Mi esposo pensaba que no hacía nada en casa con nuestra bebé de 5 meses hasta que me fui por una semana - Mi historia
Las cosas iban bien para mi esposo y para mí hasta que di a luz a nuestra hija. Él creía que yo no hacía nada en todo el día mientras él estaba en el trabajo, así que decidí irme de casa durante una semana para demostrarle lo equivocado que estaba.
Algunos meses después de saber que estaba embarazada, renuncié a mi trabajo. Mi esposo David apoyó mi decisión; ambos pensamos que esto sería mejor para nuestra hija a largo plazo.
Afortunadamente, tuve un embarazo fácil y sin complicaciones, por lo que me dediqué a arreglar la habitación de mi bebé y mantenía la casa impecablemente limpia. También le preparaba comidas especiales a mi esposo en esos meses.
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"Nuestra casa nunca se había visto tan bien, cariño", comentó mi esposo una vez. "Me encanta llegar a casa y ver todo en orden. Además, tus comidas son deliciosas", dijo, dándome un beso en la mejilla.
Sonreí feliz de que apreciara mis esfuerzos. Continué haciendo esto hasta que di a luz a las 40 semanas. Cuando llegó mi hija, se convirtió en todo mi mundo. Un ser humano confiaba en mí para todo, y de inmediato fue mi prioridad.
Para mi esposo, simplemente estaba siendo vaga. Comentó lo desordenada que se había vuelto la casa y cómo habíamos estado comiendo el mismo tipo de comida durante varios días.
"No tengo tiempo para cocinar algo nuevo todos los días", le dije. "Marissa llora mucho y a veces tiene cólicos. Me necesita", le explicaba.
David negaba con la cabeza; pensaba que estaba mintiendo. "Marissa puede quedarse en la cuna mientras tú te ocupas de las cosas de la casa", respondió. "¡Eso no te puede tomar tanto tiempo!".
"¿Por qué no lo intentas tú entonces?", exploté. "Estoy cuidando y atendiendo a nuestra hija. ¿Sabes lo agotador que es amamantar cada dos horas?".
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"Además, ella quiere que la tengan cargada. Llora cada vez que la acuesto en la cuna. ¡No tengo tiempo para hacer nada más!".
"¿Qué estás tratando de decir?", espetó. "Trabajo todo el día y cuando llego me encuentro con una casa descuidada y comida del refrigerador que debo recalentar".
"¿Cómo diablos no me sentiría frustrado con eso? Deja de esconderte detrás de la niña y solo admite que estás siendo una esposa perezosa", acusó David.
Mis ojos se llenaron de lágrimas en este momento. "Eso es muy injusto", le dije, alejándome de él.
¿Cómo no se daba cuenta de lo difícil que era criar a una niña sola? Sí, él daba todo el soporte económico, pero apenas estaba en casa. Y cuando estaba, no colaboraba con los quehaceres o la bebé, a menos que le provocara jugar un rato con ella o dormir la siesta a su lado.
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En ese momento, me di cuenta de que mi esposo nunca entendería las cosas desde mi punto de vista, a menos que le mostrara lo que yo tenía que vivir a diario.
Un fin de semana, dejé a Marissa con David. Ella estaba dormida encima de él, y aproveché ese momento para bajar las escaleras. En la cocina le dejé una nota que decía:
"Me voy de vacaciones y vuelvo en una semana. La leche de Marissa está en la nevera".
Apagué mi teléfono, agarré mi bolso y me fui. Reservé un viaje a la playa y pasé una semana entera descansando y haciendo cosas para mí que no había hecho en mucho tiempo.
Cuando la niña despertó, David me llamó para que me hiciera cargo. Al no obtener respuesta, bajó corriendo las escaleras y encontró mi nota. Estaba sorprendido y enojado a la vez.
No tuvo más remedio que cuidar a Marissa solo, ya que no había ninguna niñera disponible en tan poco tiempo. Durante el fin de semana, se encargó por primera vez de cambiarle los pañales, bañarla, alimentarla, y mucho más.
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"¡Te entiendo!", gritó en un momento. "Solo ven a casa ya", rogó.
Supervisé la casa desde los monitores de bebé de mi hija ubicados alrededor de la casa y vi que David no había podido hacer nada más que cuidar a la niña. Pedía comida todos los días, dejaba los platos sucios y el desorden era evidente.
El domingo en la noche supo que no podría cumplir con el trabajo y atender a la niña, así que llamó a su madre. "Mamá", gritó en el teléfono. "Jennifer se fue sin dejar nada más que una nota. ¿Puedes venir a ayudarme? ¡No he dormido en días!", se quejó.
Mi suegra estaba furiosa. "¡Cómo puede ser tan irresponsable!", la escuché gritar desde el monitor de bebé. "¡Es el trabajo de una mujer criar a sus hijos, no del hombre! Si ella no puede criar a la niña y mantener la casa en orden, entonces no debió haberse casado", dijo.
Me indigné al escucharla. Ella no tenía derecho a acusarme de irresponsabilidad: ¡siempre tuvo niñeras para criar a sus hijos y personal a cargo de la limpieza! David y yo no teníamos dinero para eso.
Cuando llegué a casa, David se mostró muy comprensivo y se disculpó conmigo. Me explicó que se había dado cuenta de que necesitaba y merecía esas vacaciones. "Lo siento, cariño", dijo en un tono sincero.
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"Cuidar sola a una niña pequeña es muy difícil y todavía te exigía cosas. Lo siento, por favor, discúlpame. Prometo ser un padre más presente y compartir responsabilidades contigo. Marissa y tú se merecen eso y mucho más", añadió, dándome un fuerte abrazo.
Me molesta lo que dijo mi suegra sobre mí y me gustaría saber si otras personas han pasado por lo mismo. ¿Debe una mujer ser la única responsable de criar a sus hijos, cocinar y mantener la casa en orden si es ama de casa? ¿No debería el padre involucrarse?
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