Hombre soltero adopta a niña abandonada con retraso en el habla: un día la ve en un gran escenario - Historia del día

Un hombre soltero adopta a una niña que presenta problemas con el habla. Un día, ella se sube a un gran escenario y anuncia algo que cambiará su vida por completo.

Cada niño es único y especial, pero los padres de Dani se sintieron abrumados al recibirla. Ella no encajaba bien en su familia de 6 niñas. La dieron en adopción dos meses después.

Lamentablemente, todas las familias que buscaban niños en el hogar de acogida donde estaba la pequeña, la ignoraron. Pasaron cinco años, pero nadie quería adoptarla.

Dani era una niña encantadora e inteligente, pero a los posibles adoptantes solo les preocupaba su incapacidad para hablar. Tenía cinco años y tenía un retraso inexplicable en el desarrollo del habla.

Sorprendentemente, la vida de la niña cambió de la noche a la mañana cuando Lucas, de 30 años, sintió una fuerte conexión con ella...

“Cariño, voy a conocer a la chica hoy. ¿No estás feliz?”, dijo Lucas, mirando una foto de su esposa, Sarah. “¡Deséame suerte! ¡La niña vendrá a casa!”.

Cuando Sarah y Lucas visitaron el hogar de acogida hace un año, se sintieron atraídos por Dani. Tenían curiosidad por lo reservada que era, y cuando los cuidadores les informaron sobre sus problemas, sintieron que era la indicada.

“Entiendo por lo que debe estar pasando ahora. También me retrasé en el habla cuando era niño”, le dijo Lucas a Sarah ese día.

“¿Por qué no la adoptamos entonces?”, respondió Sarah.

La pareja estaba muy emocionada de llevar a Dani a casa cuando la tragedia los golpeó. Sarah tuvo un accidente una semana después y estaba postrada en cama.

Lucas era logopeda en un hospital privado. Después de conocer a Dani, estaba decidido a restaurar su habla. Pero los problemas de movilidad de Sarah lo preocupaban aún más.

Aunque Sarah le había pedido que procediera con la adopción, él se negó, temiendo que le resultara difícil cuidar de su esposa y de Dani.

“Cariño, trae a la niña a casa”, insistió Sarah. Pero Lucas decidió no hacerlo hasta que ella se recuperara.

Unos meses más tarde, la condición de Sarah empeoró. Mientras estaba en la unidad de cuidados intensivos, ella le tomó la mano de Lucas y le pidió que hiciera una promesa antes de morir.

“Por favor, prométeme que traerás a la niña a casa. Quiero que seas el mejor padre del mundo y la críes”, dijo en oraciones entrecortadas mientras luchaba por respirar.

“Te lo prometo, cariño”, dijo Lucas, segundos antes de ver partir a su amada, mientras sostenía su mano.

Después del entierro, Lucas inició los trámites legales para la adopción de Dani para cumplir el último deseo de su esposa. Afortunadamente, pudo demostrar su potencial para criar a la niña como padre soltero y se le otorgó la custodia legal seis meses después.

La llegada de Dani trajo luz a la vida de Lucas. Aunque todavía estaba de duelo por la pérdida de Sarah, la presencia de la niña lo hacía reír y apreciar las cosas buenas de su vida.

Después de llevar a Dani, Lucas se abocó a trabajar con ella. Dedicó su tiempo a ayudarla a hablar y, con el tiempo, la niña mostró progreso. Empezó a hablar con frases entrecortadas y él estaba seguro de que estaría hablando sin esfuerzo en poco tiempo.

Mientras que Lucas, su madre Doris y Dani vivían una vida feliz en su pequeño hogar, los problemas surgieron cuando su jefe, el Dr. Nicolás, se sintió celoso de su éxito.

Nicolás había comenzado su carrera como terapeuta del habla y se convirtió en el mejor médico en el campo. Le tomó varios años lograr una posición tan prestigiosa.

Lucas se había unido al hospital hacía un año y mostró un crecimiento impecable, lo que irritó a Nicolás. Quería deshacerse de él porque estaba celoso de la atención que estaba recibiendo debido a su éxito.

Despidió a Lucas por usar las instalaciones y el equipo del hospital para la terapia de Dani de forma gratuita. “Va en contra de la política de nuestro hospital tratar a los pacientes de forma gratuita. Estás despedido”, declaró, poniendo en juego la exitosa carrera de Lucas.

“Pa-Papi-¿No vas a trabajar hoy?”, le preguntó Dani al verlo en el sofá una mañana.

Lucas no supo cómo responder a su hija, por lo que balbució una verdad a medias, sobre que no se sentía muy bien. Más tarde, Dani escuchó a escondidas una conversación entre su padre y su abuela.

“¿Pero qué vas a hacer? ¿Por qué te despidió?”, escuchó la débil voz de Doris desde la habitación de su papá.

“Nicolás me despidió por tratar a Dani en el hospital. Dijo que estaba en contra de la política del hospital tratar a los pacientes de forma gratuita. Estoy cumpliendo mi período de preaviso. Me tomé un día hoy porque me sentía muy abrumado por el futuro”.

Dani, de cinco años, entendió que su papá había sido despedido por ayudarla en la clínica. Quería hacer algo, pero no sabía qué hasta que encontró una invitación a un evento en el hospital.

“Papá, ¿vamos a ir a esta f-fiesta?”.

Aunque Lucas no tenía ganas de ir, no tenía elección. Algunos de los más importantes colaboradores y profesionales médicos asistirían al evento. Como estaba en el período de preaviso, tenía que asistir.

“Sí, cariño. Vamos esta noche. La abuela te ayudará a prepararte, ¿de acuerdo?”.

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Cuando Dani llegó a la fiesta con su padre, se preguntó cómo podría ayudarlo a recuperar su trabajo. Entonces vio el escenario. Caminó hacia él, nerviosa y sudorosa. No quería hacer el ridículo tartamudeando, pero sabía que era su única oportunidad de ayudarlo. Se armó de valor, respiró hondo y agarró el micrófono.

“¡Ah, Lucas! Es tu última fiesta como integrante de nuestro equipo, ¿verdad?”, se burló Nicolás.

Lucas intentó ignorarlo. Se dio la vuelta y no pudo encontrar a Dani. La buscó entre los rostros de la multitud hasta que su voz en el micrófono lo sobresaltó a él y a todos los que estaban alrededor.

“¡Ho-Hola a todos!”, dijo Dani, sacando unas monedas de su bolsillo. “¡Buenas noches! Doc-Doctor Nic-Nicolás, traje algo de dinero de mi alcancía y quiero que lo tome y que no despida a mi pa-papá por tratarme en el hospital”.

“A-Antes no podía hablar. Mi pa-papá me ayudó y ahora si pu-puedo. T-tome mi dinero y devuélvele su trabajo, por favor”.

Todos quedaron atónitos, incluidos los dueños del hospital que estaban entre la multitud. Pronto le exigieron una explicación a Nicolás.

“Yo... Solo quería darle un susto, señor Johnson. No lo despedí de verdad. Todavía trabaja con nosotros”, dijo, mintiendo descaradamente. “Él estaba usando nuestras instalaciones para tratar a su hija de forma gratuita y eso va en contra de nuestra política. Quería que supiera las posibles consecuencias”.

“Investigaremos lo que dices, porque esa no es la manera de tratar a los valiosos miembros del equipo. Hablaremos después del evento”, dijo enfurecido uno de los accionistas.

Más tarde, después de la fiesta, los propietarios se enteraron del rencor de Nicolás contra Lucas y se disculparon con él, cancelando su orden de despido.

En cuanto a Nicolás, fue despedido después de que algunos médicos y enfermeras se quejaran de la forma irrespetuosa en que trataba a la mayoría de los miembros del personal.

¡Lucas se sintió muy orgulloso por la valentía de su hija, y la forma como logró defenderlo ante un auditorio lleno de desconocidos!

¿Qué podemos aprender de esta historia?

Actuar con generosidad puede traer muchas cosas buenas a tu vida. Lucas adoptó a una niña que todos ignoraban y se esforzó por ayudarla a hablar. Tiempo después, ella le devolvió el favor con un acto de valentía que le permitió conservar su trabajo.

Todo niño tiene derecho a vivir en el seno de una amorosa familia. Niños como Dani, con algún tipo de problema físico o de salud, tienden a ser ignorados en los sistemas de adopción. Tan solo necesitan de una persona de buen corazón para brillar con luz propia, como le ocurrió a ella.

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