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Niños comiendo | Foto: Flickr.com/shannonpatrick17
Niños comiendo | Foto: Flickr.com/shannonpatrick17

Chico comparte su almuerzo con una pobre niña y al día siguiente ella los lleva a él con su abuela en su SUV - Historia del día

Vanessa Guzmán
08 sept 2022
04:00

Tom vio que su compañera de clase Mía no tenía nada para almorzar, así que compartió con ella su comida a pesar de tener muy poco para él. Al día siguiente, ella apareció en un todoterreno negro con una gran sorpresa para Tom y su abuela.

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"Oye, ¿no vas a ir al recreo?", le preguntó Tom a su compañera de clase, Mía, quien se sentaba a su lado todos los días. A diferencia del resto de la clase, Mía no se había levantado cuando la maestra anunció que era hora del recreo. Todos los niños se levantaron, recogieron sus loncheras, sin embargo, Tom notó que su amiga se quedó atrás.

"No", respondió la chica, frunciendo los labios. "No tengo nada para comer".

"¿Qué?", preguntó Tom, sorprendido. Miró a su amiga con compasión mientras ella asentía solemnemente con la cabeza. "¿Por qué? ¡Siempre traes almuerzo!".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Mía asintió lentamente con la cabeza. "Sí, pero no hoy".

"¿Por qué?", preguntó de nuevo.

"Mi madre está en el hospital, así que hoy no tengo comida", reveló Mía, mirando a Tom y encogiéndose de hombros.

"Puedes compartir conmigo. Mi abuela hizo este sándwich", dijo Tom y se lo dio a la niña.

"¡Gracias, Tom! Si me dan una lonchera mañana, ¡la compartiré contigo!", dijo Mía con una sonrisa.

Tom pensó en su situación, sintiéndose horrible porque la madre de Mía estaba en el hospital. Sus padres fueron al hospital un día y nunca salieron. Estaban en el cielo, según la abuela de Tom, Rosalinda.

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También sabía lo que era no tener comida. Su abuela siempre había hecho lo mejor que podía, pero no contaba con el apoyo de nadie. No tenían más familia. Siempre hablaba con alguien por teléfono sobre cómo subían los precios y aunque Tom no entendía mucho sobre el tema, a menudo comían sobras.

Empatizando con su amiga, miró dentro de su lonchera. Había un sándwich de mortadela, jugo y una manzana. "Puedes compartir conmigo. No sé si te gusta este sándwich, pero mi jugo y la manzana son realmente buenos", ofreció con una sonrisa.

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"¿En verdad?", la chica se animó y se levantó de su escritorio.

"¡Sí, vamos!", instó, y ambos corrieron hacia el patio del recreo. Tom partió su sándwich por la mitad y se turnaron para beber de su caja de jugo y morder la manzana.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Mía sonrió y se rio mucho. Después de comer, jugaron con los demás niños hasta que llegó la hora de volver a clase.

Al final del día, Mía se despidió de Tom y le agradeció por compartir su almuerzo. "¡Si recibo una lonchera mañana, la compartiré contigo!", gritó.

Tom se despidió mientras subía al autobús escolar y esperaba que la madre de Mía se mejorara pronto y regresara a casa, para que no volviera a pasar hambre.

El día siguiente era un hermoso sábado y la abuela de Tom le había prometido que podían jugar en el parque local cerca de su casa. Pero cuando se disponían a salir, escucharon la fuerte bocina de un auto afuera.

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"¿Qué es ese ruido?", preguntó Rosalinda, agarrando su abrigo y abriendo la puerta. "¿Quién es ese?".

Tom escuchó las palabras de su abuela y corrió hacia la puerta para ver qué era. Había un enorme SUV negro frente a su casa, pero no tenían idea de por qué o quién podría ser. "Creo que nuestro vecino tiene una visita".

"Debe ser eso", dijo Rosalinda y decidió salir para ver si necesitaban aclarar una dirección. Pero cuando ambos salieron, Tom vio a Mía salir del asiento trasero y correr hacia ellos.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"¡TOM! ¡TOM!", gritó. "¡SORPRESA!".

"¿Qué pasa?", preguntó Tom, confundido pero sonriente.

"¿Quién es?", consultó Rosalinda con una sonrisa en el rostro. Tom le presentó a Mía.

Un hombre vestido con ropa informal, pero de aspecto caro, se acercó a ellos. "¡Hola! Soy Roger, el padre de Mía. Escuché que Tom compartió el almuerzo con Mía ayer", extendió su mano hacia Rosalinda y luego miró a Tom. "Muchas gracias, chico. Si no fuera por ti, mi hija habría tenido hambre todo el día".

Entonces los niños se distrajeron y comenzaron a correr por el patio delantero. Roger se acercó a Rosalinda.

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"Ayer fue la primera vez en mucho tiempo que Mía se quedó conmigo. Mi esposa y yo nos divorciamos hace un tiempo y he estado viajando. Me da vergüenza decir que olvidé prepararle el almuerzo. Le di dinero, pensando que su escuela tenía una cafetería. Pero, aparentemente, no la tiene. No tenía idea. Soy un idiota", explicó Roger, y Rosalinda se rio, tocándole el hombro.

"¡Oh, Dios mío! Bueno, ya lo sabes, y es bueno que Tom estuviera allí para compartir su almuerzo. ¿La mamá de Mía está bien?", preguntó Rosalinda.

"Sí. Ella está bien. Decidimos que Mía debería quedarse conmigo por unas semanas hasta que esté mejor. Es nuevo. No hemos hecho eso desde el divorcio, y me estoy dando cuenta de todas las cosas que no sé sobre niños o criarlos. Es vergonzoso", continuó Roger, rascándose la nuca.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

"Pero, de todos modos, no es por eso que estamos aquí. Obtuve tu dirección de un maestro, ¡y tenemos una gran sorpresa!".

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Mía escuchó a su padre hablar de una sorpresa y empujó a Tom hacia los adultos. Roger se inclinó para mirar a los niños. "Tom, ¿te gustaría ir al parque de diversiones?".

"¡HURRA!". Tom vitoreó. "¿Podemos ir, abuela? ¿Podemos? ¿POR FAVOR?".

"Uh…" Rosalinda vaciló. No tenían el dinero para eso, pero Roger señaló que todo lo pagaría él, por lo que sonrió y asintió con la cabeza a su nieto.

Ambos niños estaban muy emocionados. "¡Vamos!", exclamó Mía y corrió hacia el auto.

Rosalinda todavía parecía un poco aprensiva, por lo que Roger se inclinó y susurró: "Esto es lo menos que podía hacer. Tu nieto es un buen chico, compartió su almuerzo sin dudarlo. Considéralo un regalo. Por favor".

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Rosalinda le sonrió al joven padre mientras se dirigían al auto para pasar un día brillante en el parque de diversiones.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Enseña a tus hijos a compartir con los menos afortunados: Tom no dudó en compartir su almuerzo con su amiga, a pesar de que las cosas estaban difíciles y faltaba comida en casa.

  • Las buenas acciones siempre son recompensadas de alguna manera: Después de que Tom hizo una buena acción por Mía, su padre decidió recompensarlo con un hermoso día en un parque de diversiones. En general, el karma tiene una forma de pagar las buenas acciones.

Comparte esta historia con tus amigos. Podrías alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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