Tras 37 llamadas perdidas a su hijo, mamá descubre que un hombre disfrazado lo sacó del colegio - Historia del día
Jodie era una madre y empresaria muy ocupada, y odiaba el tiempo que su hijo pasaba con su celular. No podía imaginar que llegaría el día en que desearía desesperadamente que el niño prestara atención a su teléfono.
Ben, de once años, estaba a punto de derrotar al último villano de su juego cuando su madre, Jodie, le arrancó el teléfono de las manos.
"¡Devuélvemelo!". Ben se abalanzó sobre el teléfono, pero Jodie levantó las manos.
"Pasas demasiado tiempo con esto. Cada vez que te veo, estás pegado a la pantalla. Ni siquiera me has oído llamarte para cenar, ¿verdad?".
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"¡Por favor, mamá! Lo perderé todo si no me lo devuelves", suplicó Ben.
"Solo es un juego, Ben", afirmó la madre. "Tienes que pasar más tiempo en el mundo real para poder tener éxito; de lo contrario, acabarás igual que tu padre, que es un vago".
"Al menos yo no tengo un corazón de piedra como tú", respondió su hijo con resentimiento.
El rostro de Jodie se desencajó y le tembló el labio. "¡Cómo te atreves! Trabajo duro para proporcionarte todo lo que necesitas, y no aprecias nada de ello. Vete a tu cuarto".
Ben corrió hacia su habitación. Cogió el edredón de Naruto de la cama y se metió en el armario. Se sentía mal por haber enfadado a mamá, ¡pero ella no entendía nada! Lo único que hacía era gritarle.
El niño recorrió con el dedo el tenue rayo de luz que caía sobre su edredón. Su héroe nunca abandonaría a alguien que estuviera herido. Si podía utilizar la bondad para convertir a los villanos en buenas personas, entonces él podría hacer las paces con su madre. Probablemente ella se sentía tan sola como él desde el divorcio.
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Jodie estaba en la cocina, y levantó la vista cuando entró Ben.
"Mamá, ¿podemos ir juntos a la Comic-Con?, preguntó el niño.
"¿Cómic… qué?". Jodie frunció el ceño. "No tengo tiempo para esas tonterías".
"Ni siquiera me has preguntado cuándo es", se lamentó Ben. "Siempre me gritas por no hacer cosas contigo, pero cuando realmente quiero hacer algo, dices que no. Nunca quieres pasar tiempo conmigo".
Las palabras de Ben atormentaron a Jodie durante la semana siguiente. Era difícil encontrar el equilibrio entre llevar su negocio y ser madre, pero se dio cuenta de la verdad en las palabras de su hijo.
Quería que se sintiera apreciado, así que un día llegó temprano a casa para darle una sorpresa. El plan de Jodie era llevar al niño al parque. También compró donuts para que los compartieran.
Miró el reloj varias veces mientras esperaba. A medida que se acercaba la hora a la que Ben solía volver del colegio, Jodie empezó a preocuparse. Media hora después, el niño aún no llegaba.
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Normalmente, ya estaría en casa jugando con el teléfono. Jodie se mordió las uñas. Nunca habría pensado que echaría de menos el sonido de los videojuegos, pero así era. Lo llamó, pero el teléfono repicaba sin respuesta.
Después de treinta y siete llamadas, parecía que la batería del teléfono de Ben se había agotado. Su teléfono ya no estaba localizable, y Jodie estaba frenética. Se paseó sin rumbo entre el salón y la habitación de su hijo, y finalmente corrió al garaje y saltó al coche.
Jodie entró a toda velocidad en el aparcamiento del colegio de Ben. Se dirigía al despacho del director cuando vio a algunos amigos de Ben en el patio.
"¿Cuándo fue la última vez que alguno de ustedes vio a Ben?", preguntó Jodie mientras se acercaba al patio.
Los niños se miraron y se encogieron de hombros. Solo uno de ellos se animó a contestar.
"La última vez que vi a Ben estaba con un hombre con una extraña máscara en la cabeza. Se fue del colegio con él", dijo un niño.
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A Jodie se le heló la sangre. "¿Un hombre enmascarado? ¿Qué aspecto tenía?"
"Grande, amarillo y cubierto de plumas". El chico miró a sus amigos y todos estallaron en carcajadas.
Jodie corrió hacia el despacho del director. Llegó justo a tiempo para pillarlo cuando salía.
"Han secuestrado a mi hijo y tiene que hacer algo", exclamó Jodie, a punto de perder el control.
El hombre miró a Jodie con el ceño fruncido. "Lo siento, pero el colegio no se hace responsable de los alumnos fuera de horario".
"¿Cómo puede ser tan indiferente?". Jodie quería sacudirlo hasta que diera con una solución, pero sabía que no serviría de nada.
En lugar de eso, volvió a su coche y empezó a conducir. Encontraría a Ben ella misma. No podía ser muy difícil localizar a un hombre vestido de pollo. Condujo de una punta a otra de la ciudad, pero no vio ni rastro de su hijo.
Jodie se echó a llorar. Estaba a punto de entrar en la comisaría cuando vio un cartel pegado en la pared. De inmediato, frenó en medio del tráfico. Los coches tocaban la corneta detrás de ella, pero no le importó.
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"Comic-con", susurró Jodie. "Ni siquiera pregunté cuándo se celebraba, ¡es hoy! Ben debe de estar allí".
Pisó el acelerador y se dirigió a toda velocidad al centro de convenciones donde se celebraba el evento. "¡Gracias a Dios por ese cartel!".
Cuando entró en el centro, enseguida se dio cuenta de que encontrar a Ben no sería fácil. El lugar estaba abarrotado de adultos y niños vestidos con diversos disfraces, algunos tan complejos que parecían más bien marionetas de tamaño natural.
Se dirigió a la zona exterior y se subió a unas cajas junto a uno de los puestos. Observó a la multitud de criaturas fantásticas. A lo lejos, cerca del escenario, vio un feo traje de pollo. Le resultaba vagamente familiar, pero Jodie se centró en el niño que caminaba junto al pollo.
Bajó de un salto y empezó a abrirse paso entre la multitud. El escenario estaba cada vez más cerca. Jodie rodeó a un gran dragón rojo, pero tropezó con su cola y aterrizó en el barro.
La gente se apretujaba a su alrededor y Jodie luchaba por ponerse en pie. Le preocupaba que la pisotearan, pero entonces dos patas esponjosas la ayudaron a levantarse.
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"¿Te encuentras bien?". El leopardo rosa brillante que la ayudó a levantarse puso unas toallitas en las manos de Jodie. "Toma, para que puedas limpiarte".
"Gracias. Estoy buscando a mi hijo". Jodie escrutó a la multitud, pero ahora no veía al pollo feo por ninguna parte. "Está aquí con un pollo".
"No he visto ningún pollo", replicó el leopardo rosa. "Deberías preguntar si pueden hacer un anuncio para ayudarte a encontrar a tu hijo. Creo que la cabina de información está por allí".
El leopardo rosa señaló el camino por el que ella había venido, pero Jodie tuvo una idea mejor. Se abrió paso hasta el escenario y subió. Un agente de seguridad apareció para impedírselo.
"Necesito que el maestro de ceremonias haga un anuncio", suplicó Jodie al agente de seguridad. "Por favor, mi hijo está aquí y no puedo encontrarlo".
Las lágrimas corrían por las mejillas de Jodie mientras hablaba. Estaba avergonzada y se sentía totalmente fuera de lugar, pero necesitaba encontrar a Ben y envolverlo en sus brazos. Una vez que estuviera a salvo a su lado, nunca lo dejaría marchar.
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El agente de seguridad se apiadó de ella y la dejó hablar con el maestro de ceremonias.
"¿Podría Ben, de once años, subir al escenario?", dijo el maestro de ceremonias. "Tu madre te está buscando y está muy preocupada".
Jodie miró a la multitud desde las escaleras que conducían al escenario mientras el maestro de ceremonias repetía el anuncio. Pasaron minutos, pero a ella le parecieron horas antes de reconocer a su hijo entre la multitud.
Su corazón saltó de alegría hasta que vio al pollo feo junto a Ben. El hombre se quitó la máscara de la cabeza, y una ardiente rabia inundó los pensamientos de Jodie cuando reconoció a su exmarido, Chris.
Ahora sabía por qué recordaba aquel feo disfraz: se lo había puesto para repartir folletos de un restaurante de comida rápida después de perder su trabajo en una empresa de marketing.
"Por favor, no castigues a Ben", dijo Chris cuando se acercó. "Solo quería pasar tiempo con él".
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"No te enfades, mamá". Ben cogió la mano de Jodie. "Dijiste que no querías venir, así que se lo pedí a papá. Mira el impresionante disfraz de Naruto que me ha hecho".
"No te di permiso para que lo vieras". Jodie temblaba de rabia mientras miraba a Chris. "De hecho, ninguno de los dos me preguntó al respecto".
"¡Y tú!", dijo, dirigiendo su mirada hacia Ben. "¿Por qué no contestaste al teléfono? Te he llamado muchas veces. Me he vuelto loca de preocupación".
"Lo siento, mamá". Ben abrazó a Jodie. "Me lo estaba pasando tan bien con papá que me olvidé por completo del teléfono. Por favor, ¿quieres quedarte con nosotros?".
Jodie miró asombrada a su hijo. Ben nunca se olvidaba de su teléfono ni de sus juegos. Si había algo que le había estado molestando era su apego al aparato, y oírle decir eso le dio esperanzas.
"Sí, por favor, únete a nosotros", dijo Chris.
Jodie miró a su hijo, que la veía con ojos de cachorro. Nunca había podido resistirse a aquella mirada suplicante.
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"Pero no tengo ningún disfraz que ponerme", dijo Jodie, señalando su vestido. "Puede que esté rodeada de dragones y unicornios, ¡pero me siento como el bicho raro!".
Chris metió la mano bajo el ala de su traje y sacó un manojo de tela, que mostró a Jodie. Cuando vio la peluca morena con los característicos moños a ambos lados, una oleada de ternura le llenó el corazón.
"Princesa Leia. Te has acordado de mi película favorita". Entonces se fijó en la irregularidad de uno de los dobladillos. "¿La has cosido tú?".
Chris le dedicó una sonrisa tímida. Detrás de ellos, el maestro de ceremonias anunció el inicio de un concurso, y Ben insistió en participar. Mientras el niño se apresuraba a subir al escenario, su padre apartó a Jodie.
"Escucha, Jodie, tenemos que hablar". Chris se sentó en la hierba y la invitó a sentarse a su lado. "La gente se casa y se divorcia todo el tiempo. Hoy en día es normal. Pero seguimos compartiendo un hijo al que los dos queremos mucho".
"Sé que hemos tenido nuestras diferencias, pero te respeto como madre de Ben. Me alegré de que se quedara contigo porque ganas más dinero y tienes más que darle, pero sigo queriendo formar parte de su vida".
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Chris la miró con seriedad. "Ahora tengo un buen trabajo y quiero verle al menos una vez a la semana, por favor".
Jodie se enjugó las lágrimas que corrían por sus mejillas. Cuando creía que había tenido suficientes emociones por un día, pasaba esto.
"Esto es importante para mí, Jodie". Chris puso su mano sobre la de ella. "Piensa en el buen ejemplo que podemos dar a Ben al llevarnos bien y criarlo juntos, aunque estemos divorciados. Y él será muy feliz de tenernos a ambos en su vida".
"Tienes mucha razón, Chris. Nuestro hijo merece tener a sus dos padres en su vida". Jodie lo miró a los ojos y por primera vez desde su separación, pudieron darse un abrazo amistoso.
"Deberíamos ir a apoyar a Ben en el concurso", dijo Chris.
Jodie estuvo de acuerdo. Se apresuraron hacia el escenario y llegaron a tiempo de ver a Ben representando su personaje mientras sonreía ampliamente.
"¡Nunca me rindo!", gritó Ben.
"¡Naruto! Naruto!", corearon Jodie y Chris. Pronto todo el público se unió a su cántico. En el escenario, Ben parecía a punto de estallar de felicidad.
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Todo cambió después de aquel día. Ben se reunía con Chris una o dos veces por semana, lo que daba a Jodie más tiempo para ella. El niño ya no estaba pegado al teléfono y disfrutaba compartir con su familia y amigos.
Jodie y Chris construyeron poco a poco una sólida relación de coparentalidad, que siguió fortaleciéndose incluso después de casarse con nuevas parejas.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La comunicación asertiva es vital. La falta de una fluida comunicación entre Jodie y Ben provocó que el niño llamara a su padre y armara un plan sin informar nada a su madre. Si bien fue algo terrible, también fue un punto de inflexión que trajo cambios positivos a la familia.
- La familia no termina con el divorcio. Jodie no permitía que su hijo tuviera contacto con su padre después del divorcio. Ella consideraba que su ex era un vago. Sin embargo, Ben logró hacerle entender que necesitaba a ambos en su vida.
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