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Hombre con un bebé que llora en sus brazos | Foto: Shutterstock
Hombre con un bebé que llora en sus brazos | Foto: Shutterstock

Chica pide echar de la cafetería a padre soltero con bebé lloroso: se reencuentran en una entrevista de trabajo - Historia del día

Mayra Pérez
28 dic 2022
19:00

Una mujer soltera y ambiciosa cuya vida gira en torno al trabajo intenta que echen de un café a un padre soltero con un bebé que llora. Se encuentra de nuevo con él un año después, pero esta vez, las circunstancias son muy diferentes.

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Era la noche de un lunes ajetreado cuando Luisa entró en la cafetería, pidió un café normal y se acomodó en el asiento con vista a las concurridas calles de la ciudad.

Ese día había sido terrible para ella. Con las largas reuniones y los proyectos con plazos ajustados, esperaba encontrar algo de tiempo para relajarse antes de regresar a casa, donde debía revisar algunos documentos antes de meterse a la cama.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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"Gracias", dijo en voz baja a la mesera, cuando le dejó su pedido sobre la mesa.

Luisa apartó su iPad, tomó un sorbo de café caliente y miró alrededor. Fue entonces se dio cuenta de que en la mesa de al lado, un bebé la miraba con ojos grandes y puré de manzana por toda la boca.

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Asumió que el hombre que estaba hablando por teléfono mientras su bebé jugaba con la comida, era un padre soltero. ¿Por qué otra razón estaría en ropa formal en un café a las 7 p. m., alimentando a un niño, con su bolso de oficina a su lado?

"¡Asqueroso!", murmuró Luisa, antes de apartar la mirada.

Ella detestaba a los bebés. Le incomodaba su llanto constante y lo necesitados de afecto y atención que eran. Pero parecía que el niño de la mesa vecina estaba encantado con ella.

Cuando Luisa se dio la vuelta, el bebé empezó a llorar y sus lágrimas rodaron por sus mejillas como una cascada.

"¡Qué desastre!", pensó enojada.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Cuando Luisa se volvió para mirar la mesa, vio que el padre todavía estaba al teléfono, lo que la irritó. Había tenido un largo día de trabajo y lo último que necesitaba escuchar era el llanto de un niño.

"¡Disculpa!", llamó al hombre desde su mesa. "¡Pídele a tu bebé que se calle! ¡Está llorando demasiado!", demandó.

El hombre se disculpó antes de continuar con la llamada, mientras intentaba consolar a su bebé al mismo tiempo. Nada cambió, entonces Luisa llamó a la mesera.

"¡Por favor dales otra mesa! ¡O simplemente ÉCHALOS! Haz algo, sácalos de mi vista", exigió. Pero la mesera no podía hacer nada.

"Señora", dijo la camarera en tono de disculpa. "Como puede ver, todas las mesas están llenas, y las únicas disponibles están en la terraza, pero hace demasiado frío allí para el bebé. Igual hablaré con el padre…", ofreció.

La mesera se acercó a la mesa del hombre, le dijo algo y Luisa notó que el hombre terminó la llamada.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Shutterstock

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"Lo siento. Creo que está cansado y tiene sueño. Seguramente se calmará en un momento. Pido disculpas por las molestias", escuchó Luisa decir al hombre.

Luisa no pudo contener su ira. Se acercó a la mesa del hombre y le dijo que debía irse. Fue entonces cuando el niño que lloraba vomitó sobre su atuendo, lo que la enfureció aún más.

"Lo siento mucho, de verdad", le dijo el hombre a Luisa. "Déjame compensarte, por favor".

"¡Esto es ridículo!", exclamó Luisa. "Me marcho de este lugar", dijo mientras salía del café, mirando con enojo al hombre y la camarera. Nunca volvió a visitar el café y esperaba no volver a encontrarse con el hombre y su hijo.

Pasó un año y un día Luisa conoció a un hombre guapo que trabajaba por contrato en la misma empresa que ella. Era encantador, educado, confiado y todo lo que ella siempre había querido en una pareja.

Se enamoraron muy pronto y poco después ella descubrió que estaba embarazada. Cuando se hizo visible, Luisa se lo contó a sus padres, pero ellos no estaban muy felices.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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"No queremos que ese hombre se involucre contigo o con nuestra familia", dijo su padre con mal humor.

"Tu padre tiene razón", dijo su madre. "Él no te merece. No tiene nuestra clase, y bueno, respecto al bebé… podemos ayudarte con la crianza".

Luisa se sorprendió. Esperaba que sus padres estuvieran felices con la noticia de su boda. La empresa era de su padre, por lo que cuando decidieron seguir adelante con sus planes, los botaron a ambos.

Unos meses más tarde, Luisa se mudó al estudio de Teodoro porque ya no podía pagar el alquiler. Él estaba trabajando para una pequeña empresa privada en ese entonces, y estaba más que feliz de cuidarla durante el embarazo.

Cuando nació la bebé, estaban tan felices que supieron que todos sus sacrificios y esfuerzos habían valido la pena. Teodoro consiguió un segundo trabajo y Luisa decidió que era el momento de buscar uno, quizás de medio tiempo.

Un día, la llamaron de imprevisto para una entrevista en una editorial. No logró conseguir a una niñera con tan poca anticipación, así que tuvo que llevar a su hija Eva con ella.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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A Luisa le encantaba escribir desde que era una niña, por lo que estaba muy entusiasmada con la entrevista. Sin embargo, a medida que se acercaba al salón, se percató de que era la única que llevaba un bebé.

"Me temo que no podrá entrar con ella", le dijo la señora que estaba fuera de la sala de entrevistas cuando la llamaron por su nombre.

"Lo siento", dijo Luisa. "No puedo dejarla sola aquí. Por favor, comprenda".

La mujer suspiró y lo permitió. Luisa entró en la oficina, y cuando vio la cara del entrevistador, se congeló. Había pasado mucho tiempo, pero su memoria fotográfica era infalible y no tuvo dudas: era el hombre con el que había sido grosera meses atrás.

"¿Te conozco?", preguntó el hombre, al tiempo que le pedía a Luisa que tomara asiento. "Me pareces familiar".

"Oh, bueno", dijo Luisa tímidamente. "Nos conocimos en el café, y tu bebé estaba llorando…".

"¡Ah!", exclamó con una sonrisa. "Ya recuerdo. Por favor, toma asiento. Espero que sepas que no acostumbramos a tener bebés en las entrevistas".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Antes de que Luisa dijera algo, Eva empezó a llorar. En ese momento se sintió muy avergonzada y alterada.

"Oh, no, lo siento mucho. No pude dejar a Eva en casa, y pensé…".

"¿Puedo?", preguntó él.

"¿Qué?", dijo ella, confundida.

"¿Puedo cargarla por un momento? Creo que podré calmarla".

Luisa asintió, no tenía nada que perder. Le entregó a Eva y la niña dejó de llorar tan pronto como él comenzó a jugar con ella.

"Parece que le gustas", dijo Luisa. "¡Eso no es propio de ella!".

"Me encantan los bebés", dijo el hombre. "Soy Jonathan, por cierto. Además de ser el director de la compañía, soy padre soltero".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Luisa no pudo controlar las lágrimas. "No sé cómo expresar esto de otra manera, pero no puedo dejar sola a Eva. No estoy en la mejor situación financiera, y si no puedo traerla al trabajo, no creo ser la candidata adecuada para este puesto. Lo siento".

"No, está bien. Todo tiene solución. Me gustaría entrevistarte. Nos gustó mucho tu perfil. Por favor…".

Jonathan entrevistó a Luisa y la contrató. Le explicó que la empresa tenía una pequeña guardería para sus empleados, que le permitiría trabajar y al mismo tiempo tener a su hija cerca, sabiendo que estaría segura.

"Yo también soy padre y lo entiendo", dijo. "Sin mencionar que, al final del día, todos tenemos problemas con los cuales lidiar, señora Vidal. ¡Solo hay que ser paciente y tolerante con el prójimo!".

Luisa estaba más que agradecida con Jonathan. No solo consiguió un trabajo ese día, sino que entendió que la empatía es esencial para una saludable convivencia.

Jonathan era un padre soltero que manejaba la mayoría de las responsabilidades de la empresa, mientras criaba a un hijo. Y todo eso con una extraordinaria calidad humana.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Cada persona está viviendo circunstancias que desconoces, no juzgues: Para Luisa, la persona que estaba con un bebé llorando en la cafetería debería marcharse porque a ella le molestaba. Para su sorpresa, tiempo después la vida la puso en la posición contraria.
  • Sé tolerante y comprensivo con tu prójimo: A pesar de la manera en que Luisa se había comportado con Jonathan en el pasado, él actuó con deferencia hacia ella y su bebé cuando la situación fue distinta, y eso le dio una gran lección.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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