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Hombre pierde a su esposa y da la bienvenida a su hija dos días después: "Su mamá la hubiera amado tanto"

Mayra Pérez
16 jun 2022
20:10

Mahmoud Soliman experimentó la angustia más grande de su vida cuando esperaba el nacimiento de su hija. Perdió a la persona más preciosa para él.

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En 1989, Jayne Soliman se convirtió en campeona de patinaje artístico de Gran Bretaña. Estaba trabajando como entrenadora de esta disciplina en Abu Dabi cuando conoció al licenciado en derecho nacido en Egipto, Mahmoud Soliman.

A partir de ese momento, ellos se hicieron muy amigos y pronto desarrollaron sentimientos más profundos el uno por el otro. Tras un par de meses, Mahmoud le preguntó a Jayne si consideraría casarse con él.

Sorprendida y preocupada por la diferencia de edad, Jayne no le dio una respuesta definitiva hasta dos semanas después, cuando le dijo que estaría feliz de aceptar su propuesta.

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FORMANDO UNA FAMILIA

Jayne se convirtió al Islam y cambió su nombre a Aya Jayne, que significa “milagro”, antes de que la pareja se casara oficialmente en abril de 2007. Más tarde, la pareja se mudó a Gran Bretaña.

Mahmoud comenzó a estudiar para obtener una maestría en negocios, mientras Jayne trabajaba como entrenadora en Bracknell Skating Club.

Como Jayne era 12 años mayor que Mahmoud, la pareja decidió que querían tener un hijo lo antes posible. Su primer intento terminó en un doloroso aborto, pero volvió a embarazarse dos meses después.

La pareja se sentía preocupada y con incertidumbre sobre cómo resultaría este segundo embarazo. Un mes después, se sintieron aliviados cuando escucharon los latidos del corazón de su bebé durante una exploración.

Le cantaban a la bebé todos los días e incluso la apodaban Sparky cada vez que pateaba. Jayne y Mahmoud estaban emocionados y ansiosos por el día en que naciera la niña.

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COMPLICACIONES INESPERADAS

A las veinticinco semanas de embarazo, Jayne llegó a casa enferma. Se quejó de que le dolía la cabeza y acunó la cabeza entre las manos. No mucho después, vomitó en el suelo y Mahmoud fue a la cocina a buscarle un vaso de agua.

Estando en la cocina, escuchó un ruido sordo. Llamó a su esposa, esperando escuchar su voz, pero la encontró colapsada en el suelo y de inmediato, intentó levantarla

Ella lo llamó cariñosamente por su apodo, y le dijo: “Moody Shmoody, no te lastimes la espalda”. Esas fueron las últimas palabras que escucharía de su amada esposa,

Jayne fue transportada por aire al Hospital John Radcliffe. Después de un escáner, se reveló que la futura madre había sufrido una hemorragia cerebral.

El sangrado fue el resultado de un tumor cerebral canceroso no detectado que había roto un vaso sanguíneo. Desafortunadamente, los médicos no podían hacer nada para salvarla porque Jayne tenía muerte cerebral.

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LUZ DE ESPERANZA

A pesar de que no había nada que pudieran hacer para salvar a la madre, la niña, por otro lado, tenía la oportunidad de sobrevivir si podían mantener el corazón de Jayne latiendo durante dos días más.

Los médicos le aplicaron dosis masivas de esteroides para que los pulmones de su bebé pudieran fortalecerse, lo que llevaría su tasa de supervivencia muy por encima del 50%. Sin embargo, todo dependía de si el corazón de Jayne podía seguir funcionando con soporte vital.

Por fortuna, ella siguió luchando y, dos días después, la niña nació por cesárea. Jayne fue desconectada del soporte vital y, poco después, su corazón dejó de latir.

La recién nacida, que pesaba poco más de un kilo, fue llevada a una incubadora. Antes del trágico suceso, la pareja había acordado llamar al niño Ali si era niño o Maggie si era niña. Sin embargo, Mahmoud decidió que debía llamarla Aya Jayne en memoria de su madre.

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El funeral de su difunta esposa se llevó a cabo una semana después, y según cita Daily Mail, durante el evento el amigo y colega de Jayne, David Phillips, confesó:

“Para Jayne, convertirse en madre fue lo mejor que le pudo haber pasado en el mundo. Estaba tan feliz; siempre había querido ser madre más que cualquier otra cosa. Vivió para tener una niña”.

Por su parte, Mahmoud explicó que las horas entre la muerte de su esposa y el nacimiento de su hija fueron las más desgarradoras de toda su vida. Pero también entendió que necesitaba ser fuerte para su niña.

Ahora siente que no puede esperar a que la pequeña crezca para poder contarle sobre lo encantadora que había sido Jayne y cuanto la hubiera amado.

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