Adolescente sacrifica su vida para salvar a su bebé: familia se entera del mensaje de despedida que compartió con enfermera
Cuando una madre adolescente tuvo que elegir entre un tratamiento médico o continuar con su embarazo, optó por lo segundo. Dejó un legado centrado no en la tragedia sino en el amor más puro que se siente por un hijo.
Ciertamente, no hay forma de medir el amor de un padre por sus hijos. Las futuras madres forjan una conexión especial con sus bebés por nacer, que se vuelve más profunda con el tiempo.
Confrontada a la terrible encrucijada de arriesgar su propia salud o poner en riesgo su embarazo, con su corta edad esta madre tomó una decisión muy difícil: cumplir su sueño de dar a luz a un niño sano, aun si en eso le iba la vida.
Jenni alimenta a su hijo con un biberón [Izquierda]; Jenni y su hijo duermen plácidamente [Derecha]. | Foto: Facebook.com/cestrienquepournous
EL MENSAJE DE DESPEDIDA
Un mes antes de cumplir 18 años, Jenni Lake dio a luz a su bebé. Irónicamente, sabía que no estaba destinada a abrazar la maternidad nuevamente. Ella era una joven fuerte que se preocupaba profundamente por sus seres queridos.
Durante su estadía en el hospital, susurró un poderoso mensaje a una de las enfermeras en la habitación. La enfermera entregó el mismo mensaje a la familia de la paciente, con la esperanza de que las palabras ofrecieran algún consuelo.
Le dijo a la enfermera: "Terminé. Hice lo que se suponía que debía hacer. Mi bebé llegó aquí a salvo", compartió Diana Phillips, la madre de Jenni.
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Por fortuna, la familia de Jenni logró captar algunas fotografías de la chica sosteniendo a su hijo recién nacido y dándole besos en su cabeza.
LA BIENVENIDA A SU HIJO
Las fotos ofrecían un claro contraste entre el bebé de aspecto saludable y su frágil madre. Jenni pesaba solo 48 kilos al término de su embarazo. Dio a luz a su hijo el 9 de noviembre de 2011.
Un día después, Diana se enteró de toda la verdad sobre su hija. Jenni había decidido renunciar a la quimioterapia por tumores en el cerebro y la columna vertebral para poder tener a su hijo sin consecuencias graves.
El cáncer se había propagado rápidamente y no se podía hacer nada para detenerlo. Doce días después de dar a luz a su hijo, Jenni murió el 21 de noviembre de 2011. Pasó la mitad del tiempo en el hospital y la otra mitad en casa, rodeada de sus seres queridos.
En diciembre de ese mismo año, la familia de la joven se reunió en su casa estilo rancho de Pocatello en Idaho, Estados Unidos para celebrar la Navidad y recordar a Jenni. Era la misma casa en la que la chica había fallecido acompañada por sus seres queridos.
Se colocó un árbol de Navidad en la sala de estar, decorado con adornos seleccionados para Jenni, incluido uno en su color favorito, verde lima brillante. Según su familia, la joven dejó un legado de sacrificio en lugar de tragedia.
VALIENTE LUCHADORA
"Quiero que sepa todo sobre ella y lo que hizo", dijo Diana sobre su nieto. La madre recordó que Jenni tenía una risa contagiosa y era de naturaleza rebelde. La joven luchó contra el cáncer durante un año antes de pasar a su morada final.
Sintió migrañas por primera vez en 2010, cuando era una estudiante de 16 años en Pocatello High School. Su familia la llevó al médico y una resonancia magnética reveló una pequeña masa de dos centímetros de ancho en el lado derecho de su cerebro.
Jenni luego fue a un hospital en Salt Lake City, y otra resonancia magnética mostró que la masa era mucho más prominente. El 15 de octubre de 2010 se le realizó una biopsia y cinco días después recibió su diagnóstico completo.
Jenni se enteró de que tenía astrocitoma en etapa tres, un tipo de tumor cerebral. Tenía tres tumores en el cerebro y tres en la columna vertebral. Además, el cáncer se había extendido a otras partes de su cuerpo donde no mostraba síntomas.
Los médicos explicaron su condición a sus padres divorciados y discutieron sus posibilidades de supervivencia. Mike Lake, el padre de Jenni, un camionero que vivía en Rexburg, recordó que su hija les preguntó a los médicos si iba a morir.
Luego, la familia se enteró de que incluso con tratamiento, Jenni tenía un 30 % de posibilidades de vivir durante dos años. Mientras sus padres estaban devastados, la joven no lloró ni perdió su espíritu de lucha. Pero, había una cosa que la perturbaba profundamente.
EL VIAJE DE JENNI
"Cuando le dijeron que tal vez no podría tener hijos, se molestó", explicó Diana. Jenni se sometió a tratamientos de quimioterapia y radiación y documentó su viaje en su canal de YouTube, "Jenni's Journey".
Si bien Jenni esperaba compartir actualizaciones periódicas, solo subió tres videos porque su tratamiento la dejó frágil y exhausta. Uno de los videos la mostraba angustiada mientras su madre rompía en llanto a su lado.
En marzo de 2011, los tumores de Jenni comenzaron a reducirse e incluso asistió al baile de graduación de la escuela en mayo. Ella se puso un impresionante vestido azul con una diadema plateada en su cabello corto. Perdió sus largos mechones dorados por la quimioterapia.
ESPERANDO LO INESPERADO
Aun así, Jenni mostró una brillante sonrisa cuando su novio, Nathan Wittman, la sostuvo por detrás. Nathan lució una camisa de vestir negra y pantalones a juego. La pareja se había conocido unas semanas antes del diagnóstico médico de la joven.
La hermana mayor de Jenni, Ashlee Lake, reveló que varias personas pensaron que Nathan estaba con Jenni debido a su cáncer. Pero a pesar de las críticas, su relación resistió la prueba del tiempo.
Jenni y Nathan tenían grandes planes para su futuro y soñaban con tener un restaurante o una galería. Más tarde, en mayo, Jenni comenzó a experimentar dolores de estómago y vomitaba con frecuencia.
Cuando fue a la emergencia con Nathan, se enteró de que tenía diez semanas de embarazo. Fue una noticia impactante para su familia, a quienes les dijeron que no podía quedar embarazada debido a su quimioterapia.
Por otro lado, Jenni, que tenía siete hermanos, siempre había anhelado ser madre. Dos días después de enterarse de su embarazo, fue a ver a su oncólogo, el Dr. David Ririe, en Pocatello. Ella le manifestó a su médico que quería quedarse con el bebé.
El Dr. Ririe le dijo a la familia Lake que Jenni no podía continuar con el tratamiento durante su embarazo. Según un estudio, los bebés de madres que reciben quimioterapia durante el embarazo pueden presentar problemas o nacer prematuramente.
UN SUSURRO DE AMOR
El mismo estudio reveló que los bebés prematuros podrían experimentar problemas con el desarrollo cognitivo. Jenni y su familia tenían claro qué opción elegiría. Sus padres esperaban que pudiera volver a su tratamiento después de dar a luz a su bebé.
Jenni y Nathan nombraron a su hijo, Chad Michael, en honor a sus padres. Después de la muerte de la joven, Nathan obtuvo la custodia legal del niño y fue puesto al cuidado de la mamá de Nathan, Alexia Wittman. Alexia lleva a Chad a visitar a la familia de su difunta madre cuando lo desean.
La familia Lake compartió que estaban orgullosos de Jenni, quien nunca vaciló en su decisión de tener a Chad, incluso cuando el cáncer le pasó factura.
En sus momentos finales, les pidió a sus seres queridos que pusieran a su hijo a su lado. Manifestó que podía verlo, a pesar de perder la vista debido al cáncer.
Sin duda, la historia de esta joven es inspiradora. Es una muestra del profundo amor que una madre abnegada siente por un hijo, aunque todavía esté en su vientre.
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