Huérfana consigue trabajo como doméstica en la mansión de millonario: se desmaya al ver una foto suya en el álbum familiar - Historia del día
Para criar a su preciosa niña recién nacida, Sandra aceptó un puesto como empleada doméstica para un hombre rico que parecía frío y grosero. Luego se vio a sí misma en una foto antigua en el ático: ¿Quién era realmente este hombre y por qué tenía su foto?
Desde que había comenzado a trabajar en la gran mansión del señor Romero, Sandra tenía muy poco tiempo libre. Y estar tan ocupada y concentrada en hacer todo bien era algo bueno.
Por muchas horas, los pensamientos que la angustiaban desaparecían. Había crecido entre varios hogares de acogida, sin estabilidad, amigos, ni una familia amorosa que la apoyara.
Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images
Y cuando creyó haber encontrado el amor, su novio la abandonó al saber que estaba embarazada. Luego de tres años de relación, le dijo que no estaba hecho para la paternidad.
A veces, sentía lástima por él. Se había perdido la dicha de ver el hermoso y delicado rostro que hacía explotar de dicha su corazón: ¡Amelia! Sandra temblaba de emoción al pensar en su bebé, que tenía apenas 4 meses.
Durante años estuvo enfadada con el mundo y llena de ira. Pero cuando llegó Amelia, todo eso se desvaneció por completo.
"Puedo ser para ella la madre que siempre quise tener", pensó mientras limpiaba con la aspiradora la costosa alfombra que cubría el piso de mármol en la casa de su empleador.
"¿Qué estás haciendo?". La voz enojada de su jefe la devolvió al presente. "Estás usando la aspiradora equivocada en la alfombra… ¡OTRA VEZ!".
Era apenas su tercer día de trabajo y seguía cometiendo errores. Sandra se puso roja de vergüenza y de inmediato corrió al ático a buscar la apropiada, mientras escuchaba las críticas del señor Romero.
"¡Si vas a estar distraída, te sugiero que busques otro trabajo! ¡No creo que tengas la suerte de que alguien más te contrate si sigues siendo tan descuidada!".
Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images
Sandra no pudo evitar que se le humedecieran los ojos. El hecho de que no pudiera encontrar el instrumento de limpieza adecuado allí tampoco estaba ayudando.
Rebuscó en el gran armario y se mordió la lengua cuando un montón de trapeadores y baldes cayeron al suelo, haciendo un fuerte ruido.
"¿Qué es ese ruido?", gritó el señor Romero con impaciencia y comenzó a subir las escaleras hacia el ático.
Sandra estaba poniendo las cosas en su lugar con nerviosismo cuando notó que algo se había caído de los estantes. Era un viejo álbum de fotos que pertenecía al señor Romero, y aterrizó abierto en una foto que le puso la piel de gallina.
"¿Esa soy yo?", se preguntó Sandra en voz alta y cayó desmayada en una silla.
Cuando recobró el conocimiento, vio al señor Romero a su lado. Su rostro lucía muy diferente, había preocupación en él. Su voz se había suavizado y había lágrimas en sus ojos.
"¿Cassandra? ¿Eres realmente tú? ¡Te pareces… a tu padre!", dijo, mientras intentaba secar su rostro.
Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images
El señor Romero podía ver claramente en ella los rastros de su mejor amigo Matías. Él había fallecido trágicamente en un incendio hacía varios años.
"¿Mi padre? ¿Lo conociste?", preguntó.
El señor Romero se derrumbó en la silla detrás de él y se tapó la boca. Por un momento, revivió el horror, el dolor y la promesa que había hecho en el pasado…
Matías y el señor Romero, o Mat y Rai, como se llamaban cariñosamente entre sí, habían sido grandes amigos durante sus años en el ejército.
El señor Romero era huérfano y no tenía familia esperando su regreso, mientras que Mat era un hombre afortunado, casado con una hermosa mujer que le escribía todos los días.
"Rai, ¡Mira! ¡Mi esposa me envió una foto de mi bebé! Se llama Cassandra. Es hermosa, ¿verdad?". El señor Romero miró la foto y sintió la alegría de su compañero como propia.
Pero el destino tenía sus propios planes. Al día siguiente, Matías quedó atrapado en un incendio en el almacén que se le asignó para vigilar. En sus últimos momentos de dolor, su mano débil puso la foto de su hija en las manos de su amigo.
Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images
"Mi esposa… dile que la amo. Dile que la voy a cuidar desde el cielo. ¿Recuerdas que dijiste que no tenías a nadie esperándote? Bueno, ahora sí. Mi hija te necesita. Prométeme que la cuidarás. Así me puedo ir tranquilo", susurró con esfuerzo.
El último sollozo de su amigo moribundo aún resonaba en los oídos del señor Romero.
"Lo siento mucho, Cassandra. Le escribí a tu madre. Las busqué a las dos. Pero cuando regresé del servicio un año después, ambos se habían ido sin dejar rastro".
"Todo lo que pude averiguar fue que tu madre te había llevado a una ciudad diferente porque quería comenzar una nueva vida contigo".
Sandra se echó a llorar. Pequeños fragmentos de su historia acudían a su mente. Tenía solo tres años en ese entonces y recordaba a su madre llevándola a alguna parte. Los cielos eran dorados, y estaba cantando mientras intentaba secar sus lágrimas.
Cuando llegaron a un lugar parecido a una ciudad con edificios y luces, un destello cegador la encandiló. Luego, Sandra escuchó la voz de su madre llamándola por su nombre por última vez.
"Cassandra", había dicho. Años más tarde, la voz del señor Romero tenía la misma cadencia cuando pronunció ese nombre.
Fue un milagro que, después de todos estos años, la vida le permitiera al señor Romero cumplir su promesa. Y para Sandra (o Cassandra, como insistió en que la llamaran desde entonces), fue una bendición sentir la presencia de una figura paterna en su vida.
Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images
Durante los años siguientes, él hizo todo lo posible para recuperar el tiempo perdido con la hija de su mejor amigo. Acogió a Cassandra y a su pequeña hija y les proporcionó todas las comodidades que pudo permitirse.
Cuando llegó el momento de partir, el señor Romero dejó toda su fortuna a Cassandra y Amelia, la familia que le había regalado su gran amigo.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- A veces, la vida te da una segunda oportunidad: Cassandra había crecido en hogares de acogida y ahora estaba sola con su bebé, mientras que el señor Romero vivía solo en su mansión. La vida los unió de una hermosa manera y se convirtieron en familia.
- Nunca pierdas la esperanza: El señor Romero había perdido la esperanza cuando no pudo encontrar a la hija o esposa de su difunto amigo. Años después, ella llegó a su vida, dándole la oportunidad de cumplir la promesa que alguna vez había hecho.
Te puede interesar: Niño hornea galletas para recaudar fondos para su maestra enferma: un día lo despiertan los aplausos frente a su puerta - Historia del día
Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.
Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.