Mamá soltera de 3 encuentra una invitación para una cita anónima en una bolsa de pañales - Historia del día
Scarlett era una madre soltera divorciada. Ansiaba encontrar de nuevo el amor tras su divorcio, pero todos sus intentos parecían en vano. Por extraño que pareciera, todo cambió cuando encontró una nota de San Valentín en la bolsa de pañales de su bebé.
Scarlett era una cariñosa madre soltera de tres hijos. Su esposo la había abandonado después de que ella quedara embarazada de su tercer hijo para estar con una mujer con la que había tenido una aventura.
Tras divorciarse, ella quedó destrozada y con el corazón roto. Sin embargo, tenía que mantenerse fuerte por sus hijos. Durante un tiempo, encontraba consuelo en ser la mejor madre posible para sus retoños.
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Se mantenía ocupada con el trabajo y la crianza de sus hijos. Además de tener un trabajo a tiempo completo, participaba activamente en todas las facetas de la vida de sus pequeños, dirigiendo las reuniones de la Asociación de Padres y Profesores, y sin perderse ni un solo concierto o partido.
Scarlett era una madre maravillosa y dedicada. Sin embargo, su corazón seguía anhelando amor. Aunque amaba profundamente a sus hijos, el amor que sentía por ellos no podía colmar su deseo de volver a tener un poco de romance en su vida.
Habían pasado años desde su divorcio. Así que, después de tomarse un tiempo para recuperarse de la separación de su esposo, Scarlett decidió volver a salir con alguien.
Su primera cita fue una cena con Sergio, un hombre de su trabajo. Él llevaba un par de meses invitándola a salir, pero ella siempre ponía excusas. Finalmente aceptó la oferta. Sin embargo, las cosas no fueron bien.
“Bueno, ahora que por fin logré sacarte de la oficina, háblame más de ti”, dijo Sergio, sentándose frente a Scarlett en el elegante restaurante.
El lugar era un poco exagerado para el gusto de la mujer, pero ella admiraba su esfuerzo. Scarlett lucía increíble con un elegante vestido blanco, mientras que Sergio llevaba un traje como hacía habitualmente.
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“Eh... no sé. ¿Qué te gustaría saber? Ya sabes dónde trabajo”, exclamó Scarlett con una risita.
“Me encantaría conocer todo sobre ti”, comentó Sergio con una sonrisa encantadora.
“Bueno, para empezar, soy divorciada. Así que tendrás que perdonarme si estoy un poco oxidada con todo esto”, dijo ella.
“Lo estás haciendo muy bien, Scarlett. Llevo mucho tiempo esperando esto, así que estoy preparado para lo que sea. ¿Tienes hijos?”, preguntó el hombre.
“Sí”, respondió ella con una sonrisa evocadora.
“Estupendo. ¿Cuántos?”, preguntó Sergio mientras daba un sorbo a su vino.
“Tres preciosos pequeñ...”, empezó ella. Sin embargo, antes de que pudiera terminar la frase, Sergio escupió su bebida por todo el vestido de Scarlett al escuchar “tres”.
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“¡Te pasaste! ¡Muy maduro, Sergio!”, espetó la mujer, levantándose y marchándose.
“¡Lo siento! Pero, ¡¿tres?!”, replicó Sergio mientras ella salía del restaurante.
Los siguientes intentos de Scarlett fueron de mal en peor. Cada persona que conocía parecía tener dificultades para aceptar que tenía tres hijos. Finalmente llegó a la conclusión de que era muy problemático conseguir pareja y no valía la pena el esfuerzo.
El día de San Valentín, Scarlett se encontraba en el centro comercial comprando comestibles. Si bien había decidido dejar de lado las citas, ver a todas las parejas amorosas a su alrededor era difícil.
Cada momento era un recordatorio constante de lo que había perdido y de lo que probablemente nunca volvería a experimentar. Su reciente experiencia amorosa la había llevado al punto de la desesperación romántica.
Mientras esperaba en la cola de la caja, vio a una pareja más o menos de su edad que estaba pagando su compra, que incluía flores y otros caprichos de San Valentín. Llevaban niños, más o menos de la misma edad que los hijos de Scarlett.
Observó que el hombre miraba a su pareja y a sus hijos. Como si ella fuera la única persona no sólo en la habitación, sino en toda la existencia. “¿Alguna vez experimentaré esto?”, se preguntó.
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Intentó mantener la calma, pero ver que lo que tanto había deseado era tan evidente como la luz del día, pero tan distante como la luna, le rompía el corazón. “¿Por qué yo? Todo el mundo parece no tener problemas para encontrar el amor. ¿Por qué yo no puedo?”, pensó Scarlett.
Cuando sus emociones y pensamientos empezaron a brotar en su interior, no pudo contenerse más. Antes de darse cuenta, las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas sonrojadas. Se las secó rápidamente y continuó como si no pasara nada.
Como si el día no hubiera sido lo bastante problemático, al llegar a casa se encontró con la calle bloqueada por su nuevo vecino, Miguel, y sus esculturas. Miguel había perdido un ojo en un accidente. Scarlett no sabía qué había pasado exactamente. ¿Cómo iba a saberlo? Apenas hablaban, aparte de las cortesías normales entre vecinos.
Él estaba trasladando las esculturas a la casa y, debido a su tamaño, cerraban el camino a la casa de Scarlett. Miguel se le había presentado una semana atrás, cuando se mudó, pero no se conocían bien.
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“¡Oh, vamos, Miguel! ¿En serio? ¡Bloqueaste toda la calle!”, le dijo Scarlett a su vecino.
“Hola a ti también, vecina. Es curioso, acabo de verte en la tienda”, dijo Miguel en voz baja. Scarlett subió el freno de mano y salió de su auto.
“Te espero en el Café Séptimo Cielo dentro de dos días, a las nueve de la noche. De parte de: Tu admirador secreto”.
“¡Sí, Miguel! Vivimos en el mismo barrio, así que no debería sorprenderte. ¿Qué es todo esto? ¡No tengo tiempo para esto!”, ladró ella, acercándose a Miguel.
“Lo siento, Scarlett. Estaré fuera de tu vista en pocos minutos. Sólo necesito meter estas esculturas en casa”, explicó Miguel disculpándose.
“¿Y cuánto tiempo son ‘pocos minutos’?”, replicó Scarlett.
“Puede que sea más rápido de lo esperado si me echas una mano”, respondió Miguel con una cálida sonrisa y ojos de cachorrito.
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“¡De acuerdo!”, dijo ella, poniendo los ojos en blanco de mala gana.
Scarlett ayudó a Miguel con la última figura de arcilla y finalmente entró en su casa.
“¡Por fin!”, dijo ella dejándose caer en su sofá con una taza de té. Se permitió revolcarse en remordimientos del pasado y ensoñaciones del futuro. Una hora pasó volando antes de que se acordara: “Tengo cosas qué hacer”.
Estaba tarareando una canción de amores fallidos mientras desempacaba sus compras hasta que algo en una de las bolsas la detuvo.
Adjunto al paquete de pañales que había comprado para su hijo menor había una tarjeta de San Valentín. Abrió la nota, que decía simplemente:
“Te espero en el Café Séptimo Cielo dentro de dos días, a las nueve de la noche. De parte de: Tu admirador secreto”.
Scarlett quedó atónita. “¿Cómo llegó esta nota a mis comestibles? ¿Y quién es este admirador secreto?”, pensó ella. Y aunque estaba desconcertada por la invitación, no podía evitar sentirse emocionada por la perspectiva.
Aunque tenía algunas preguntas, era uno de los gestos más románticos con los que se había topado en mucho tiempo. Además, no podía llegar en mejor momento.
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Al día siguiente, se compró un vestido nuevo para la cita. Estaba entusiasmada y emocionada por conocer a su admirador secreto. Desgraciadamente, después de llamar a un par de amigas que solían ayudarla con sus hijos, se enteró de que no estaban disponibles ese día. “Qué mala suerte”, pensó.
Pero Scarlett estaba decidida a tratar de averiguar quién era este admirador secreto para poder reprogramar la cita. Por eso, decidió volver al lugar donde había empezado todo. Fue a investigar a la tienda de comestibles. Preguntó a los empleados si eran su admirador secreto.
“No. Aunque hubo un tiempo en que me sentía atraído por ti, pero cuando me enteré de que tenías hijos... me desanimé”, confesó sin rodeos un empleado.
“No, llevo casado casi 20 años, señora”, explicó otro empleado.
Nadie parecía ser la persona que Scarlett buscaba. Mientras continuaba con su persecución, se fijó en alguien que estaba de pie en la calle, enfrente de la tienda. Llevaba allí un rato, aparentemente observando todos sus movimientos.
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Curiosa, Scarlett empezó a pensar que este hombre misterioso podría tener una idea de a quién estaba buscando. Salió de la tienda y caminó hacia él. Sin embargo, al notar que ella se estaba acercando, el hombre comenzó a caminar en dirección opuesta.
La mujer, observando su extraño comportamiento, empezó a correr tras él. “¡Espera! ¿Tú me dejaste la nota? ¡Espera! ¡Sólo quiero hablar!”, gritaba Scarlett mientras continuaba persiguiendo al hombre. Este no dijo nada y continuó su camino.
Cuando ella llegó a la esquina en la que el hombre había doblado, ya no lo veía por ninguna parte. “¿Qué estás haciendo, Scarlett? ¿De verdad estás tan desesperada? ¡¿Persiguiendo a extraños al azar?! ¿En serio?”, murmuró Scarlett para sí misma con frustración.
Ella no tardó en darse cuenta de que, aunque aquel extraño fuera su admirador secreto, era la última persona con la que querría relacionarse. Regresó a su automóvil y se dio cuenta de que no tenía su monedero. Buscó en su vehículo y no pudo encontrar nada.
Scarlett empezó a preocuparse de que pudiera haber sido víctima de algún tipo de estafa. Cuanto más pensaba en ello, más le parecía que este misterioso admirador secreto de San Valentín no era más que una estratagema para estafar a una mujer solitaria.
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No tenía idea de cómo el hombre podía haber accedido a su auto o cómo pudo haber sabido que ella estaría allí ese día después de recibir la carta. Pero lo que sí sabía era que no iba a dejar que los estafadores se aprovecharan de ella. Si aún tenía una oportunidad de recuperar lo que le pertenecía, iba a hacer exactamente eso.
Era el día de su cita con su admirador secreto y, aunque no tenía niñera, estaba decidida a recuperar sus cosas. Decidió que acudiría a la cita con sus hijos. Sabía que estarían a salvo porque era un restaurante conocido, pero tenía que llegar al fondo de lo que estaba ocurriendo.
“Estaba muy ansioso por saber si aceptarías o no mi invitación. Cuando finalmente me viste, no sé. Supongo que me entró el pánico”.
Cuando llegó, se sorprendió al ver a Miguel sentado en una mesa reservada. Él miró directamente a Scarlett y a sus hijos cuando entraron. Una mirada sorprendentemente encantada se apoderó de él cuando se acercaron.
“¿Miguel? ¿Qué haces aquí?”, preguntó ella asombrada.
“Entonces, ¿recibiste mi nota? Y trajiste a los niños”, exclamó Miguel.
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“Sí, no tuve elección. Entonces, espera... ¿Tú eres el admirador secreto?”, preguntó Scarlett.
“Sí, soy yo. Y me alegro de que los hayas traído. Por favor, siéntense”, dijo Miguel, señalando hacia las sillas. Sin embargo, Scarlett no estaba de acuerdo. Inmediatamente dirigió a sus hijos una mirada que indicaba cualquier cosa menos que se sentaran.
“Quédense detrás de mí, niños”, ordeno la madre a sus hijos. Luego, girándose ferozmente hacia Miguel, dijo: “Eso no explica por qué estabas antes afuera de la tienda de comestibles. Te fuiste cuando intenté acercarme a ti. Y luego me robaste el monedero”.
¿Tu monedero?”, preguntó él, confundido.
“Alex tomó tu monedero, mami. Estuvo a punto de tirarlo al inodoro, pero yo lo detuve. Intenté decírtelo, pero no me escuchaste”, explicó el hijo mayor de Scarlett, señalando a su segundo hijo antes de sacar el monedero de su bolsillo y entregárselo a su mamá.
“Ah. Gracias, mi amor”, le dijo ella a su hijo, bastante avergonzada. “Bueno, ya pueden sentarse, niños”, les dijo a sus hijos, quienes tomaron asiento con entusiasmo.
“Eso todavía no explica por qué te fuiste así”, le dijo Scarlett a Miguel, aun dudando de sus intenciones.
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“Bueno, pasaba por la tienda de comestibles y no pude evitar quedarme admirándote cuando te vi. No quería hacerte daño. Sólo estaba muy ansioso por saber si aceptarías o no mi invitación. Cuando finalmente me viste, no sé. Supongo que me entró el pánico”, confesó el hombre.
“Pueden ir a jugar”, les dijo Scarlett a sus hijos mayores, haciendo señas hacia la sección de juegos infantiles del restaurante. Al instante salieron corriendo, dejando a su madre con su hijo menor.
“¿Por qué organizaste todo esto? ¿No podías simplemente invitarme a salir?”, preguntó ella, sorprendida, girándose hacia Miguel. Él se sonrojó, tratando de ordenar sus palabras.
“Honestamente, pensé que no aceptarías. Quiero decir, tengo un solo ojo. No soy precisamente la primera elección de nadie. Pero hoy, esperaba tener la oportunidad de mostrarte mi persona bajo una perspectiva diferente. Desde la primera vez que te vi... no lo sé. Supongo que tenía que conocerte”, explicó Miguel.
Scarlett aún no estaba totalmente convencida de poder confiar en él, pero tenía que admitir que aquel día estaba bastante apuesto. Era la primera vez que lo veía así. Llevaba un esmoquin ajustado y un hermoso ramo de flores sólo para ella. El hombre se arreglaba bastante bien. Pero todo el asunto todavía se sentía un poco fuera de lugar.
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“Despertar con el sonido tuyo y de tus hijos fue una bendición inesperada”.
“Entonces, ¿cómo sucedió? Tu ojo, es decir…”, preguntó Scarlett con cautela.
Eh... Bueno...”, comenzó Miguel, tratando emocionalmente de reunir sus palabras. “Perdí a mi hija hace algunos años. Un perro la atacó y perdí el ojo intentando salvarla. Por desgracia, no lo logré. Mi esposa me guardó rencor y terminó dejándome. Este hecho todavía me mantiene despierto hasta altas horas de la noche”, explicó Miguel sombríamente.
Scarlett no sabía qué decir. Había pasado por alto a este hombre, sin comprender nunca hasta qué punto llegaba la historia de su vida. A medida que él continuaba hablando, ella empezó a ver a Miguel desde otra perspectiva.
“Nunca pude perdonarme a mí mismo. Así que, después de que mi exesposa me dejara, vendí mi negocio, compré una casa aquí y empecé a dedicarme a mi pasión, la escultura. A mi hija Luisa le encantaban mis esculturas”, continuó el hombre con un suspiro.
“Siempre me acompañaba cuando iba al sótano a esculpir. Siempre me daba paz, y creo que ella lo sabía. Así que ahora dedico mi tiempo a eso. Me hace sentir que sigo con ella, ¿sabes?”, agregó Miguel, tratando de contener sus lágrimas.
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“Las cosas no eran fáciles. Pero seguí adelante. Me mudé aquí y, por fin, todo parecía ir un poco mejor. Despertar con el sonido tuyo y de tus hijos fue una bendición inesperada. Supongo que de ahí surgió mi pequeño flechazo”, confesó Miguel.
“Bueno, no puedo decir que no me sienta halagada. Y, vaya. ¡Qué historia!”, exclamó Scarlett justo cuando los niños regresaron.
“Sí, supongo. Todos tenemos una”, dijo Miguel con seriedad. Luego, girándose hacia los niños, dijo alegremente: “Ahora, ¿quién quiere helado?”.
Todos los niños gritaron de aprobación. Esa noche compartieron una alegre cena. Miguel era increíble con los niños, y Scarlett disfrutaba sinceramente de su compañía.
Después de aquel día, ella y su vecino se veían más. Al principio, ella estaba confundida y desconfiaba de Miguel, a pesar de lo bien que la atendía a ella y a sus hijos.
Sin embargo, un día todo cambio. Miguel invito a Scarlett a su estudio subterráneo y le mostro algo que cambiaría sus vidas para siempre.
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Al entrar en su estudio, su corazón dio un vuelco. Entre las muchas esculturas de Miguel, una escultura de Scarlett con sus hijos estaba en el centro de la habitación.
Era lo más hermoso que ella había visto en mucho tiempo y probablemente el gesto más considerado que jamás había experimentado. Era el momento en que Miguel había conquistado su corazón. Rompió a llorar y le dio un fuerte abrazo. En ese momento, sintió de verdad que había encontrado lo que había anhelado todo este tiempo.
Después de aquel día, se convirtieron en una pareja feliz y enamorada. Miguel estaba agradecido por volver a tener una familia, y Scarlett había encontrado por fin el amor.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- No renuncies al amor: Tras muchos intentos fallidos, Scarlett estaba dispuesta a darse por vencida. Sin embargo, su sueño de encontrar el amor finalmente se hizo realidad.
- El amor puede encontrarte de formas que nunca hubieras imaginado: Scarlett nunca imaginó que se enamoraría de su vecino tuerto. Ella buscaba un compañero romántico, sin saber que el hombre de sus sueños estaba justo al lado todo el tiempo.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.