Señora renuncia a su trabajo de años tras pelear con su jefe: pronto regresa a la oficina para botarlo - Historia del día
María trabajó en la misma empresa toda su vida, y renunció tras una gran discusión con su jefe. Unas semanas más tarde, un giro del destino la hizo regresar con un ascenso y la capacidad de despedir a su antiguo supervisor.
Inmediatamente después de graduarse de la universidad, María fue contratada como aprendiz en una gran corporación, con excelentes posibilidades de ascenso. Sería capacitada por los mejores en el negocio.
A través de los años, se ganó el aprecio y respeto de los directivos. Ella trajo grandes resultados para la empresa y fue responsable de las campañas más exitosas.
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Muchos años después, fue contratado un nuevo gerente en Recursos Humanos. Su función era crear diferentes programas que promovieran el equilibrio entre la vida laboral y personal de los empleados y crear incentivos para inspirarlos a la excelencia laboral.
Durante las primeras semanas, organizó entrevistas individuales con el personal, para conocerlos. Cuando fue el turno de María, entró a la oficina del nuevo gerente con una sonrisa en su rostro.
"Buenos días", dijo ella, extendiendo una mano para que él la estrechara. "Soy María, soy la gerente sénior de experiencia del cliente".
"Buenos días", dijo Daniel, sin levantar la vista ni moverse de su asiento. "Saltemos las formalidades. Por favor, siéntate", dijo, señalando el asiento frente a su mesa.
"Qué mal educado", pensó María. Supuso que el nuevo gerente estaba cansado por todas las personas a las que había tenido que entrevistar antes, así que lo dejó pasar.
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"Entonces, ¿Cuáles son tus aportes a la empresa? Me gustaría saber un poco más sobre ti y tu trabajo", preguntó Daniel.
"Llevo 35 años trabajando en esta empresa. Me encargo de la experiencia del cliente", comenzó a explicar.
Antes de que pudiera decir algo más, la distrajo la expresión de asombro en el rostro del nuevo gerente cuando mencionó que había estado en la empresa durante 35 años.
"Eso es mucho tiempo… ¡Es casi mi edad!", exclamó. "¿Cuántos años tienes?".
"Acabo de cumplir sesenta años", respondió María. "El equipo que manejo aquí en la oficina me mantiene joven y activa", señaló con una sonrisa en el rostro.
En lugar de sonreír, Daniel tenía una expresión desconcertada en su rostro. "¿60? ¿No deberías estar jubilada?", preguntó con franqueza.
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María estaba bastante incómoda con la agresividad pasiva del hombre, así que decidió confrontarlo. "No me agrada el tono de tu voz ni tu lenguaje corporal", admitió María. "¿Tienes un problema conmigo?".
"No", respondió el gerente. "Tengo un problema con la forma en que lideras el equipo de experiencia del cliente a tu edad. ¿Qué sabes sobre nuestro mercado objetivo? ¿No debería ocupar tu puesto alguien de la misma generación que nuestros consumidores?", preguntó.
"Bueno, eso es bastante grosero", dijo María, sintiendo sus mejillas arder de ira. "Nuestros jefes no me mantendrían en este cargo si no pensaran que soy capaz. Cuando conozcas más de la empresa, entenderás por qué he estado aquí durante 35 años".
Daniel se encogió de hombros. "¿O tal vez es hora de que aceptes el hecho de que el puesto es mejor para alguien más joven? A tu edad, deberías estar con tu familia, disfrutando el tiempo que te queda", sugirió una vez más.
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María negó con la cabeza. No estaba dispuesta a darle a ese hombre la satisfacción de verla partir. Salió de su oficina y continuó trabajando en un programa que el director ejecutivo de la compañía llamó "una obra de arte".
Después de lanzar su campaña más reciente, María se encontró nuevamente con el señor Daniel, quien le preguntó: "¿Cuántas campañas más tienes bajo la manga?".
"Las que sean necesarias", respondió María.
"O tal vez puedas darle oportunidades al resto de tu equipo", sugirió Daniel. "Tendrían ideas nuevas y frescas si les permitieras tomar el control".
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En este punto, María había tenido suficiente. No podía entender cuál era el problema del gerente con ella, pero no seguiría discutiendo. "¿Sabes qué? Bien", respondió ella. "Renuncio", dijo, caminando directamente a la oficina para buscar sus cosas.
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"¿A dónde vas, María?", preguntaron algunos de sus compañeros de oficina.
"¡Ve y pregúntale al señor Daniel!", dijo antes de entrar al ascensor sin mirar atrás.
María pasó el siguiente par de semanas en casa con sus nietos. Si bien se dio cuenta de que pasar tiempo con su familia durante un período prolongado de tiempo era agradable, aún extrañaba trabajar en la oficina.
Un día, mientras ella y sus nietos estaban en una feria, recibió una llamada del director general de la empresa. "Me acabo de enterar de la verdadera razón por la que decidiste renunciar", le dijo. "¿Por qué no me dijiste que el nuevo empleado te estaba molestando?".
"No me sentía cómoda causando conflictos. Ya no quería discutir con él, así que le di lo que quería", admitió María honestamente.
"Bueno, María, para ser sincero, preferiría que se fuera él antes que tú. Los resultados de nuestras campañas de experiencia del cliente ya no son tan buenos como cuando las manejabas. Te necesito de vuelta, por favor", suplicó.
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"No puedo estar en la misma área que Daniel", le dijo María al director. "¡Va a seguir molestándome por mi edad!", dijo, recordando todas las veces que se sintió deprimida por sus ataques.
"Bueno, serás promovida a socio gerente. Él ya no podrá hablarte de esa manera. Y en este momento, estamos dudando sobre la necesidad de su cargo. Una vez que regreses, debes verificarlo. No creo que esté aportando mucho a la empresa", le dijo el director.
María aceptó regresar con el ascenso. Descubrió que estaban operando con gastos excesivos porque habían contratado personal redundante. Una posición que se consideró innecesaria fue la del señor Daniel, por lo que fue despedido.
A partir de ese momento, el departamento de Recursos Humanos puso mayor énfasis en la calidad del trabajo de cada empleado, independientemente de su edad. María pudo poner su experiencia y capacidad al servicio de la empresa por muchos años más.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La edad no define las capacidades de una persona: El señor Daniel pensó que María era demasiado mayor para trabajar para la empresa y no dejaba de acosarla para que se jubilara, hasta lograr que renunciara.
- Respeta a tus compañeros de trabajo y trátalos como quieres que te traten a ti: María se sintió agredida por el señor Daniel, y prefirió renunciar a seguir tolerando sus insinuaciones. Su ausencia perjudicó a la empresa, y la directiva le suplicó que regresara.
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