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Un hombre mayor en el supermercado | Foto: Shutterstock
Un hombre mayor en el supermercado | Foto: Shutterstock

Anciano llega a la tienda con lista de compras para su mujer: la cajera luego se entera de que no tiene esposa - Historia del día

Mayra Pérez
05 jun 2022
16:10

La cajera de una tienda de comestibles decide visitar a un anciano que suele comprar para él y su esposa, dado que no apareció durante una semana. Lo que descubre al llegar a su casa la deja sorprendida.

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Durante muchos años, Emma había trabajado como empleada en una tienda local de comestibles y nada podría hacerla más feliz. Compartir con los clientes habituales, escuchar sus historias, y saber sus gustos era algo que disfrutaba cada día.

Cada semana, un anciano llamado Roberto iba a la tienda a comprar comestibles. Llevaba una extensa lista de cosas para comprar, incluidos los ingredientes necesarios para hacer pastel de pollo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

“¡Realmente debes amar el pastel de pollo, Roberto!”, le comentó Emma en cierta oportunidad, después de ayudarlo a elegir los ingredientes.

“Claro que sí, Emma. Verás, mi esposa Laura hace el pastel de pollo más delicioso de la ciudad”, respondió.

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Emma le sonrió. Le parecía muy especial que Roberto disfrutara de la deliciosa especialidad casera de su esposa todas las semanas. Sin embargo, llamaba su atención que Laura nunca fuera en persona a la tienda.

Y a pesar de que el anciano vivía bastante cerca de la tienda, jamás había visto a la esposa asomándose a la puerta o a la ventana. Pero no consideraba prudente compartir sus pensamientos con Roberto.

Embolsó las compras del cliente y le dijo: “Nos vemos la próxima semana”, con una gran sonrisa.

“¡Nos vemos, Emma!”, respondió el anciano, como lo hacía cada semana.

Sin embargo, llegó la semana siguiente y Roberto no pasó por la tienda. Emma pensó que esto era extraño. Nunca antes había faltado los sábados en la tarde.

Intentó no preocuparse. Imaginó que lo vería el lunes, pero cuando no apareció, decidió pasar por su casa al terminar su turno. Cuando llegó, tocó el timbre, pero nadie respondió. “¿Roberto? ¿Laura?”, llamó en voz bastante alta.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Emma hizo una pausa, pero nadie abrió la puerta. Estaba a punto de irse cuando escuchó un sonido proveniente del interior de la casa. Parecía que alguien tosía.

Emma giró el pomo de la puerta y descubrió que estaba sin seguro. Entró con precaución y volvió a llamar al anciano: “¿Roberto? ¿Estás aquí? Soy yo, Emma, ​​de la tienda de comestibles”, dijo.

“Emma”, escuchó decir desde una habitación. Era la voz de Roberto, y tuvo un mal presentimiento. De inmediato, se dirigió hacia la habitación.

Vio a Roberto tumbado en el sofá, débil y pálido. “¿Qué te ocurrió? ¿Dónde está tu esposa?”, le preguntó Emma.

Lentamente, Roberto volvió la cabeza hacia una mesa en la misma habitación y Emma siguió su mirada. Allí, vio una urna con la foto de Laura.

“Lamento mucho saber que tu esposa falleció, Roberto. Me preocupé cuando no apareciste este fin de semana, así que quería ver cómo estabas”, le dijo.

Emma ayudó a Roberto a levantarse para que pudiera sentarse. “Gracias”, le dijo débilmente. Tenía fiebre y parecía como si no hubiera comido en días.

Emma le dio un medicamento y le dijo que esperara en la sala mientras cocinaba algo para que comiera. Caminó hacia la cocina, donde se sorprendió al encontrar muchas latas de guisantes y zanahorias en la mesada.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

“No entiendo…”, se dijo a sí misma. “Todos los ingredientes están sin usar. ¿Cuánto hace que su esposa murió?”, pensó.

Abrió el congelador para sacar unas pechugas de pollo y una base de pastel sin hornear. Decidió cocinarle a Roberto un pastel de pollo con la esperanza de que se sintiera mejor.

Una vez que terminó de cocinar, le llevó el pastel a la sala de estar. “Sé que probablemente no sea tan bueno como el de tu esposa, pero espero que te haga sentir mejor”, le dijo.

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Roberto le sonrió. “Gracias, Emma”, dijo, con una débil sonrisa. “No he comido pastel de pollo en más de cuatro años”.

Esa declaración respondió casi todas las dudas que había tenido Emma. Pero aún no comprendía por qué seguía comprando los ingredientes para el pastel de pollo cada semana.

Apartó ese pensamiento de su mente y se sintió feliz al ver el apetito con el que comía Roberto y cómo le volvía el color al rostro. Cuando terminó, la curiosidad le ganó.

“Espero que no te moleste que pregunte, Roberto, pero ¿por qué comprabas ingredientes para el pastel de pollo todas las semanas y los apilas en la cocina? ¿No sabes hacer el pastel?”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Roberto negó con la cabeza. “Para ser honesto, Emma, ​​he estado viviendo en una fantasía en la que creo que mi esposa Laura regresará. Así que preparo todos los ingredientes para el pastel de pollo cada semana…”.

Emma se entristeció al escucharlo. No sabía qué decir, así que volvió a mirar la foto de la esposa de Roberto. “Ella era hermosa”, dijo.

Rogelio sonrió. “Es la chica más hermosa que he visto en mi vida. La extraño todos los días. Pero tienes razón, Emma. Tal vez sea hora de salir de mi mundo de fantasía y enfrentar la realidad de que ella no va a volver”.

“Ella siempre estará contigo, Roberto. Puede que no esté contigo físicamente, pero siempre estará en tu corazón”, le aseguró Emma.

Roberto asintió. “Gracias por decirme eso. Tus palabras me llegan al alma. Y gracias por preocuparte por mí. Me he estado sintiendo enfermo durante días, y si no hubieras venido a verme, no sé cuánto más habría vivido”, admitió.

Emma le prometió a Roberto que siempre vendría a ayudarlo. Descubrió que Roberto cocinaba comidas sencillas todos los días, pero nunca se atrevía a hacer el pastel de pollo.

Así que se aseguró de cocinarle una variedad de comidas saludables cada semana, que podía recalentar cuando quisiera. El anciano empezó a estar mucho más saludable y con más energía.

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Con el tiempo, se hicieron buenos amigos. Emma veía en él a una figura paterna cariñosa y Roberto estaba encantado con sus cuidados y atenciones, y gracias a ella, sus últimos años fueron felices.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Los ancianos deben ser cuidados y atendidos por todos en la comunidad. No todas las personas mayores tienen hijos o familia que los acompañen en sus últimos años de vida y a veces, mueren en la más absoluta soledad. Personas como Emma, son invalorables y salvan vidas.
  • La muerte es muy difícil de manejar para la mayoría, y la compañía y el cariño son las mejores ayudas. Roberto quedó completamente solo cuando murió su esposa, y de alguna manera, se negó a aceptarlo, sumergiéndose en un mundo de fantasía donde ella seguía a su lado. La compañía y el cariño de Emma lo ayudó a superar su duelo y seguir adelante.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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