Empleado de comercio es despedido por ayudar a discapacitado, al día siguiente obtiene un trabajo que paga 5 veces más - Historia del día
Un amable empleado de una tienda ayuda a un cliente discapacitado con sus compras y es despedido. Al día siguiente consigue un nuevo trabajo ganando cinco veces más.
Jacinto amaba su trabajo. Trabajaba en la tienda de comestibles y disfrutaba compartir con los clientes. Ya conocía a la mayoría de los usuarios por su nombre, y todos lo amaban por su actitud servicial y amistosa.
Desafortunadamente, su jefe, el Sr. Torrevieja, quedó menos impresionado. Era un hombre agrio y duro, y para él solo contaba una cosa: el dinero. Un día, la amabilidad de Jacinto lo provocó y el Sr. Torrevieja reaccionó.
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Todo comenzó un miércoles por la tarde cuando entró un nuevo cliente. El hombre usaba muletas y tenía una de las perneras del pantalón sujetada hacia arriba. Era evidente que había perdido una extremidad.
Jacinto vio que el hombre estaba lidiando con sus muletas, el carrito de compras y sacando lo que quería de los estantes. Terminó de atender rápidamente a un cliente al que le estaba facturando su compra y se mantuvo pendiente del hombre discapacitado.
Veinte minutos después, el hombre estaba en la fila frente a la caja registradora de Jacinto. "¡Hola!", le dijo el buen empleado con una sonrisa. "¿Cómo está?".
"Estoy bien", dijo el hombre.
Jacinto asintió hacia las muletas del hombre y preguntó: "¿Eres un veterano?".
"Sí", dijo el hombre. "Oriente Medio... Tengo una prótesis, pero mi muñón está ulcerado, así que necesito usar estas muletas por un par de meses".
"¡Hombre!". Jacinto hizo una mueca. "¡Eso es duro!".
"Escucha", dijo el hombre. "Estoy mejor que muchos de los otros muchachos con los que serví. ¡No me quejo!".
Jacinto empacó las compras del hombre y observó que tenía dificultad para agarrar las bolsas y las muletas. "¡Espera!", dijo el cajero de la tienda. Jacinto se volvió hacia los otros clientes. "¿Podrían esperar unos minutos, por favor?".
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Jacinto agarró las bolsas con las compras del veterano y lo siguió hasta el estacionamiento. Colocó los productos del hombre en su baúl y se despidió.
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Cuando regresó a la tienda, vio al Sr. Torrevieja parado junto a la caja de Jacinto, con los brazos cruzados y luciendo muy enojado. "¿Dónde estabas?", preguntó enojado. "¡Los clientes están esperando!".
"Lo siento, señor Torrevieja", dijo Jacinto. "Había un señor con una sola pierna, y no podía cargar sus compras..." Uno de los clientes en la fila interrumpió antes de que el Sr. Torrevieja pudiera responder.
"Este joven fue muy amable", dijo. "¡No me importó esperar!". Los otros clientes estuvieron de acuerdo y el Sr. Torrevieja sonrió, pero sus ojos estaban sin ninguna expresión.
A la hora de cerrar, llamó a Jacinto a su oficina y le entregó una boleta rosa y un cheque. "No me importa lo que digan esos otros tontos. ¡Estás aquí para trabajar, no para hacer caridad!", le dijo. "Cada momento que estás fuera de tu trabajo me cuesta dinero".
"Ganar dinero es de lo que se trata la vida, ¿entiendes? He tenido suficiente de tu basura. ¡Estás despedido!".
Jacinto miró la cara enojada del Sr. Torrevieja y supo que no tenía sentido discutir. Tomó su cheque y se fue. Tuvo que empezar a buscar trabajo de inmediato. Su mamá dependía de él.
A la mañana siguiente, a las 7:00 a. m., Jacinto estaba en la parada del autobús esperando para ir al pueblo a buscar trabajo. Un auto se detuvo y una voz amistosa lo saludó. "¡Hola! ¿Necesitas que te lleve a la tienda?".
¡Era el hombre del día anterior! "Hola", dijo Jacinto. "No voy a ir a la tienda. Ya no trabajo allí".
El hombre pareció sorprendido. "¿Por qué?", preguntó.
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Jacinto se sonrojó y explicó: "El señor Torrevieja dijo que estuve fuera de la caja durante demasiado tiempo. Me despidió".
El hombre parecía molesto. "¡Eso fue por mi culpa!", gritó. "Sube al auto. Te llevaré a donde quieras ir".
"Voy al centro a buscar trabajo", dijo Jacinto.
"¡Eres el hombre!", expresó. "Entonces, además de trabajar en una tienda de comestibles, ¿qué más puedes hacer?".
Jacinto parecía avergonzado. “Mi mamá dice que lo único que hago bien es jugar videojuegos”, confesó.
"¡En verdad!", comentó el veterano. Parecía interesado. "¿Qué juegas y cuáles son tus puntuaciones?".
Para sorpresa de Jacinto, el hombre sabía mucho sobre videojuegos y parecía bastante impresionado por la opinión y las ideas del joven sobre los juegos.
"¿Te gustaría trabajar para mí?", preguntó el hombre.
"¿Para ti?", interrogó Jacinto. "¿Haciendo qué?".
"Quiero que le cuentes a mi desarrollador de juegos algunas de esas ideas que compartiste conmigo", dijo el hombre. "Soy dueño de una empresa que crea juegos. ¡Creo que encajarás perfectamente!".
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Una semana después, Jacinto comenzó a trabajar en la empresa del hombre y le encantó. Su jefe insistió en que regresara a la escuela y tomara cursos nocturnos en la universidad local. Jacinto estaba encantado.
Su amigo sin una pierna no solo era un gran jefe; él era un mentor. Aunque al principio fue difícil, poco a poco, con su ayuda, Jacinto se convirtió en el mejor desarrollador de la empresa.
Estaba ganando cinco veces más de lo que ganaba en la tienda de comestibles y haciendo algo que amaba. Ahora se construía un futuro, y todo, gracias a su gesto amable.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La amabilidad es más importante en la vida que el dinero: El Sr. Torrevieja estaba seguro de que nada importaba más que el dinero, pero Jacinto no estaba de acuerdo. Su amable gesto le costó su trabajo, pero le ganó un futuro.
- Todos tenemos un talento que nos puede llevar a lo más alto: Jacinto estaba feliz trabajando en una tienda de abarrotes y tuvo la suerte de conocer a alguien que reconoció su talento y le dio una oportunidad.
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