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Dos colchones en la acera | Foto: Shutterstock
Dos colchones en la acera | Foto: Shutterstock

Mujer joven regala los colchones de su difunto abuelo a un mendigo y él regresa diciendo: "¡Están llenos de dinero!" - Historia del día

Mayra Pérez
02 dic 2022
16:20

Una mujer dona los viejos colchones de su difunto abuelo a un mendigo, sin revisarlos previamente. El hombre encuentra una sorpresa escondida dentro que podría cambiarle la vida, pero acude de inmediato con la buena samaritana.

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Catalina, de 26 años, estaba en la oficina del abogado, con una extraña inquietud en sus entrañas. Estaba inquieta porque Pedro, su hermano mayor, estaba sentado a su lado, esperando que se leyera el testamento de su difunto abuelo.

Desde la adolescencia, los hermanos nunca tuvieron una buena relación. Después de que sus padres murieron trágicamente varios años atrás, fueron cuidados por su abuelo Roberto, hasta que cumplieron 18 años.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Cuando alcanzaron la mayoría de edad, se mudaron a diferentes ciudades para continuar sus estudios, obtener títulos universitarios y convertirse en profesionales exitosos.

“Buenos días, señor y señorita Romero”, saludó el abogado, rompiendo el silencio en su oficina. Tomó la copia original del testamento del abuelo y comenzó a leer el contenido.

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“… A mi nieto, Pedro Romero, le lego todo el dinero de mi cuenta bancaria”.

Un brillo extraño iluminó el rostro de Pedro cuando el abogado leyó que heredaría $20.000. Pero no estaba del todo complacido y escuchó atentamente mientras el abogado continuaba. Quería saber cuánto recibiría Catalina.

“Mi nieta, Catalina Romero, no será beneficiaria de mi legado”, afirmó el abogado. Catalina estaba sorprendida y Pedro, encantado.

“Señorita Romero, su abuelo no le ha dejado nada, aunque según la ley, tenía que asistir a la audiencia. Gracias por venir y que tenga un buen día. Señor Romero, ¿puede firmar aquí?”.

Catalina estaba decepcionada. Amaba incondicionalmente a su abuelo y era la única que lo visitaba con frecuencia. No le dolió el hecho de no recibir ni un centavo. Le dolía que él hubiera decidido apartarla de su testamento sin ninguna explicación.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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“¡El abuelo sabía quién se merecía lo mejor! Tienes mala suerte… ¡Debiste haber tratado de ganarte al anciano si querías recibir algo!”, se burló Pedro, mientras abría la puerta de su auto. “No me vengas a pedir nada. ¡No compartiré mi herencia contigo! ¡Nos vemos!”.

Decepcionada, Catalina regresó a su apartamento alquilado en la ciudad vecina. Cuando salió del ascensor, encontró dos paquetes enormes en el umbral de su puerta.

“¿Qué son esos paquetes? ¿Quién los dejó aquí?”, se preguntó.

Vio que los paquetes estaban envueltos en montones de periódicos viejos. Los abrió y miró lo que había dentro. “¿Estos son los colchones del abuelo?”.

Frente a ella estaban dos colchones viejos y polvorientos que habían pertenecido a su difunto abuelo. Catalina inmediatamente llamó al casero de la casa del anciano para averiguar por qué estaban frente a su puerta.

“Antes de morir, tu abuelo me pidió que empaquetara esos colchones y te los enviara después de su partida. Intenté llamarte, sin éxito. Tenía que ir a mi ciudad natal, así que los dejé en la puerta de tu casa”, le dijo el hombre.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Shutterstock

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“¡Está bien! ¡Muchas gracias!”.

Catalina pensó que era raro. Se sentía un tanto decepcionada, aunque en realidad no estaba enojada con su abuelo por haberla dejado fuera del testamento.

“Ya tengo un colchón nuevo y no tengo espacio en mi departamento para guardarlos. Pero sé quién los necesita mucho. ¡Le daré los colchones del abuelo a Patricio!”.

Catalina preparó una lonchera y consiguió una camioneta. Manejó hasta el tráiler de Patricio para darle la comida y los colchones. Patricio era un hombre solitario que dormía en un viejo remolque cerca de la carretera.

Vivía de la limosna y, en ocasiones, llevaba leña a las casas y panaderías cercanas a cambio de una comida. Patricio y Catalina se habían conocido cuando ella se quedó varada bajo la lluvia en la carretera. Él le dio refugio en su remolque y se hicieron buenos amigos.

Después de eso, Catalina le llevaba la cena todos los días. Patricio vivía cerca de su apartamento. A veces, ella le regalaba mantas calientes y suéteres gruesos para el frío.

“¡Mira lo que traje para ti!”. Catalina saludó a Patricio, que estaba tomando café caliente fuera de su remolque. “Estos son de mi abuelo. ¡Espero que ya no tengas que dormir en el suelo!”.

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Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Entre los dos, metieron los colchones en el pequeño remolque. “¡Listo! Ahora estarás más cómodo en las noches de invierno. ¿Te gustan?”.

Patricio se conmovió hasta las lágrimas y, después de compartir una bebida caliente con Catalina, le deseó buenas noches. No podía imaginar de lo que estaba a punto de descubrir.

A la mañana siguiente, Catalina tenía el día libre y estaba haciendo las tareas del hogar. De repente, escuchó un golpe fuerte y un largo timbrazo en su puerta. Atendió y se encontró a Patricio afuera.

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El hombre estaba sudando y sus ojos estaban tan abiertos que parecían a punto de salirse de las órbitas. Definitivamente, algo lo tenían muy impresionado.

“¿Patricio? ¿Qué haces aquí?”.

“Tienes que venir conmigo, Catalina. Tienes que ver algo…”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

“¿Ver qué, Patricio?”.

“Los colchones que me diste ayer… ¡ESTÁN LLENOS DE DINERO!”.

“¡¿¿QUÉ??!”, gritó Catalina a todo pulmón.

“Sí, ven a mi tráiler y míralo tú misma. Rápido…”.

Catalina y Patricio regresaron corriendo a su remolque e inspeccionaron los colchones. Tal y como él le había dicho, había en su interior muchas pacas de billetes.

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“Intenté dormir sobre ellos, pero sentí algo duro. Me acosté en el otro colchón, y ese se sentía peor, como si algún objeto duro estuviera atascado dentro. ¡Rompí la cubierta y encontré el dinero!”.

Las lágrimas desbordaron los ojos de Catalina. Se dejó caer en un taburete viejo y hundió la cara entre las palmas de las manos. ¡Esto era obra de su difunto abuelo!

“¡¿Cómo pude dudar de ese extraño anciano?! Abuelo, pensé que me habías defraudado. ¡Pero no lo hiciste! ¡Querías sorprenderme y me dejaste los ahorros de toda tu vida!”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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El difunto anciano había ahorrado muchísimo dinero a lo largo de su vida. Catalina lo sabía, pero no estaba segura de a cuánto ascendía la cantidad.

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Cuando Pedro recibió su herencia, supuso que su abuelo había ahorrado justamente esos $20000 a lo largo de su vida. Pero para su sorpresa, él le había dejado dos colchones cargados con cientos de miles.

La herencia sorprendió a Catalina, pero la honestidad de Patricio tocó cada rincón de su corazón. Se secó las lágrimas y se levantó para recompensar al amable hombre.

“Patricio, quiero que utilicemos parte de este dinero para comprarte una linda casa, ¿de acuerdo?”, dijo. El hombre la miro desconcertado.

“Me quedo con un colchón y tú te quedas con el otro… ¿Qué te parece ese acuerdo?”.

Patricio no podía creer lo que escuchaba. Luego de que Catalina se marchó, entró en su remolque y recogió el dinero en una maleta vieja. Luego remendó el colchón y se recostó a soñar con su nueva vida.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Las buenas acciones generan cosas buenas: Catalina siempre había sido amable y generosa con Patricio. Cuando él descubrió que los colchones que ella le había dado estaban llenos de dinero, no dudó en informarle al respecto.
  • No dudes de las decisiones de tus seres queridos: Catalina se sintió decepcionada al pensar que su abuelo, a quien tanto quería, la había dejado fuera del testamento. Luego descubrió que a él tan solo se le había ocurrido una ingeniosa manera de darle una generosa herencia.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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