Bebé con síndrome de Down es abandonado cerca de iglesia: el padre biológico lo encuentra 10 años después - Historia del día
Un lamentable giro de los acontecimientos separa a un hombre de su hijo con síndrome de Down. Después de una década, lo encuentra en una iglesia y sus vidas dan un cambio total a partir de ese momento.
¿Cuál debería ser la prioridad en la vida? ¿El dinero, el poder o la felicidad? Tadeo se arrepintió de haber elegido el dinero. Diez años atrás, podría haber escogido la felicidad por encima del dinero, pero no lo hizo.
Se estaba ahogando en deudas y necesitaba cuidar a sus padres, por lo que aceptó un soborno del padre de su novia y la abandonó.
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Desafortunadamente, no tenía idea en ese momento de que Gina estaba embarazada. El padre de ella, Richard, lo había descubierto primero, y se había puesto totalmente furioso.
“¿Cómo pudiste hacer algo así? ¡Y con un hombre como ese!”, exclamó. “¡Si tu madre todavía estuviera viva, estaría tan indignada como yo!”.
“Papá”, dijo Gina entre lágrimas. “Quiero tener este bebé. No puedes convencerme de lo contrario”.
“Hija, no tienes la independencia financiera para tomar tus propias decisiones. Así que harás lo que te digo. Puedes quedarte con el niño, ¡pero no quiero volver a verte con ese hombre!”.
“¡Él no me dejará, papá!”, dijo Gina. “¡Él me ama, y yo tampoco lo dejaré!”.
“No tienes idea de cómo funciona este mundo, hija”, se rio Richard, lo que irritó a Gina. “Pero ya aprenderás”.
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Como rico hombre de negocios, tenía suficiente dinero para solucionar el problema. Encontró la debilidad del novio y lo sobornó para que la abandonara.
Después de que Tadeo se fue de la ciudad, algo se rompió dentro de Gina. No podía creer que la persona que amaba la hubiera dejado. La vida que crecía en su interior le recordaba ese doloroso pasado, pero aun así decidió criar a su hijo con amor.
Pero el destino tenía otros planes…
“Sabemos que tu embarazo es complicado, pero hay algo más que debes saber. No debes desanimarte, pero tu bebé tendrá necesidades especiales. Tiene síndrome de Down”, dijo el médico.
“Lo amaré igual, doctor”, respondió Gina rápidamente, sin preocuparse por el diagnóstico. “Haré lo mejor por mi hijo. Estoy segura de eso”, prometió.
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Pero las cosas no serían tan simples. Cuando Richard descubrió que su nieto tendría problemas de desarrollo, tramó un plan.
Algunos meses después, cuando Gina pidió ver a su bebé después de la cesárea, le dijeron que había muerto.
“No pudo sobrevivir. Lamentamos tu pérdida”, le dijo la enfermera, y la noticia golpeó a Gina como una tonelada de ladrillos. Sintió como si su mundo se hubiera detenido. Había perdido el último rayo de esperanza en la vida.
Lloró por muchos días y gritó hasta quedar extenuada, pero nada logró cambiar la terrible realidad. Y era que Richard se había llevado a su bebé, para abandonarlo en la puerta de una iglesia.
Nunca se volvió para mirar hacia atrás, ni dejó que el destino de ese hermoso bebé afectara su conciencia. Una vez más, Richard pudo controlar la vida de su hija a su antojo.
En los meses siguientes, la vida en los ojos de Gina se fue apagando poco a poco. Los días comenzaron a sucederse, uno tras de otro, sin que ella recuperara las ganas de vivir.
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Diez años después…
El pequeño bebé, Noah, ya tenía diez años. Su sonrisa inocente y sus carcajadas llenaban los salones de la iglesia y los corazones de todos con alegría y deleite.
Noah había sido adoptado por el padre John, que era sacerdote en la iglesia. Después de que la policía no pudo encontrar a sus padres, el sacerdote tomó la decisión de hacerse cargo de él.
“Un niño que viene a la casa del Señor no será abandonado nuevamente. Seré su padre. Lo adoptaré”, le dijo a los servicios sociales.
Noah tenía un hogar amoroso bajo el cuidado del sacerdote y tenía muchos amigos que vivían con él en el albergue administrado por la iglesia. El padre John quería que creciera rodeado de niños de su edad.
Ignorando su pasado, el niño corría alegremente por la iglesia, a veces molestando a las hermanas y al padre John, que se reía de la ingenuidad e inocencia del pequeño.
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Uno de esos días, Noah estaba jugando en la iglesia cuando chocó con un hombre. “¡Ay!”, gritó el niño. “Lo siento mucho”.
“Tranquilo, niño…”, comenzó a decir el hombre, cuando la marca de nacimiento en el brazo de Noah llamó su atención.
Era única, un signo de su herencia, y conmocionó al hombre hasta la médula. “¿Cómo tiene la misma marca de nacimiento que yo? ¿Será posible que…?”, se preguntó, sin atreverse a terminar la idea.
El hombre era Tadeo, y sus ojos se llenaron de lágrimas porque en su corazón intuyó que Noah era su hijo.
Tadeo había ido a la iglesia para el funeral de sus padres, sin saber que su pasado se cruzaría con él. Antes de que pudiera preguntarle nada a Noah, el niño recogió su pelota y salió corriendo.
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Tadeo lo siguió y lo vio hablando con el padre John. “Toma la pelota, papá. ¡Ups, Padre!”, dijo Noah. Luego desapareció en el jardín para jugar.
Tadeo se acercó al sacerdote. “Padre”, dijo. “Sé que lo que voy a preguntar puede sonar absurdo, pero ¿ese chico que acaba de darte la pelota es realmente tu hijo? Es que tiene la misma marca de nacimiento que yo y no puedo sacarlo de mi mente”.
El padre John sonrió. “Cada niño aquí es como si fuese mío, hijo. Pero ese niño es especial. Lo abandonaron en nuestra puerta y lo adopté. ¿Por qué crees que es tu hijo?”.
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“No lo sé, padre…”, dijo Tadeo. “Hace varios años, renuncié a mi gran amor porque sentí que no tenía otra opción. Nunca supe que ella estuviese embarazada, pero esa marca que tiene el chico es única”.
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Ese día, el padre John y Tadeo hablaron durante mucho tiempo, después de lo cual acordaron hacerle una prueba de ADN a Noah.
Cuando llegaron los resultados una semana después, Tadeo no pudo evitar correr a la iglesia y abrazar a Noah. ¡Tenía un hijo! En ese momento, se dio cuenta de que había cometido un error al sacrificar su felicidad por dinero y decidió enmendarse.
Han pasado siete años desde ese día. Gina logró alejarse de su padre y se reunió con Tadeo y Noah. ¡Cuánto lloró cuando supo que su hijo estaba vivo!
La feliz familia se ha mantenido en contacto con el padre John, quien voluntariamente revocó la adopción, por lo que Tadeo y Gina recuperaron legalmente a su hijo.
La relación de Gina con Richard se rompió en forma irreversible. Él murió solo, y en sus últimos días le escribió una carta a su hija, donde le pidió perdón desde su corazón.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Nunca permitas que alguien te aleje de tus sueños. Tadeo amaba profundamente a Gina, pero el dinero del padre de ella lo convenció de abandonarla. No podía imaginar que ella esperaba un niño al que el padre de ella abandonaría en una iglesia.
- Nunca pierdas la esperanza. Durante 10 años, Gina perdió las ganas de vivir, mientras su hijo, al que daba por muerto, crecía en una iglesia cercana. Pero quiso el destino que el padre del niño se encontrara con él, y pronto pudieron convertirse en una amorosa familia.
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