Mujer de 67 años queda devastada cuando su jefe la despide: semanas después, él le ruega que vuelva - Historia del día
Marta Gutiérrez, de 67 años, trabajó en el hospital durante 45 años, primero como enfermera y luego como médica. Amaba mucho su trabajo. Sin embargo, fue despedida inesperadamente y su jefe le pidió que regresara dos semanas después. Entonces tomó una decisión impactante.
Los dedos de Marta temblaban mientras estaba de pie frente a la oficina de su jefe, el Dr. Morales. Era consciente de que últimamente había sido olvidadiza, cometiendo errores menores. Y recientemente había cometido un error grave.
Se suponía que Marta ayudaría al Dr. Morales en la cirugía, y él le había recordado varias veces lo importante que era para él que ella estuviera presente en la operación. Pero Marta lo olvidó por completo. Afortunadamente, otro médico ayudó y la cirugía fue un éxito.
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Más tarde, ese día, el Dr. Morales llamó a Marta y le pidió que se reuniera con él. "Tenemos que hablar”, le dijo. De inmediato, ella entendió lo que significaba. Respiró hondo y se dirigió a la oficina de su jefe.
"Buenos días, Dr. Morales", dijo Marta en voz baja. "¿Quería verme?".
"Oh, Marta. Sí, pasa, por favor", precisó con severidad. "Por favor, toma asiento". Hizo una pequeña pausa y miró a Marta a los ojos.
"Sabes qué, Marta, has estado trabajando en este hospital durante casi 45 años. Comenzaste como enfermera y trabajaste duro para convertirte en médica. Ahora te aconsejo que te tomes un descanso. Pasa tiempo con tus hijos y nietos. En resumen, es hora de empezar a pensar en la jubilación".
"¿Jubilación?", preguntó Marta con la respiración agitada. "Dr. Morales, usted sabe cuánto me gusta mi trabajo. No puedo imaginarme sin venir a este hospital ni por un día. Usted sabe que después de la muerte de mi esposo, mi trabajo me ayudó a superar el dolor. NO LO HAGA ¡NO QUIERO RETIRARME!”.
"Bueno, Marta", dijo el Dr. Morales. "Ambos somos conscientes del desastre que ocurrió la semana pasada; ¡simplemente no apareciste! La cirugía era delicada. Habríamos estado en problemas si el Dr. Duarte no hubiera estado allí. No te permitiré un error así. Quiero que te retires”.
"No puede hacer eso, Dr. Morales".
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"Lo siento Marta, tengo que despedirte. Ya tienes 67 años. Vuelve a casa con tu familia. Siempre te estaremos agradecidos por tu servicio. Fuiste la médica más competente que he visto, es hora de darle una oportunidad a los nuevos talentos y a ti un descanso. ¡Muchas gracias!".
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Marta estaba desconsolada. Estaba llorando mientras salía de la oficina del Dr. Morales, reclamándose por haber cometido un error. Sin embargo, todo tenía un motivo.
La semana anterior, había olvidado el cumpleaños de su nieta Susana, y su hijo Roberto estaba tan enojado que había dejado de hablarle. Estaba molesta y no podía dejar de pensar en Roberto y Susana. Y en el proceso, cometió un error.
Marta no podía dejar de llorar cuando llegó a casa. Le atormentaba haberse quedado sin trabajo. Se había perdido el cumpleaños de Susana por estar en el hospital y ahora la habían despedido.
Miró alrededor en su casa, vacía y silenciosa. Estaba abatida. Ella estaría atrapada allí para siempre; nunca volvería al hospital, a su diminuta oficina donde atendía a sus pacientes.
Sollozó hasta quedarse dormida esa noche, y cuando se despertó a la mañana siguiente, se preparó rápidamente para irse al hospital, solo para darse cuenta 10 minutos después de que ya no tenía trabajo.
Se sintió terrible y comenzó a llorar de nuevo. Llamó a Roberto y él se dio cuenta de inmediato de que algo no estaba bien con ella. "Mamá, ¿estás bien?", preguntó, preocupado. "¿Qué pasa?".
"Me... me despidieron de mi trabajo, Roberto. Me dijeron que estaba trabajando por encima de mi edad de jubilación", contó llorando. "Me siento tan inútil en este momento. Siento que mi vida ya no tiene sentido".
"Lamento escuchar eso, mamá", dijo. "¡Está bien! Siempre has estado tan preocupada por el trabajo que nunca has podido dedicar suficiente tiempo a otra cosa. ¡Ahora es tu oportunidad de vivir tu vida y relajarte!".
"¡Mi trabajo era mi vida, Roberto! ¡Tú no lo entiendes! ¡Nadie lo entiende!", manifestó quejándose y colgó.
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Horas más tarde, sonó el timbre de su puerta. Era Roberto con sus nietas Susana y Beatriz.
"¡ABUELA!", gritaron al unísono. "¡Te trajimos tu pastel favorito! Papá nos dijo que solías hornearlo cuando él era un niño. ¿Podemos pasar, por favor? ¡Tenemos hambre!".
Marta se olvidó de su angustia cuando vio a las niñas. "¡Seguro, pasen!". Las niñas entraron corriendo y Roberto se disculpó.
"Oye, mamá", dijo. "Perdón por ser tan insensible. Debería haber entendido que estabas de mal humor. Vine a recogerte. ¿Qué tal si pasas una semana en mi casa? A las niñas y a Linda les encantaría tenerte con nosotros".
"Mmm… está bien", dijo ella.
Marta la pasó muy bien con Roberto y sus hijas ese día, y no podía creer lo mucho que disfrutó. Más tarde, regresó con un regalo para Susana. Le había comprado una muñeca Barbie y se disculpó por no haber llegado a su cumpleaños.
"Está bien, abuela", dijo Susana, sonriendo. "¡Te amamos!".
Más tarde ese día, Marta empacó sus cosas y se fue con Roberto y sus hijos a su casa, esperando regresar en una semana, aunque no sucedió. Se enamoró de su familia y quería pasar el mayor tiempo posible con ellos.
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Entonces, cuando Linda y Roberto le propusieron vender su casa y mudarse con ellos, ella aceptó con gusto.
Sin embargo, a los días sonó su teléfono y el número que apareció en la pantalla era el del Dr. Morales. "¡Marta!", exclamó con algo de desesperación en su voz. "¡Por favor, vuelve! Lo siento mucho. No debí haberte despedido. ¡Dios mío, este joven que contratamos para tu puesto hace horrible su trabajo!".
"Lo siento, Dr. Morales, no…"
"Por favor, Marta. Este hospital te necesita. Te necesitamos. Sabes qué, he decidido que podemos contratar a un asistente para ti, para que pueda verificar todo y asegurarse de que no haya errores. Por favor, vuelve".
Marta lo pensó durante un rato y luego se dio cuenta de que el Dr. Morales era tan egocéntrico que ni siquiera se molestó en preguntarle cómo había estado en los últimos días. Lo único que le importaba era el hospital. Así que ella tomó una decisión.
"Bueno, Dr. Morales", respondió ella. "Agradezco la oferta, pero me temo que tendré que rechazarla. Descubrí cuánto extrañaba a mi familia en las semanas después del despido. Mi familia es mi roca. Me dio las ganas de vivir cuando creí haberlas perdido. Ya no me siento inútil por no tener trabajo”.
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"En realidad, encontré un trabajo mejor y más adorable: ser una madre maravillosa y una abuela dedicada. Así que, gracias por su oferta. Estoy más que satisfecha con mi nuevo puesto. ¡Adiós!", agregó y colgó el teléfono.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La familia siempre debe ser tu primera prioridad: La familia de Marta le dio la fuerza para seguir adelante cuando se sintió inútil después de haber sido despedida de su trabajo.
- Un simple gesto de empatía y perdón por los demás puede hacer maravillas: Roberto reconoció la frustración de su madre después de perder su trabajo y la ayudó a superarla.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.