logo
página principalHistorias Inspiradoras
Un hombre mayor sentado en un banco | Foto: Shutterstock
Un hombre mayor sentado en un banco | Foto: Shutterstock

Mujer alberga a un anciano desamparado en una noche lluviosa: meses después se convierten en familia - Historia del día

Mayra Pérez
19 ago 2022
23:00

Cuando Vivian decidió ayudar a un anciano indefenso en medio de la noche, estaba probando el universo. Pronto, la respuesta se hizo muy clara.

Publicidad

“Nota personal: cuando tu abuela diga algo, hazlo. Cuando te pida que te pongas aceite en el cabello, cúbrelo. Cuando te pida que te quedes a pasar la noche, quédate a dormir”.

“Cuando te diga que rompas con ese chico, no trates de justificar tu elección. Ahórrate el dolor de corazón y termina con el chico. Y lo más importante, cuando tu abuela te pida que lleves un paraguas, no revises el pronóstico del tiempo. Lleva un paraguas”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Vivian detuvo la grabación de audio en su teléfono. Esta era la cuarta nota de voz espontánea que grababa en la última hora.

“Nada pone en marcha tu creatividad como estar varado solo en un camino oscuro y la lluvia amenazando con romper el techo de tu auto averiado”.

Publicidad

Había estado mirando los limpiaparabrisas chirriando de un lado a otro mientras pensaba: “Debería haberme quedado con la abuela hoy”.

Por suerte, no lo hizo, porque unos minutos después, conocería al hombre que haría que su corazón diera un vuelco.

“¿Estás bien?”. Un coche se había detenido junto al de ella y un hombre bajó la ventanilla para hablarle. Vivian se sorprendió de que alguien se detuviera en medio de lluvias torrenciales para ver cómo estaba una completa extraña.

“No realmente, no. El auto no arranca. Y tengo un largo camino por recorrer”.

El hombre pensó por un segundo y dijo: “¿Vas a ir a la parte alta de la ciudad?”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Publicidad

“Sí, así es”, y le dio el nombre de la calle.

El hombre pareció hacer una pausa para pensar.

Ella creyó que estaba haciendo un plan en su mente: “Se va a ofrecer a llevarme. En el camino me contará cosas que no necesito saber sobre su vida. Y luego querrá subir a tomar un café”.

“Caramba, lo siento, tuve que buscar la calle. Está muy lejos de mi camino. Me ofrecería a dejarte, pero tengo que llegar a casa en una hora”, dijo el desconocido, interrumpiendo abruptamente sus pensamientos.

Vivian se sorprendió de lo equivocada que estaba. “Ciertamente, este no es mi día”, pensó.

“Pero tal vez pueda echarle un vistazo al auto”, dijo.

Salió sin dudarlo como si fuera un día soleado. Vivian comenzó a abrir la puerta para salir del auto, pero el amable extraño la detuvo.

“No, no, quédate adentro. Te llamaré si te necesito”.

Al decir esto, sonrió. Y fue entonces cuando Vivian realmente lo vio. La calidez y el encanto de su sonrisa la tomaron por sorpresa. Esto era nuevo.

Publicidad
Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Le tomó menos de 15 minutos hurgar en el capó del auto antes de pedirle que intentara arrancar el auto. Su rostro era serio, sus ojos entrecerrados y enfocados, y estaba de pie con las manos en las caderas, mirando los faros con anticipación.

Vivian quería que el coche arrancara solo para verlo sonreír de nuevo, ¡y funcionó! El hombre dejó escapar un aplauso emocionado. Su sonrisa de victoria era aún más hermosa.

“¡Muchas gracias! Has sido increíblemente amable”, dijo ella. Vivian trató de ofrecerle dinero por su ayuda, pero él se negó a aceptarlo, cortésmente.

“Ayuda a otra persona más adelante, es el mejor pago que me puedes dar”, dijo, y a continuación, le explicó su filosofía de vida, sin importarle que estaba parado bajo la lluvia.

Publicidad

“Si hice algo bueno por ti, asegúrate de transmitir esta amabilidad a otra persona y el universo encontrará una manera de ‘pagarme’ de alguna forma”.

“Eso es fascinante. ¿Sabes qué? Definitivamente deberíamos encontrarnos en circunstancias más secas”, dijo Vivian, con su particular sentido del humor.

Él se rio y asintió con la cabeza. “Dame tu número. Te llamaré pronto”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Le dio la información solicitada, y se despidió de él con una grata sensación en su corazón. Pero había pasado una semana y todavía no tenía noticias de Martín.

“Probablemente no le caí bien. A los hombres no les gustan las mujeres graciosas”, concluyó Vivian.

Publicidad

No había nada que pudiera hacer al respecto. Ser comediante no había sido su sueño de infancia, pero le sentaba como anillo al dedo. Y no había mirado hacia atrás desde el día en que, de mala gana, subió al escenario para hacer su primer set de micrófono abierto.

“¡Ay, abuela! Tenías razón. ¡Debería haberme quedado esa noche!”, le dijo a su abuela por teléfono.

Los siguientes días, Vivian quedó atrapada en el trabajo, haciendo presentación tras presentación. Al final de la semana, no veía la hora de descansar la cabeza en el regazo de su abuela y quedarse dormida.

El fin de semana pasó volando. En el regreso a casa, la noche de nuevo estaba lluviosa, y las farolas de la vía aún estaban rotas. Pero esta vez, su automóvil funcionó sin problemas y había un paraguas en el asiento trasero.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Publicidad

Mientras conducía por la carretera, vio la imagen borrosa de un hombre sentado solo en la acera unos metros por delante de ella.

Parecía estar sosteniendo una pila de papeles sobre su cabeza para protegerse de la lluvia. “Se ve mayor. Probablemente esté perdido”.

Casi sigue de largo, pues no dejaba de pensar que el hombre era un desconocido, pero luego recordó las palabras de Martín: haz cadena de favores. "Veamos si realmente funciona", pensó.

Se detuvo frente al anciano, bajó la ventanilla y preguntó: “¿Buenas noches, estás bien?”.

El anciano trató de levantarse de la acera, pero no pudo levantarse más allá de unos centímetros.

“Espera, déjame ayudarte”. Vivian tomó el paraguas y salió del auto. “¿Tienes algún lugar a donde ir?”, preguntó después de notar que el hombre no tenía pertenencias con él.

El anciano se rio e inmediatamente se agarró la espalda con dolor. “No soy un vagabundo. Me acaban de extirpar el apéndice”.

El hombre continuó explicando que había sido operado ese mismo día. Su hijo estaba fuera por trabajo, pero prometió que llegaría al día siguiente a la hora del alta y lo llevaría a casa.

Publicidad
Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

“Pero el hospital me dio de alta antes de lo esperado. Y me di cuenta de que no tenía mi teléfono conmigo”.

El anciano pensó entonces en tomar el autobús a casa, pero a mitad de camino se dio cuenta de que estaba en el autobús equivocado.

“Así que me bajé en la siguiente parada, que estaba aquí. Y luego, comenzó a llover. Mis documentos están empapados, así que no puedo demostrar que estoy diciendo la verdad”.

Vivian le puso una mano en el hombro y dijo: “Está bien. Te creo. ¡Nadie puede mentir tan bien sobre un mal día! Vamos a sacarte de aquí. ¿Recuerdas el número de teléfono de tu hijo o la dirección de tu casa?”.

Publicidad

El anciano negó con la cabeza: “Lo siento, estoy siendo una carga para ti”, dijo el anciano, con frustración.

Vivian se tomó un momento para idear un plan y decidió alojar al anciano en su casa durante la noche. Fue un largo viaje que comenzó con una conversación alegre, pero pronto, el hombre, exhausto, se durmió.

Llevó al anciano a la habitación de invitados, le dio algunas toallas y ropa seca y se aseguró de que tuviera todo lo que necesitaba junto a su cama.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Antes de quedarse dormida, pensó en Martín. Le halagaría saber que había seguido su consejo. ¡Y entonces habría hecho alarde de esa sonrisa suya!

Tenía que salir temprano a la mañana siguiente. Llevó a su nuevo amigo de regreso al hospital de acuerdo con el plan. Sin forma de contactar al hijo del hombre, esa era la única forma de reunirlos.

Publicidad

Mientras esperaba en el área de recepción, aprendió mucho sobre el hijo del anciano. Era propietario de múltiples concesionarios de automóviles en la ciudad vecina.

“Si tan solo entendiera a las mujeres tan bien como entendía a los autos…”, dijo el hombre, riéndose de su idea.

De repente, cruzó los ojos con alguien a la distancia. “¡Allá está mi hijo!”.

Cuando el hombre se acercó, Vivian no podía quitar la expresión de sorpresa de su rostro.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Publicidad

“¿Martín?”. La mujer estaba demasiado emocionada para notar el arrullo en su voz.

“¡Vivian! ¿Qué haces aquí?”

Vivian le contó toda la historia, y el anciano la interrumpió para enfatizar lo amable que había sido con él. Martín no pudo evitar sonreír ante la manera en que el universo los había vuelto a conectar.

Por lo general, Vivian se encogía de hombros ante las teorías que apuestan por la bondad de la humanidad. Pero esta vez, la evidencia era demasiado convincente.

“Pensé que nunca te volvería a ver. Perdí el papelito en el que escribí tu número. Durante los siguientes días, seguí conduciendo por el mismo lugar, en caso de que pasaras por la misma ruta”.

“¡Ah! ¡Así que ESTA es la chica graciosa con la hermosa sonrisa!”, dijo el padre de Martín.

Su hijo hizo un esfuerzo por no sonrojarse. Durante los siguientes meses hubo muchas citas, viajes espontáneos a la playa y Martín asistía a las presentaciones de Vivian.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Publicidad

Su abuela a menudo presionaba a Vivian: “¿Y cuándo se van a casar?”.

Vivian no quería esperar demasiado. “Tal vez esto es lo más increíble que puede llegar a ser la vida. Y eso es suficiente para mí”.

Vivian y Martín la estaban pasando muy bien. Se mantuvieron uno al lado del otro cuando él perdió uno de sus mayores acuerdos comerciales y ella quedó fuera de una gira que le habría dado fama.

Sin embargo, su material mejoró y a Vivian le encantaba que su abuela, Martín, y su padre se rieran en la primera fila. En uno de los muchos espectáculos, el acto fue interrumpido.

Martín subió al escenario, se arrodilló, sacó una pequeña caja de terciopelo y le pidió al amor de su vida que se casara con él.

“¡Lo haré, pero te mataré primero por avergonzarme así!”, bromeó Vivian, totalmente sonrojada.

Cuando la pareja intercambió votos en una hermosa ceremonia unas semanas después, el padre de Martín cerró los ojos y agradeció al universo.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Publicidad

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • El amor siempre encuentra un camino. Después de que Martín perdiera el número de Vivian y tratara de volver a verla en vano, habían perdido la esperanza de encontrarse. Sin embargo, el amor los volvió a conectar de la manera más inesperada.
  • La amabilidad que das siempre regresa para bendecir tu vida de alguna forma. Tal como dijo Martín y Vivian se dio cuenta más tarde, es mejor devolver la bondad sin preocuparse por obtener algo a cambio.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

Publicidad
Publicidad
Publicaciones similares