Un mensaje de mi ex puso en peligro la relación de mis sueños – Historia del día

Justo cuando creía haber superado la ruptura y estar lista para construir un futuro con Ethan, un mensaje de mi ex lo cambió todo. Secretos que creía enterrados para siempre volvieron a atormentarme, amenazando con destruirlo todo. ¿Podría proteger mi nueva felicidad, o ya era demasiado tarde?

Era uno de esos raros momentos en los que la vida parecía que por fin iba bien. Ethan era el hombre que había estado buscando: estable, tranquilo, todo lo que mi vida necesitaba tras el torbellino de mi divorcio.

Habíamos planeado un fin de semana juntos en la casa de su familia junto al lago, los dos solos, y no podía evitar sonreír pensando en ello.

Pero dos días antes, unos viejos amigos me invitaron a una pequeña fiesta.

¿Por qué no? Una rápida puesta al día, un poco de diversión antes del gran fin de semana.

Cuando llegué, el ambiente era agradable. Caras conocidas y el murmullo de la conversación llenaban la sala. Era exactamente lo que necesitaba. Durante un breve momento, me relajé.

Pero entonces lo vi. A Luke.

La habitación pareció congelarse. No lo había visto desde el divorcio y, sin embargo, allí estaba, avanzando hacia mí con el mismo paso seguro.

"Kristan", dijo con suavidad, su voz se coló entre el parloteo. "Ha pasado tiempo".

"Sí, así es".

Se acercó un poco más.

"Luces muy bien. Mejor que nunca" -añadió, recorriéndome con la mirada como si estuviera evaluando algo que una vez fue suyo.

Sentí que se me erizaba la piel bajo su mirada.

"Gracias".

"Sabes" -continuó Luke, inclinándose ligeramente-, "últimamente he estado pensando en ti. ¿Recuerdas aquel viaje que hicimos a las montañas? Dios, estabas tan feliz entonces".

Me puse rígida, no quería recorrer el camino de los recuerdos con él.

"Eso fue hace mucho tiempo, Luke".

Sonrió. "No tanto. Parece que fue ayer, ¿verdad?"

"No", dije, esta vez con más firmeza. "He seguido adelante. Ahora estoy con otra persona".

"¿Alguien serio?"

"Sí. Ethan".

La sonrisa de Luke se ensanchó un poco y sus ojos se oscurecieron con algo que no pude identificar. Se inclinó más hacia mí y su voz se convirtió en un susurro.

"Kristan, el pasado no es pasado hasta que los momentos que nos unen desaparecen. Y no creo que lo hayan hecho... todavía".

Sentí un escalofrío que me recorría la espalda. Sus palabras perduraron, envolviéndome como una sombra de la que no podía escapar. Dio un paso atrás, con los ojos clavados en los míos.

"Te dejaré con eso por ahora. Pero mañana te contaré los detalles. Ambos sabemos que esto no ha terminado".

Se dio la vuelta y se marchó, dejándome allí de pie, helada.

Había pensado que había dejado atrás mi pasado, pero en ese momento supe que él no me había dejado a mí.

***

Era viernes, el día anterior al fin de semana que Ethan y yo llevábamos semanas planeando. El malentendido de la fiesta con Luke ya parecía lejano, como un mal sueño del que me había librado.

Estaba emocionada, deseando pasar tiempo con Ethan y conocer a su familia. Al día siguiente estaríamos en la casa de su familia junto al lago, una escapada perfecta y el comienzo de algo más serio.

Me imaginaba relajándome junto al agua, conociendo a las personas que significaban tanto para él. Todo estaba encajando.

Mientras terminaba el trabajo del día, mis pensamientos se vieron interrumpidos por un golpe en la puerta de mi despacho. Uno de los ayudantes, Paul, asomó la cabeza con un gran ramo en la mano.

"Una entrega para ti, Kristan", dijo, entrando con una sonrisa. "¿Una ocasión especial?"

Alcé una ceja, sorprendida. "No pedí flores".

Paul se encogió de hombros, colocando el ramo sobre mi escritorio.

"Sin duda son para ti. Deben de ser de alguien que quiere mimarte antes de tu gran fin de semana, ¿eh?".

Sonreí, suponiendo que eran de Ethan.

Por supuesto. Así es él. Un dulce gesto antes de irnos juntos.

"Gracias, Paul", dije, admirando las flores.

Me guiñó un ojo antes de marcharse, dejándome a solas con mis pensamientos.

Agarré la nota que había dentro del ramo, ansiosa por ver el mensaje de Ethan. Pero en cuanto desdoblé la tarjeta, mi sonrisa vaciló.

Las palabras de la nota me hicieron sentir un nudo en el estómago y una sensación de inquietud se apoderó de mí. No era de Ethan.

Volví a leer la nota y, después de eso, supe una cosa con certeza. Tenía que ir a ver a Luke.

Sin dudarlo, agarré mis cosas y salí del despacho.

***

Me senté frente a Luke en el bar del hotel. La luz tenue hacía que todo pareciera surrealista, como si estuviera viendo mi vida desarrollarse a cámara lenta.

Luke, en cambio, estaba exasperantemente tranquilo. Me sirvió vino en la copa como si se tratara de otra conversación casual entre viejos amigos, no de la trampa emocional que yo sentía que era. Cada uno de sus movimientos era tan controlado, tan deliberado.

"Por nosotros" -dijo con una pequeña sonrisa de complicidad mientras levantaba su copa.

Vacilé antes de tocar la mía, apenas dejando que el vaso llegara a mis labios.

La forma en que me observaba hizo que se me erizara de nuevo la piel.

De repente, extendió la mano por encima de la mesa y sus dedos rozaron ligeramente mi hombro. Me quedé paralizada. El peso de su contacto me produjo un temor familiar que no había sentido en años.

Quería apartarme, levantarme, gritarle que parara. Pero no lo hice. En lugar de eso, apreté la mandíbula, obligándome a quedarme quieta, esperando a que acabara aquella pesadilla.

"Siempre hemos tenido una conexión especial, Kristan. Puedes sentirla, ¿verdad? Nada ha cambiado entre nosotros".

"Luke, seguí adelante", susurré.

"No te preocupes. Eso no durará mucho. Ya me ocupé de todo".

Me quedé allí sentada, helada, odiándome por no haber hecho nada, por dejarlo hablar, por dejar que me tocara. Pero no encontraba fuerzas para levantarme.

La causa estaba escrita en aquella maldita nota que me habían entregado con las flores horas antes.

Y entonces lo vi...

¡DIOS MIO! ¡Oh, no! A Ethan.

Entró en el bar. Mi corazón se hizo añicos en ese momento, al saber que lo había visto todo.

Se acercó a la mesa sin decir palabra. No me miró. En lugar de eso, sacó la cartera, dejó caer dinero sobre la mesa y se volvió hacia Luke.

"Gracias por la llamada y por la cena, pero nos vamos".

Se me cerró la garganta. No pude decir nada.

Entonces Ethan se metió la mano en el bolsillo, sacó una cajita y me la puso en la palma de la mano. Era un anillo de compromiso.

"Quería darte un para siempre, Kristan. Pero supongo que para siempre significaba algo distinto para los dos".

Se detuvo un momento más, sus ojos se suavizaron de un modo que me hizo doler el pecho. Luego, sin decir nada más, se dio la vuelta y se marchó.

***

Aquella noche me senté sola en mi apartamento, completamente destrozada. Luke había vuelto a atraparme, como siempre hacía. Odiaba que siguiera teniendo ese poder sobre mí.

¡Seguimos casados! ¡Nunca firmó los papeles del divorcio!

Y ahora Ethan ya no confiaba en mí.

¡Nunca sabrá la verdad sobre mi encuentro con Luke por culpa de su chantaje! ¿Cómo puedo hacer que me crea?

No tenía respuestas, y eso me aterrorizaba.

Después de la noche en vela, mi cuerpo se sentía diferente. Durante días, una oleada de náuseas me golpeaba y la cabeza me latía con fuerza. Decidí visitar al médico, pensando que tal vez el estrés por fin me estaba pasando factura.

Pero nada podría haberme preparado para lo que dijo el médico. Me quedé allí sentada, incrédula, mientras me explicaba los resultados en dos palabras.

"Estás embarazada".

¿Embarazada? ¿Cómo era posible? Se acabó el esconderse, el evitar la verdad.

Tenía que contárselo todo a Ethan. No importaba lo que viniera después, tenía que afrontarlo de frente.

***

Al día siguiente era el cumpleaños de Ethan, y ya lo había organizado todo de antemano con su familia. Habíamos planeado una pequeña sorpresa para él, y esperaba que suavizara el impacto de la verdad que tenía que compartir.

Sus padres me estaban esperando, totalmente de acuerdo con la idea de hacer que aquel día fuera especial para Ethan, aunque no tenían ni idea de la verdadera sorpresa que iba a revelarles.

Cuando llegué a la casa, su madre ya estaba esperando en el porche, saludándome con la mano. Me saludó con un fuerte abrazo.

"¡Kristan, cariño!", exclamó. "Me alegro mucho de que hayas podido venir. Todo está listo, como habíamos planeado".

Sonreí nerviosa. "Gracias por ayudarme con esto. Se lo agradezco".

"Oh, no es nada. Ethan ha estado un poco callado hoy, pero creo que esto lo animará", dijo guiñándome un ojo.

Dentro, la casa se llenó del suave parloteo de la familia. Ethan se sobresaltó un poco al verme. Sonrió y me abrazó fuerte, pero la tensión entre nosotros seguía siendo espesa.

Durante la cena, la conversación fluyó con facilidad, todos reían y contaban historias. Pero yo no dejaba de mirar a Ethan, sabiendo que se acercaba el momento de la verdad. Finalmente, tras la comida, llegó la hora de los regalos.

Le entregué a Ethan una cajita, con el corazón acelerado. Su madre le dio un codazo juguetón.

"Éste es de Kristan. Más vale que sea bueno".

Ethan abrió la caja y vio la ecografía.

Hubo una larga pausa. Podía sentir que la familia de Ethan nos observaba, esperando su reacción. Ethan permaneció en silencio, mirando la ecografía.

Antes de que pudiera responder, continué: "Tengo que contártelo todo".

La sala se silenció mientras hablaba.

"Luke... me mintió. Me dijo que nunca había firmado los papeles del divorcio. Creía que seguíamos casados. Por eso me reuní con él. Tenía que enfrentarme a él... pero se descontroló".

Respiré entrecortadamente. "Pero todo era mentira. Hablé con mi abogado y me confirmó que estamos divorciados. Todos los papeles estaban firmados. Luke orquestó todo esto para separarnos. Luke me manipuló y dejé que arruinara las cosas entre nosotros".

Ethan se levantó en silencio de la silla y se acercó a mí.

"Deberías habérmelo dicho antes. Pero ahora estamos juntos en esto", me abrazó y susurró: "Ya somos una familia. O casi una familia".

La voz de su madre rompió el momento. "¡Oh, Ethan, me alegro mucho por ustedes dos!"

Su hermana se echó a reír. "Por fin voy a ser tía".

Ethan se apartó un poco y sus ojos buscaron los míos.

"Sabes" -empezó, con voz suave-, "iba a declararme aquella noche... en el bar. La pregunta sigue en pie".

"Sí", susurré.

El padre de Ethan se levantó y dio una palmada.

"Bueno, supongo que tenemos algo más que celebrar que un simple cumpleaños, ¿no?"

Todos aplaudieron, y su madre me abrazó con fuerza. "Hiciste muy feliz a nuestro Ethan", susurró.

En aquel momento, rodeada de su familia, sentí que por fin me quitaba de encima el peso del pasado. Empezaba un nuevo capítulo, lleno de amor, familia y la promesa de un futuro brillante.

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