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Una mujer con su bebé pide dinero | Foto: Shutterstock
Una mujer con su bebé pide dinero | Foto: Shutterstock

Mujer obligada a mendigar para sobrevivir le suplica a la policía que no se lleve a su bebé - Historia del día

Mayra Pérez
04 ene 2023
10:55

Melanie pierde su trabajo y, cuando las cosas empeoran, también pierde la custodia de su bebé, Melissa. Convencida de que nunca volvería a ver a su hija, se sorprende cuando, años después, ella la busca cargada de sorpresas.

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Melanie nunca había imaginado que su vida resultaría de esta manera, ni en un millón de años. Hacía solo unos meses, le estaba yendo muy bien. Tenía un excelente trabajo en el edificio más grande de la ciudad, conducía un buen coche y vivía en un barrio elegante.

Pero lo peor había sucedido. La empresa quebró y despidió a todo su personal. Melanie perdió su trabajo y su automóvil en pocos meses, y se sentía perdida.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

No era del tipo de persona que solo se queja, así que rápidamente comenzó a buscar un trabajo cualquiera, que le permitiera mantenerse a flote con su hija. Tenía que pagar la hipoteca de la casa o de lo contrario se quedarían sin hogar.

Tenía mucho que perder y estaba dispuesta a hacer lo necesario, reflexionaba mientras bajaba del autobús esa mañana. Como si fuera una señal, miró hacia un lado y vio un cartel de “Se necesita ayudante” en la ventana del restaurante.

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“Esto servirá mientras encuentro algo mejor”, se dijo, corriendo hacia el lugar. “¡Hoy podría ser mi día de suerte!”, murmuró.

Una vez que llegó al mostrador, pidió ver al gerente y, una hora después, la asignaron como lavaplatos en la bulliciosa área de lavado del concurrido establecimiento.

Melanie cumplía con su trabajo, pero su mente seguía vagando hacia el pasado, cuando tenía personal a su entera disposición. “¡Las cosas cambian tan rápido!”, pensó. Sin embargo, sabía que no debía vivir en el pasado.

Esa noche, cuando recibió su paga, se dio cuenta de lo poco que era. Apenas fue suficiente para cubrir la comida y la guardería de su pequeña; le sería imposible hacer los pagos de su hipoteca.

Tendría que hacer turnos adicionales en el restaurante. Su salario apenas podía satisfacer sus necesidades, y la mayoría de los días, debía llevar a su hija al trabajo, ya que no le alcanzaba para pagar la guardería ni una niñera.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Durante su tiempo libre, que no era mucho, se sentaba en la calle y pedía limosna. Era una vida muy diferente a la que estaba acostumbrada.

Y así transcurrían sus días. Llegaba a trabajar a las 7 de la mañana, trabajaba en doble turno y, al salir, se sentaba en la calle a pedir limosna. Cubría a su hija dormida con una manta y se iban a casa una vez que las calles quedaban desiertas.

Un día, mientras estaba sentada en la calle, notó que se acercaban dos policías. A pesar del miedo que se apoderó de ella, sabía que no podía correr, así que intentó mantener la calma.

“Señora, no debería estar en la calle a esta hora. ¿Qué está haciendo?”, preguntó uno de ellos.

“Yo… solo estoy pidiendo un poco de dinero. No pretendo hacer daño a nadie”. Las palabras salieron a trompicones de la boca de Melanie.

“Si no tienes hogar, con gusto la llevaremos a un refugio”, dijo el otro.

“Tengo mi casa, pero me acaban de despedir del trabajo y estoy tratando de llegar a fin de mes”, explicó.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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El policía que estaba cerca de Melanie notó un movimiento detrás de ella. “¿Tienes un niño contigo?”.

“Es mi hija. De hecho, me estaba preparando para irme”.

Los policías no creyeron su historia, ni siquiera tras demostrar que tenía un hogar y que cuidaba mucho a su hija. Le pidieron que se presentara en la comisaría al día siguiente.

Cuando llegó, descubrió que había una denuncia contra ella, alegando que no estaba en condiciones de cuidar a su hija. La mujer luchó por su pequeña, pero al final, fue privada de sus derechos de madre y Melissa fue dada en adopción.

Melanie estaba perdida. Había perdido a la única persona que significaba todo para ella y no veía ninguna razón para seguir esforzándose por hacer los pagos de la hipoteca. Después de todo, su hija le había sido arrebatada y solo necesitaba el hogar para ella.

Se mudó a un refugio, y mantuvo su trabajo en el restaurante. Aunque los padres adoptivos de Melissa le permitieron ver a su hija al principio, muy pronto le prohibieron la entrada a su casa.

No había mucho que Melanie pudiera hacer. Se resignó al destino y lloró desconsolada durante mucho tiempo. Los meses se convirtieron en años. Se dice que el tiempo cura las heridas, pero su dolor solo se hizo más intenso.

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Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Todo lo que Melanie podía hacer era esperar que su hija tuviera una buena vida. Llegó a aceptar el hecho de que probablemente nunca la volvería a ver. Pero estaba equivocada.

Un día, mientras pasaba el tiempo en el refugio, se dio cuenta de que una joven, de unos 23 años, hablaba con el personal. Sostenía una foto y pasaba de una persona a otra; parecía estar preguntando sobre algo.

Se acercó a la joven e intentó escuchar lo que decía. Su rostro le resultaba familiar, pero no quería tener esperanzas. Cuando miró la foto en sus manos, rápidamente reconoció una versión más joven de sí misma.

“¡Melissa! ¡Oh, mi Melissa! ¿Eres realmente tú?”, gritó, mientras las lágrimas llenaban sus ojos.

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“¿Mamá? ¡Sabía que te encontraría!”.

Se fundieron en un amoroso abrazo y se mantuvieron así por unos minutos, como si temieran que alguien las separara de nuevo.

Melissa le contó a su madre que padres adoptivos le habían dado una buena educación. Pudo ingresar a la escuela de derecho, y había conseguido un excelente trabajo en un prestigioso bufete de abogados de la ciudad.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Una vez que estuvo bien establecida, comenzó a buscar a su madre. Entre las cosas que sus padres habían guardado, estaba una antigua foto de Melanie y la había mostrado en varios otros refugios.

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“¡Busqué por todos lados, mamá, por todos lados!”.

“¡Y me encontraste después de tantos años!”. Las lágrimas brotaron de los ojos de Melanie al recordar cuánto había luchado por su bebé.

Fue un reencuentro hermoso y Melanie estaba a punto de recibir otra sorpresa que le cambiaría la vida. “Quiero que vengas a vivir conmigo, mamá. ¡Mereces una vida mejor!”.

Melanie trató de resistirse, no quería convertirse en una carga para su hija. Pero Melissa no estaba dispuesta a aceptar un no por respuesta.

“Me diste la vida, mamá, y sé cuánto te esforzaste por no perderme. Y ahora yo puedo ayudarte y quiero hacerlo”, insistió con fervor la joven.

Melanie se rindió finalmente, y muy pronto se mudó con su hija; las dos se volvieron inseparables. Más adelante, Melissa abrió un pequeño restaurante para su madre.

Madre e hija se asociaron para ayudar a otras mujeres a salir de situaciones difíciles como la que le había tocado vivir a Melanie en el pasado. Querían evitar que otra familia viviera la misma pesadilla que tuvieron que afrontar ellas.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Honra a tus padres: Melissa sabía lo que su madre había luchado por ella, y a pesar de haberse criado con unos padres adoptivos, la buscó cuando tuvo los medios para hacerlo y le ofreció una vida distinta.
  • Aprovecha cada oportunidad que te dé la vida: Melissa tuvo una infancia difícil, pero tras ser adoptada por personas con una buena situación económica aprovechó para estudiar y obtener un título. Eso le permitió sacar a su madre de las calles.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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