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Una señora de la limpieza | Un hombre podando unos arbustos | Foto: Shutterstock
Una señora de la limpieza | Un hombre podando unos arbustos | Foto: Shutterstock

Conserje mayor recién despedida se despierta y ve a su jefe rico limpiando su patio - Historia del día

Vanessa Guzmán
10 feb 2023
01:00

Patricia pasó su vida anhelando la oportunidad de encontrar a su hijo perdido hace mucho tiempo. En un extraño giro del destino se le presentó la oportunidad, gracias a un vínculo conmovedor forjado con su jefe.

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A medida que Patricia se acercaba a su jubilación, comenzaba a preguntarse si se sentiría realizada. Tenía 63 años y era soltera sin ningún interés en el romance. Ella había experimentado mucho dolor como adulta joven y, como resultado, había renunciado a sus sueños.

Durante muchos años, vivió una vida tranquila y solitaria. Trabajaba como limpiadora para un exitoso bufete de abogados en la ciudad y hacía todo lo posible por mantenerse apartada. Muchos de los empleados tenían personalidades muy intensas, lo que ponía nerviosa a Patricia.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

A pesar de esto, intentaba saludar a todos en la oficina cuando pasaban. Debido a su puesto como conserje, sus compañeros de trabajo a menudo le faltaban el respeto. Ignoraban sus saludos, la miraban mal y eran groseros cuando solicitaban ayuda.

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Un día, una de las secretarias de la empresa, Raquel, requirió ayuda con un pequeño desorden en el vestíbulo. “En un momento voy. Solo necesito limpiar la entrada del baño y reponer suministros”, respondió Patricia. Mientras terminaba, pudo escuchar risitas detrás de la recepción.

“Oye Patricia, ¿no deberías estar cuidando a tus nietos ahora? ¿Qué haces trapeando pisos?”, preguntó Raquel sarcásticamente. El comentario le dolió mucho a Patricia. Sus compañeros de trabajo no tenían idea de su pasado y de las cosas de las que se arrepentía.

La mujer mayor se echó a llorar y pasó un tiempo llorando en el armario de suministros. El dueño de la firma, Alex, fue testigo de este momento cuando entró por la puerta principal.

Decidió hablar con Patricia y tratar de consolarla. Ella le contó algo al joven que había mantenido en secreto durante muchos años.

“Cuando tenía veintitantos años, mi novio me dejó cuando le dije que estaba embarazada de su hijo. Me obligaron a abandonar a mi bebé en un orfanato”, reveló Patricia mientras se limpiaba las lágrimas.

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Continuó explicando que había regresado por él un año después, pero descubrió que había sido adoptado por una familia que se había mudado.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Patricia tenía un deseo, disculparse con su hijo. Para su sorpresa, Alex le reveló que él también había pasado por el sistema de acogida. “Y vivo con un solo deseo: encontrar a mi madre y simplemente decirle que la he perdonado”, dijo él mientras derramaba una lágrima.

Los dos compartieron un momento emotivo. Patricia reveló que la mayor parte de su salario la había estado destinando a orfanatos durante décadas para ayudar a niños abandonados.

También admitió que eso la ayudaba a lidiar con la culpa. “Así que estoy tratando de hacer las paces de la mejor manera que sé”, dijo ella.

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Alex ofreció una sugerencia que tomó a Patricia por sorpresa. “Esto puede sonar un poco loco, pero creo que debes dejar tu trabajo”, dijo él.

Patricia se negó, explicando que no tenía nada más que hacer con su tiempo. Aunque él le pidió que renunciara voluntariamente, ella se negó, por lo que él decidió prescindir de sus servicios.

Sin embargo, la mujer mayor tenía la intención de regresar a la oficina al día siguiente para volver a postularse para su empleo.

Patricia pasaba la mayor parte de su tiempo dentro de la casa o en el trabajo, por lo que no estaba segura de qué haría con su tiempo.

A la mañana siguiente, la señora se despertó con sonidos extraños provenientes de su patio. Cuando se asomó por la ventana vio a Alex metiendo bolsas de basura en el contenedor.

Había limpiado todo su patio y cortado el césped, también había podado los arbustos e incluso había arreglado parcialmente la cerca rota.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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“¿Qué diablos estás haciendo, Alex?”, preguntó Patricia con una expresión de confusión en su rostro”.

“Cuando me contaste tu historia, me recordó a mi madre biológica. Estoy seguro de que ella probablemente se culpa tanto como tú”, dijo el hombre.

Mientras las lágrimas brotaban de sus ojos, Patricia respondió: “¡También veo a mi hijo en ti, Alex! ¡Sueño que algún día me perdonará tanto como tú quieres perdonar a tu madre!”.

Los dos se conectaron por su deseo de encontrar a sus seres queridos perdidos. Durante la conversación, Patricia se emocionó y gritó: “¡Perdóname, hijo!”.

Alex saltó para abrazarla y dijo: “Te perdono, mamá...”. Los dos pudieron ayudarse mutuamente a superar años de dolor y arrepentimiento. “Por cierto, todavía estás despedida. No quiero que trabajes más en ese lugar. Te prometo que te cuidaré”, le dijo él a la mujer mayor.

Patricia estuvo de acuerdo, pues se dio cuenta de que había estado soportando bravucones durante demasiados años. Ella y Alex comenzaron a tratarse como lo harían una madre y un hijo, y los dos sintieron que el vacío que tenían finalmente se había llenado.

En secreto, Alex le había pedido un favor a un viejo amigo suyo de la universidad, Pedro, que trabajaba como investigador privado.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Él le pidió a su amigo que tratara de encontrar a su madre biológica y al hijo de Patricia. A Pedro se le hizo difícil hallar información al respecto en un principio, pero después de unos meses, encontró lo que estaba buscando.

Resulta que la madre de Alex y el hijo de Patricia vivían en un estado vecino. Alex decidió tramar un plan y reservó un boleto para ese fin de semana.

A la semana siguiente, Patricia escuchó un golpe en la puerta. Cuando respondió, vio a Alex de pie con una mujer de su edad. “¿Es ella quien creo que es?”, preguntó emocionada. “Patricia, esta es mi madre, Delia. La encontré el fin de semana pasado”, dijo él.

Las dos mujeres se saludaron y compartieron un cálido abrazo. En ese momento, Patricia pudo ver a una tercera persona parada en su jardín, un hombre de la edad de Alex. Las lágrimas inundaron sus ojos cuando pudo reconocer sus brillantes ojos azules.

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“Hola, mamá, soy Jacobo”, dijo mientras comenzaba a llorar.

Mientras los dos compartían un emotivo abrazo, Jacobo se aclaró la garganta para decir: “Es un placer conocerte por fin. Te perdono por todo. No tienes que disculparte”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Al final, Patricia y Alex pudieron hacer las paces con sus familiares separados. Pero los dos compartían un vínculo especial y seguían siendo amigos cercanos.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Trata a todos con respeto: A pesar de ser el dueño de la empresa, Alex no juzgaba a Patricia por su posición. Encontró una manera de conectarse con ella que al final los ayudó a ambos.

  • Nunca es demasiado tarde para hacer las paces: Después de muchos años, Patricia fue perdonada por su hijo y Alex pudo perdonar a su madre.

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