito decírselo a alguien porque todos en la ciudad parecen pensar que es solo folklore, pero fue real. Sucedió”, dijo. “Cuando vi lo que habían hecho, supe que no podía escapar. Pero mi otro hijo, Nicolás, debía irse. Fui a la ciudad, lo puse en la parte trasera de un camión de langostas y nunca lo volví a ver”.
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“¿Nicolás?”, preguntó Gina, mirando a su marido con los ojos muy abiertos y llorosos.
“Sí, ese era su nombre. De todos modos, llamé a la policía de la comunidad después de eso. Les dije todo. Detuvieron a los perpetradores y los demás escaparon. No sé dónde tienen su sede ahora, pero espero que todos se pudran”.
“Después de eso, me subí a mi propia camioneta y traté de encontrar a mi hijo. Pensé que ese camión entregaría langosta cerca, pero me equivoqué. Pasé años tratando de encontrarlo en vano”. El anciano sacó un pañuelo de su bolsillo y se secó las lágrimas.
“Señor”, dijo Gina lentamente. “Tenemos razones para creer que mi esposo podría ser su hijo. Su nombre también es Nicolás”.
Él los miró con incredulidad. “¿En serio? ¿Pero por qué?”.
Le contaron sobre el hallazgo de la imagen en la lápida y lo idéntico que se ve ese niño a su hijo, Bernardo. “Pero, ¿puedo preguntar por qué mi foto estaba en una lápida?”.
“¿No leíste los nombres en la piedra de cemento? Ahí está el lugar de descanso de Mary y Benjamín. No sabía si Nicolás lo había logrado o si le había sucedido algo, así que coloqué esa foto como mi forma de llorarlo también”, explicó. “¿Podrías tú ser Nicolás? ¿Mi niño?”.
“Hay una gran posibilidad”, dijo Nicolás y comenzó a llorar.
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Hicieron una prueba de ADN para confirmar lo que sospechaban, y resultó ser cierto. Le dijeron a Bernardo lo que estaba pasando y le presentaron al Sr. Hurtado. Poco a poco se fueron conociendo, y se convirtieron en una familia.
Su historia pronto fue conocida por todos en el pueblo. La gente se quedó maravillada al saber que la popular leyenda fuera casi real, y de que tuviera un final feliz, de alguna manera.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Las leyendas de los pueblos pequeños casi siempre tienen un trasfondo de verdad. Algunas se basan en historias reales. No todos son cuentos inventados o de advertencia para los niños.
- Sigue tus instintos. Nicolás tuvo un presentimiento extraño sobre la imagen en las lápidas y siguió su instinto hasta que logró descubrir la impactante verdad.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.