Tras 40 años de matrimonio fiel, mujer mayor recibe invitación para una cita con un hombre que no reconoce - Historia del día
Mónica, la esposa de Tomás, estaba en el hospital recibiendo un nuevo tratamiento terapéutico para su enfermedad. Llevaban 40 años casados, pero las cosas se estaban complicando para ella. Un día, se llevó la sorpresa de su vida cuando un completo desconocido la invitó a una cita.
Tomás y Mónica se casaron a los 20 años, criaron a sus hijos y llevaron una vida tranquila en los suburbios. Para todo el mundo, eran la personificación de la pareja perfecta. Pero, aunque seguían enamorados incluso después de décadas, en su vida no era todo color de rosa.
Por desgracia, a Mónica le diagnosticaron la enfermedad de Alzheimer. No fue una sorpresa para ella porque era algo que le venía de familia, pero aun así les entristeció la noticia.
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Mónica odiaba la idea de que Tomás se sintiera atrapado cuidando de ella. Por eso le dijo que la enviara a un centro de salud.
"Nos hicimos una promesa Mónica. 'En la enfermedad y en la salud', dijimos entonces", replicó Tomás. "Nunca voy a hacer eso. Cuando necesites más ayuda, contrataremos a alguien que te cuide en casa".
Mónica no podía creer lo bueno que era su esposo. Sentía que nunca podría agradecérselo lo suficiente.
Su estado empeoró con el paso del tiempo, pero los médicos les dieron esperanza. Al parecer, estaban probando algunas terapias y tratamientos nuevos. Así que, cada año, Mónica se quedaba en el hospital durante una semana, y Tomás la recogía el último día.
Lamentablemente, parecía que a ella le costaba recordarlo después de ese tiempo. Cada año le resultaba más difícil y Tomás esperaba que sucediera lo mismo esta vez. Sin embargo, en esta ocasión sintió algo más. Se dio cuenta de que probablemente no tendría más oportunidades de compartir momentos especiales con su esposa en el futuro cercano.
Por lo tanto, planeó algo especial. Iba a recogerla con estilo, e irían de picnic como en su primera cita hacía más de 40 años. También preparó una carta única y pidió ayuda a una enfermera. Todo tenía que ser perfecto.
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"Señora Mónica, hoy tengo algo especial para usted", dijo la enfermera Laura, mientras entraba a la habitación con un regalo en las manos.
"Oh, ¿qué es?",
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"Va a tener que abrirlo para averiguarlo. Pero creo que le va a gustar mucho", dijo la mujer, sonriendo alegremente.
La enfermera Laura estaba en el centro de tratamiento desde que Mónica había recibido su primer diagnóstico. Aunque la mujer olvidaba muchas cosas debido a su condición, siempre se sentía cómoda con ella. Por lo tanto, Tomás le confiaba plenamente los cuidados de su esposa.
Mónica tomó el paquete y vio una carta en la parte superior. La abrió y descubrió algo sorprendente: "Alguien me pide una cita", le dijo a la enfermera. La carta también decía: "Ponte esto y reúnete conmigo abajo".
"Oh, vaya. ¿No es emocionante?".
"No he tenido una primera cita en... bueno... no estoy segura de cuánto tiempo", continuó Mónica mientras la enfermera la ayudaba a abrir el paquete y a vestirse con un hermoso vestido de verano. Bajaron el pequeño tramo de escaleras del centro de tratamiento y vieron a Tomás inmediatamente.
Llevaba un estupendo pantalón de caquis, una camisa abotonada y un sombrero de fieltro, con la sonrisa más brillante, que reservaba solamente para ella. Mónica vio que la miraba y le devolvió la sonrisa mientras se acercaba.
"¿Me has enviado este paquete y la carta?", le preguntó. "Pero no me conoces, y creo que no nos hemos visto antes".
"Me llamo Tomás, y sí, he enviado el paquete. ¿Qué te parece si hoy vamos de picnic?", se presentó a su mujer y actuó como si todo estuviera bien, aunque seguía doliendo que ella no le recordara en absoluto.
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"Bueno, ya sabes que soy Mónica. Encantada de conocerte y creo que aceptaré tu invitación", respondió ella, pasando la mano por debajo del brazo de Tomás y despidiéndose de la enfermera Laura, que les sonreía con complicidad.
Pasaron el resto de la tarde disfrutando del picnic especial que él había organizado en el parque donde habían tenido su primera cita hacía varias décadas. También había preparado un regalo único: un álbum lleno de fotografías de su vida en común.
Mientras Mónica las hojeaba, Tomás le contó historias de todo lo que habían hecho y vivido juntos durante los últimos 40 años, y con lágrimas en los ojos, Mónica finalmente volvió a reconocerlo en algún momento.
"Siento mucho no haberme acordado", sollozó en voz baja mientras Tomás le agarraba la mano con fuerza.
"No te preocupes. Porque yo estaré aquí para asegurarme de que lo recuerdes, y seguiré contándote estas historias y enseñándote este álbum sin importar cuántas veces haga falta", la tranquilizó.
El sol finalmente se puso. Recogieron sus cosas y disfrutaron de una noche tranquila juntos en casa. Mónica olvidaba cosas y se confundía a menudo, pero Tomás siempre estaba ahí para guiarla. Era su roca en las buenas y en las malas.
Unos meses más tarde, Mónica falleció plácidamente mientras dormía y, a pesar del dolor, Tomás sabía que había hecho todo por ella.
Mientras velaba su cuerpo, rezó a cualquier poder que estuviera ahí fuera para que volvieran a estar juntos en el cielo o en otra vida.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Hay que hacer que cada momento sea único: Tomás sintió que tenía que aprovechar su tiempo con Mónica de una manera especial y planeó una cita especial. Hizo bien porque ella murió poco después.
- Los votos matrimoniales nunca deben tomarse a la ligera: Tomás se tomó en serio sus obligaciones como esposo de Mónica, prometiendo que estaría a su lado en la salud y en la enfermedad.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.