Madre embarazada se entera de que tiene que interrumpir su embarazo para salvar su vida: se niega a rendirse
La fe y las creencias provida de una mujer fueron puestas a prueba cuando se vio sorprendida por una noticia que nunca había visto venir. Cuando un descubrimiento desgarrador eclipsó su mayor momento de felicidad, se enfrentó a una disyuntiva: ceder a la desesperación o mantener la esperanza. Sigue leyendo para descubrir lo que hizo.
La idea de dedicarse la maternidad y traer al mundo a unos angelitos es una perspectiva encantadora con la que sueñan muchas mujeres. En ese sentido, Jessica Hanna era muy afortunada porque había recorrido ese camino más de una vez.
Era la cariñosa madre de tres niños que eran el centro de su universo y llenaban su mundo de inmenso amor y alegría. Por eso, cuando descubrió que estaba embarazada de nuevo, se moría de ganas de hacer crecer su familia.
Nada de qué preocuparse
Hanna acudía al médico con regularidad y esperaba ansiosa poder abrazar y sostener a su bebé. Antes de quedar embarazada, recordó que se había notado un bulto en el pecho e incluso se lo había hecho examinar por su especialista. Sin embargo, le dijeron que era benigno y que no había de qué preocuparse.
El funesto pronóstico
Dos semanas después, recibió la noticia de su cuarto embarazo, que le cambió la vida, y lo celebró con entusiasmo. No sabía que pronto se pondría a prueba todo aquello en lo que había creído y defendido durante toda su vida.
Cuando acudió a su revisión de las 14 semanas, Hanna descubrió algo que la estremeció hasta lo más profundo de su ser: una noticia que nunca había imaginado que escucharía.
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El bulto en el pecho que había sentido antes del embarazo había sido diagnosticado erróneamente como benigno. En otras palabras, Hanna tenía cáncer.
Su conversación con los médicos
Aún más devastador fue que el cáncer en estadio uno de Hanna había pasado a estadio cuatro y se consideraba terminal. Pero en lugar de amilanarse y rendirse a su destino, decidió seguir resistiendo ante la adversidad.
Desgraciadamente, sus penosas pruebas estaban lejos de terminar. En reuniones posteriores con sus médicos, Hanna se enteró de que su única oportunidad de vivir era ponerle fin a su embarazo.
Pero, ¿cómo podía hacerlo? ¿Cómo podía poner fin a la pequeña vida que crecía en su interior, la misma vida que se suponía que debía alimentar, nutrir y proteger de todos los peligros?
Tomó su decisión
Hanna no tardó mucho en tomar una decisión. No se sintió intimidada por el terrible pronóstico ni preocupada por su propia vida. Su elección fue muy clara: la abnegada madre eligió a su bebé y recurrió a Dios y al poder de la oración.
En lugar de sumirse en la desesperación y la autocompasión, y ahogarse en el abismo de la oscuridad, Hanna sacó fuerzas de su fe.
Ella era creyente y sentía que Dios la llamaba a mirar más allá de su dolor y sus problemas y a seguir Su camino. Y estaba dispuesta a responder a Su llamado.
Aprendió de su experiencia
Como católica y defensora de la vida, Hanna no tuvo miedo de compartir abiertamente sus pensamientos en las redes sociales y con sus allegados.
Incluso destacó que su difícil experiencia la había enseñado a aferrarse a su fe y a seguir adelante contra viento y marea. Así lo expresó:
“Ha sido una experiencia en la que me he dicho: ‘Vaya, ahora sí que has hablado en serio a favor de la vida. Ahora te has convertido en la mujer que todo el mundo utiliza en sus argumentos: ¿y qué si la vida de la mujer está en peligro?’. Y ahora es el momento de que yo haga lo que tengo que hacer”.
Compartió su historia
En uno de los momentos más difíciles de su vida, Hanna logró mantenerse firme gracias a las visitas que hacía a uno de los santos de su ciudad natal. Ella iba a la tumba del padre Solanus Casey, un santo enterrado en Detroit, Michigan, en Estados Unidos.
La experiencia espiritual aliviaba sus penas y la hacía sentirse mejor después de cada sesión de quimioterapia. Hanna rezaba por la salud de su bebé y por su curación milagrosa.
También recurría a las redes sociales y ponía al día a sus amigos sobre su evolución, con la esperanza de encontrar un cierre y claridad mientras navegaba por la vida. En todo momento se hacía varias preguntas, que recordó con estas palabras:
“Pensaba que ningún sufrimiento debía desperdiciarse. No sé adónde me lleva Dios. ¿Me va a llevar por el camino en el que tengo que mostrar a la gente cómo morir con gracia, con su gracia y su misericordia? ¿O va a mostrar un milagro?”.
Un hermoso milagro
Finalmente, Hanna dio a luz a un hijo sano y adorable, Thomas Solanus, llamado así en honor al santo bendito. Pero eso no fue todo. La cariñosa madre afirmó que también se había curado del cáncer, y que su fe, paciencia y esperanza habían obrado maravillas.
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Hanna compartió su testimonio en una entrevista especial con “EWTN Pro-Life Weekly” en septiembre de 2022. Estaba exultante mientras reflexionaba sobre su experiencia para volver a ser madre y experimentar una recuperación milagrosa.
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