Hombre soltero renuncia a su vida de lujos y ahora cría a 7 niños pobres
Hasta cierto punto, el dinero puede traernos felicidad. Pero el hombre de nuestra historia encontró algo mucho más significativo, y dejó una vida de lujos para seguir su corazón.
A sus casi 40 años, Diego Bustamante, de Buenos Aires, Argentina, ha recorrido un largo camino para vivir el tipo de estilo de vida que anhelaba y ser fiel a su corazón.
Bustamante lo tenía todo: una casa en una buena zona y un padre dueño de un gran negocio donde podía trabajar. Él estudiaba Agronomía, pero dejó la universidad en el año 2000 para seguir su sueño. Quería convertirse en actor.
Diego Bustamante y Juanita Gerez [Izquierda]; Diego Bustamante con Willy, Pato, Mario, Maxi, Juan y Ariel Gerez. [Derecha] | Foto: Facebook.com/Diego Bustamante
RENACIMIENTO INTERIOR
Cuando tenía poco más de veinte años, Diego se mudó a México para seguir su pasión por el drama. Pero lo que descubrió allí fue algo mucho hermoso y cambió su vida.
“México me permitió encontrarme con mi soledad y recuperar mi historia. Volví con tres objetivos: reconectar con mi familia para sanar heridas; volver a los Franciscanos, que habían sembrado una semilla en mí; e ir a un psicólogo. ‘¡Vení tres veces por semana!’, me dijo”, recordó, según recoge Infobae.
Ahora entendía su propósito en la vida: dar su vida a los demás. Finalmente, hizo su nuevo hogar en Salta. Aquí, fundó la Asociación Civil Pata Pila para ayudar a las comunidades locales. Esto fue solo el comienzo.
UNA FAMILIA ESPECIAL
En 2014, durante su viaje para mejorar este pequeño rincón del mundo, Diego Bustamante se encontró con seis hermanos que necesitaban ayuda: William, Patricio, Mario, Maxi, Juancito y Ariel.
Diego decidió darle albergue a todos. La única hermana de los chicos, Juanita, prefirió quedarse en su hogar para terminar la escuela primaria, y meses después, se unió a ellos.
Con el tiempo, Bustamante se convirtió en el tutor legal de estos hermanos. Hablando sobre los desafíos que ha enfrentado en este camino, dijo:
“Claro que hay momentos en los que me veo desbordado, siento que es una lucha difícil y que todo es demasiado, pero respiro hondo y elijo volver a confiar porque vale la pena entregar la vida por los chicos”, según cita La Nación.
CONVIVENCIA EN PANDEMIA
Durante el confinamiento que se vivió en los inicios de la pandemia por covid-19, la familia logró sacar provecho a ese tiempo juntos. Según Diego, ese tiempo extra los ayudó a acercarse y consolidarse como una gran familia.
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“La pandemia a nosotros nos unió. Nos hizo encontrarnos y compartir más tiempo de calidad, conocernos, elegirnos. De alguna manera, nos hizo bien”, admite Diego.
AMOR GENUINO
La rutina que viven a diario retrata a una familia normal. Al mismo tiempo, Bustamante afirma que siempre anima a los niños a mantenerse en contacto con sus padres biológicos.
“Los acompaño como haría una madre o un padre, pero sin colocarme en ese lugar. No soy su papá, ni pretendo que me digan así. No busco el reconocimiento, ni el nombramiento. Soy simplemente alguien que los cuida”, explica Bustamante.
Por supuesto, cuidar a siete niños es un gran desafío, pero Diego dice que no lo hace solo. Cuenta con la ayuda de dos personas muy especiales, Lorena y Roxana. Y agrega:
“Los más grandes colaboran mucho. Todos suman; levantan la mesa, lavan los platos y se ocupan de sus cuartos (…) Juanita me ayuda un montón con los más chicos y sus tareas”.
Bustamante es un ejemplo de cómo una persona puede cambiar para bien la vida de muchos, y dejar un mundo mejor.
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