En funeral de su esposo, mujer ve una nota que sobresale de su bolsillo y la saca en silencio - Historia del día
Cristina creía que estaba en un matrimonio sin amor, pues su esposo siempre se ahogaba en el trabajo y nunca tenía tiempo para ella. Al final, se dio cuenta de que él la amaba más que a nada en el mundo, pero ya era un poco tarde.
Cristina y Alex habían estado casados durante diez años y no tenían hijos juntos. En cambio, se centraron en sus carreras y eso terminó pasando factura a su relación.
Durante ocasiones especiales como el Día de San Valentín y su aniversario, la pareja siempre celebraba con una cena sencilla en un restaurante. En lugar de pensar que estas cenas eran románticas, Cristina a menudo las consideraba más rutinarias, pues sucedía lo mismo año tras año.
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Ella siempre soñaba con viajar por el mundo y conocer nuevas culturas. Como no tenían hijos, pensaba que esto sería posible y que podrían fortalecer su relación a través de estos viajes.
Sin embargo, Alex siempre rechazaba sus propuestas, diciendo que eran costosas e innecesarias. Ella insistió en ahorrar para el futuro para que pudieran hacer estos viajes una vez que se jubilaran.
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Eventualmente, Cristina se desenamoró. Sentía que su vida era una rutina y que simplemente iba a casa a dormir y comer.
Para empeorar las cosas, a Alex le diagnosticaron una rara forma de cáncer y sus días estaban contados, lo que dificultaba que su esposa lo dejara.
Un día, mientras se dirigía a casa desde el trabajo, Cristina recibió una llamada del hospital. “Sra. Carrillo, su esposo no está en buenas condiciones. Es mejor que venga de inmediato”, dijo la enfermera.
Es cierto que la idea de que Alex muriera tan joven le rompía el corazón a Cristina y le revolvía el estómago. Aunque ella sentía que su amor estaba estancado y sin chispa, él seguía siendo su esposo con quien había pasado la mayor parte de su vida, desde la adolescencia.
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La mujer condujo hasta el hospital, tratando de contener las lágrimas. Se puso a pensar desde cuando comenzaron a salir mal las cosas entre ellos y cómo podría haber cambiado todo si ambos se hubieran esforzado más como pareja.
Cuando Cristina llegó al hospital, Alex estaba conectado a varias máquinas y apenas podía hablar. Sin embargo, hizo todo lo posible por conversar con su esposa para hacerle saber cómo se sentía realmente.
“Cristina”, comenzó a decir. “Sé que no pude demostrarte esto, pero quiero que sepas que te amo más que a nada en el mundo. En un momento me di cuenta de que este amor podría no ser mutuo entre nosotros”, compartió lentamente, pues le costaba respirar.
“Te amo, y no esperaba dejar este mundo tan pronto. Tenía tantas cosas planeadas para nosotros”, dijo, buscando la mano de su esposa. Ella extendió la mano y se aferró a su esposo mientras él continuaba hablando.
“Estas son mis últimas horas, y nada me gustaría más que pasarlas contigo. Cuando muera, me gustaría llevarme un pedazo de ti conmigo. Así que, por favor, en mi funeral, pon algo tuyo en mi bolsillo para que pueda quedármelo para siempre”.
En este punto, Cristina estaba llorando. A pesar de que ya no estaba enamorada de Alex, todavía lo amaba y lo consideraba una parte importante de su vida.
“Prometo hacer eso, Alex. No te preocupes por mí. Me cuidaré sola. Así que descansa tranquilo y cuídame desde arriba, ¿de acuerdo?”.
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Alex asintió mientras seguía sosteniendo la mano de Cristina. “Si no es mucho pedir, ¿estaría bien si me enterraran con mi traje azul favorito? Ya sabes cuál es”, preguntó el hombre.
La mujer asintió. “Por supuesto. Pero no pienses en eso ahora. Simplemente disfrutemos estos momentos juntos. ¿Está bien?”, dijo, haciendo todo lo posible por sonreír.
Durante las dos horas siguientes, Cristina se quedó junto a Alex. Escucharon música, recordaron sus días de juventud y, a veces, se quedaban en silencio, simplemente disfrutando de la compañía del otro. Esa noche, Alex se quedó dormido lentamente y nunca se despertó.
“Adiós, Alex. Gracias”, susurró Cristina cuando se dio cuenta. Las lágrimas cayeron de sus ojos y lloró en silencio mientras los médicos y las enfermeras comenzaban a quitarle los cables conectados a su cuerpo.
En su funeral, ella se acercó a él por última vez y cuidadosamente puso su relicario en el bolsillo de su abrigo. El relicario era significativo porque fue el primer regalo que Alex le dio cuando todavía estaban en la universidad y tenía una de sus primeras fotos juntos.
“Deseo recordarte por nuestros buenos momentos, y no por lo que sucedió al final de nuestro matrimonio. Gracias por los maravillosos años, Alex”, le dijo en voz baja.
Mientras colocaba el relicario dentro del bolsillo, notó un trozo de papel adentro y lo sacó con cuidado. “Para Cristina”, se leía con la letra de Alex.
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Ella se dio cuenta de que su esposo debió anticipar su muerte antes de colocar la nota allí. Decidió leerla más tarde y guardarla en su bolsillo.
Esa noche, cuando llegó a casa, se preparó para leer la nota. Allí, Alex escribió:
“Querida Cristina,
Te he amado toda mi vida, y me alegro de que seas tú con quien elegí pasar el resto de mi vida. Lamento que, en el proceso de querer demostrarte mi amor, me olvidé de vivir el presente, y por eso, en algún punto del camino, nos distanciamos.
Recuerdo que cuando éramos más jóvenes, hablabas de tu sueño de toda la vida de montar un café junto al mar, donde podías hornear tus deliciosas recetas de pasteles y servir comidas copiosas a los clientes. Nunca me olvidé de esto, así que todos los días esa fue mi motivación para trabajar tan duro. Lamento haberte descuidado en el proceso.
Estuve muy cerca de verte cumplir este sueño, Cristina. En mi caja fuerte, hay una libreta bancaria a tu nombre. He ahorrado suficiente dinero para que abras tu negocio. También hay un sobre con documentos para la compra de un terreno con una pequeña cabaña con vista al mar. Allí podrás abrir tu café.
No planeé dejar este mundo tan pronto. Quería abrir ese café contigo. Lamento no estar junto a ti cuando hagas tu sueño realidad, pero sé que siempre estaré contigo en mente y espíritu.
Te amo con todo mi corazón, eternamente. Alex".
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Después de leer la nota, Cristina estaba llorando. Durante mucho tiempo, creyó que a Alex simplemente no le importaba ella ni su relación. Lamentó no haber hablado con él sobre sus problemas y no haberlo solucionado cuando todavía tenía tiempo.
“Lamento haberte dejado ir tan rápido, Alex”, sollozó Cristina. “Ojalá pudiera hacer retroceder el tiempo”, lloró.
Esa noche, rezó por Alex durante horas. Le habló sobre sus arrepentimientos y deseos. Aunque le tomó un tiempo superar su muerte, lentamente se recuperó y comenzó a planificar la apertura del café, pues es lo que Alex hubiera querido.
Después de un par de meses, estaba lista para la apertura del local. Le puso el nombre de su esposo: El Café del Tío Alex.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Siempre debemos resolver nuestros problemas. Si Cristina y Alex se hubieran comunicado correctamente, habrían podido resolver sus problemas maritales y salvar su relación.
- Dile siempre a las personas que amas cómo te sientes antes de que sea demasiado tarde. Si Alex le hubiera dicho a Cristina lo que realmente sentía por ella, tal vez ella no se hubiera desenamorado y, en cambio, podrían haber trabajado para fortalecer su relación.
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