Padres leen la carta de su hijo a Santa y renuncian a sus trabajos al día siguiente - Historia del día
Cuando los padres de Eric deciden leer su carta a Santa para poder comprarle lo que quiere para Navidad, encuentran un mensaje que les rompe el corazón.
"Mamá", dijo Eric al tirar suavemente de la manga de su madre.
"Sí, Tina, lo actualicé ayer". La mamá de Eric se giró hacia el niño brevemente, mostrándole un gesto con la mano para que esperara antes de señalar su teléfono.
Eric suspiró y se alejó. Tenía ocho años y era lo suficientemente grande como para saber que cada vez que su madre comenzaba a hablar con sus colegas, a él le esperaba un largo tiempo de espera.
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Regresó a la sala. ¡Él y papá habían estado viendo una caricatura, pero ahora papá también estaba ocupado con su teléfono!
"Oye, Eric, disculpa la interrupción, pero tengo que responder este mensaje rápidamente". El padre del pequeño le dedicó una breve sonrisa mientras usaba su teléfono.
"Está bien, pero ¿puedo...?".
"Te dije que estoy respondiendo un mensaje, Eric. Espera".
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Eric se acurrucó en el sofá. Era casi la hora de ir a los juegos de la plaza. Había esperado todo el día a que sus padres regresaran a casa, ¡y no quería esperar más!
"¿Eric?". Mamá entró en la sala con el ceño fruncido. "Lo siento, cariño, pero hoy no puedo ir contigo a la plaza. Ha habido un gran problema en el trabajo que tengo que arreglar, pero aún puedes ir con tu papá".
"En realidad, también tengo algo importante que hacer en el trabajo". El padre de Eric se sentó a su lado en el sofá. "Lo siento, pero siempre podemos ir mañana".
"¡Pero siempre dicen eso, y nunca sucede!", expresó Eric, levantándose del sofá.
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"Lo siento, hijo, pero debemos trabajar para ganar suficiente dinero para vivir una vida feliz. Entiéndelo", dijo el padre de Eric.
Eric se cruzó de brazos. Siempre era por dinero y por trabajo. Entendió que necesitaban dinero para comprar cosas, pero ninguna de esas cosas lo había hecho tan feliz como estar con sus padres.
Las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos. Todo lo que quería era ir a la plaza con mamá y papá, pero ellos siempre querían trabajar.
"Te lo compensaremos este fin de semana". Mamá le puso una mano en el hombro y se agachó a su lado. "Santa visitará el centro comercial para recoger las cartas de todos los niños. ¿Te gustaría ir a verlo?".
Eric miró a mamá. Ya no estaba seguro de creer en Santa, pero quería estar con mamá y papá, por lo que asintió con la cabeza.
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"¡Grandioso!", le respondió su madre con una sonrisa. "Será mejor que empieces a pensar en lo que quieres que Santa te traiga para Navidad".
Eric pasó los siguientes días trabajando en su carta a Santa. Por la noche, después de la cena, hablaba con sus padres sobre lo que estaba poniendo en su lista, a menos que estuvieran ocupados con el trabajo.
El sábado por la mañana, se despertó emocionado de ir al centro comercial y ver a Santa. Entró a la cocina, donde esperaba encontrar a sus padres preparando café, pero, en cambio, la abuela Ana estaba allí.
"Hola, Eric". La abuela le sonrió. "Tu mamá y tu papá tenían que ir a trabajar hoy, así que me pidieron que te cuidara. ¡Escuché que vamos a hacer un recado importante para entregarle tu carta a Santa en el centro comercial!".
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"No, ya no quiero ir". Eric se dio la vuelta.
"Pero, ¿cómo sabrá Santa qué regalarte para Navidad?", señaló su abuela.
Eric se secó las lágrimas de los ojos. Solo había una cosa que quería para Navidad.
A última hora de la noche, los padres de Eric llegaron a casa y agradecieron a la abuela Ana por cuidar de Eric con tan poca antelación.
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"Siempre estoy feliz de cuidar a mi nieto", respondió la mujer mayor, "pero ha pasado la mayor parte del día encerrado en su habitación. No quiso ir al centro comercial a ver a Santa".
"¿No lo hizo? Pero estaba tan emocionado por eso". La mamá de Eric frunció el ceño.
"Creo que estaba emocionado de pasar el día con ustedes dos". Ana extendió la mano para acariciar la mano de la mamá de Eric. "Sé que ambos tienen que trabajar muy duro, pero es importante hacer tiempo para su hijo".
La mamá y el papá de Eric se miraron, ambos sintiéndose culpables.
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Después de que la abuela Ana se fue, Jaime y su esposa fueron a la habitación de Eric. Ya se había dormido, pero se le notaban las marcas de lágrimas en sus suaves mejillas. Su mamá se inclinó para besarlo en la frente y notó la carta para Santa en su mano.
Ella tomó la misiva y le hizo un gesto al padre de Eric para que la siguiera.
"Vamos a leer la carta", le susurró a su esposo. "Entonces podemos asegurarnos de comprarle a Eric los regalos que quiere para Navidad".
"Es una gran idea", precisó Jaime, sonriendo.
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Se sentaron juntos en el sofá y desdoblaron el papel. Solo había una solicitud en la lista de deseos de Eric, y sus padres lloraron.
"Querido, Santa, por favor, ¿puedes darles mucho dinero a mi mamá y a mi papá para que puedan pasar más tiempo conmigo en lugar de trabajar todo el tiempo? Los extraño mucho".
La mamá de Eric miró a los ojos de su esposo. "Jaime, ¿qué podemos hacer? No puedo soportar la idea de que nuestro trabajo haga que Eric sea tan infeliz, pero tampoco podemos renunciar".
"Podemos, Tania". Jaime tomó las manos de su esposa entre las suyas. "Recibí una oferta de trabajo de una empresa de marketing rival".
Tania frunció el ceño. "¿Por qué no dijiste nada?".
"Estaba esperando para discutirlo contigo, pero ahora creo que será mejor para nuestra familia si lo tomo". Jaime se acercó más a su mujer. "La jornada laboral es menor y el salario mucho mejor. Estaré ganando suficiente dinero para que tú también puedas renunciar y buscar un trabajo menos exigente".
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"¿Estás seguro?".
Jaime asintió. "Te mostraré los correos electrónicos que recibí de ellos. Acordamos darle a Eric los regalos que pidió en esta lista, y este trabajo nos permitirá hacerlo".
Tania abrazó a su esposo, sus lágrimas de tristeza fueron reemplazadas por lágrimas de alegría.
Al día siguiente, los padres de Eric renunciaron a sus trabajos. Pasaron todos los días de las vacaciones de Navidad jugando con Eric, dando paseos y llevándolo al parque.
Eric estaba más feliz de lo que había estado en mucho tiempo. No podía creer que su deseo de Navidad se hubiera hecho realidad.
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Cuando sus padres comenzaron nuevos trabajos, a Eric le preocupaba que todo volviera a ser como antes, pero pronto se disiparon sus temores.
Todas las noches, los padres de Eric guardaban sus teléfonos para pasar tiempo con su hijo. Nunca cancelaron sus planes de fin de semana para volver a salir con Eric, y él creció sabiendo que sus padres siempre estarían ahí para él.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Los niños necesitan pasar tiempo con sus padres: Puede ser un desafío equilibrar el trabajo y la vida familiar, pero es importante priorizar pasar tiempo de calidad con los niños.
- Todos los padres cometen errores: La crianza de los hijos es difícil, y nadie puede esperar hacerlo a la perfección.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com