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Hombre paseando con una niña. | Foto: Shutterstock
Hombre paseando con una niña. | Foto: Shutterstock

Mujer descubre a esposo veterano cuidando en secreto a niña de 4 años - Historia del día

Una mujer que conocía a su esposo veterano como un hombre estoico y de corazón frío quedó atónita cuando lo vio con una niña. Lo siguió para averiguar qué tramaba, y descubrió que le había ocultado secretos y que su matrimonio distaba mucho de ser perfecto.

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Era un día soleado. La puerta del autobús se abrió siseando al llegar a la abarrotada parada. Betty subió rápidamente al transporte con la multitud y tuvo la suerte de conseguir un asiento en la ventanilla. Tenía prisa por llegar a una reunión y no quería llegar tarde.

Cuando el autobús atestado de pasajeros empezó a moverse, Betty miró por la ventanilla. La suave caricia de la brisa en su rostro le proporcionó cierto alivio del ambiente abarrotado y del roce de los cuerpos en el interior.

Poco podía imaginar la mujer que aquel viaje en autobús cambiaría su vida para siempre...

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Cuando el autobús pasó junto a un parque, Betty quedó atónita al ver a su esposo Jack con una niña. No tendría más de cuatro años y Jack la estaba llevando de la mano hasta el parque.

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Betty perdió de vista a su esposo y a la niña pequeña el conductor del autobús giró bruscamente en el siguiente cruce. Pero había observado que Jack la ayudaba a subir a los columpios y luego se sentaba frente a ella en el banco.

La confianza y la fe son las piedras angulares de una relación.

Betty se había dado cuenta de la simpatía de sus ojos cuando miraba a la niña. Sintió una punzada de celos, preguntándose quién era aquella pequeña y por qué Jack sentía tanta devoción por ella.

Betty y Jack llevaban casados más de veinte años y tenían dos hijos. Él siempre había sido un hombre duro y estoico, y sus veinticinco años de servicio militar lo habían dejado terriblemente frío y poco comprensivo con su propia familia.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Con los años, Betty se había dado cuenta de que Jack no era capaz de querer a nadie. Incluso había criado a sus hijos como si no fueran de su sangre, sino soldados del ejército. Pero con esta niña, él había sido diferente.

Parecía tranquilo, feliz y cariñoso; algo que nunca había sido con ella ni con sus hijos. “¿Quién era esa niña que estaba con Jack?”.

Una parte de Betty quería gritarle al conductor que detuviera el autobús para poder ir corriendo al parque y confrontar a su esposo, pero se le estaba haciendo tarde para la reunión, que era urgente.

Betty cerró los ojos y respiró hondo, diciéndose a sí misma que probablemente no era nada. Pero en el fondo sabía que se estaba engañando a sí misma. Jack nunca había sido cariñoso con los niños, pero se mostraba muy atento y cariñoso con esta niña, como si la conociera de toda la vida, como si la niña tuviera una conexión especial con él.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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La mujer no pudo concentrarse en su trabajo ni dejar de pensar en Jack y en la niña en todo el día. Sabía que, si se enfrentaba a Jack, probablemente se inventaría una historia y nunca le contaría la verdad. Así era él.

Nunca se había sentido cómodo compartiendo cosas sobre su vida, su profesión o sus amigos. Para Betty, cada revelación sobre la vida de Jack era como un juego del amigo invisible en el que no tenía idea de quién era ni de qué sorpresa oculta le tenía preparada.

Esa noche, en casa, Betty decidió que averiguaría lo que estaba pasando, y que lo haría muy pronto. Así que, al día siguiente, se tomó un día libre en el trabajo y siguió a Jack en secreto en su auto, con cuidado de no llamar la atención.

Un par de minutos después de seguirlo, Betty vio a su esposo detenerse ante un pequeño edificio de apartamentos. Dudó un momento antes de entrar, y ella pudo ver la tensión en su cuerpo: se secaba el sudor de la frente temblorosamente y se mesaba la barba con inquietud. Era como si no estuviera seguro de si debía hacerlo.

Segundos después, Jack desapareció dentro del edificio, pero Betty se quedó en su auto, esperándolo. Cuando él salió, ella volvió a ver a la niña con él. La mujer se dio cuenta de que algo no estaba bien.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Cuando Jack y la niña desaparecieron calle abajo, Betty salió del auto y se apresuró a entrar en el edificio de apartamentos. Comprobó el ascensor y encontró el apartamento que Jack había visitado.

Cuando Betty entró en el ascensor y pulsó el botón de la cuarta planta, sintió que el corazón se le aceleraba en el pecho. Al cabo de unos minutos, la puerta del ascensor se abrió y se encontró en una planta con tres apartamentos.

Betty eligió al azar y llamó al timbre del primer apartamento junto al ascensor. Le abrió una mujer de unos 40 años.

“¿Sí?”, le preguntó a Betty.

“Hola, soy Betty”, dijo. “Me preguntaba si... quiero decir, siento si Jack te ha vuelto a molestar”, mintió como si supiera que Jack la había visitado. “Le he dicho que puedo cuidarla. ¿A quién no le gusta estar con una niña pequeña, después de todo?”.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Betty notó la expresión de sorpresa de la mujer cuando mencionó a Jack y a la niña. “¿Sabes lo de Layla? ¿Jack te lo contó todo?”, se asustó.

El corazón de Betty se hundió. “No puedo creerlo...”, susurró. “¡Así que vino a verte! ¿Quién rayos eres? ¿¡Por qué estaba aquí mi esposo, y quién era esa niña que estaba con él!? Los atrapé con las manos en la masa, ¡así que será mejor que no mientas!”.

Betty estaba furiosa y no podía controlar su ira. “¿Mentiste?”, preguntó la mujer. “Yo... no sé si estarías dispuesta a saber la verdad, Betty, pero no es lo que piensas. Por favor. Jack y yo...”.

“¿Están teniendo una aventura? Después de veinte años de matrimonio y dos hijos, ¿se acuesta contigo a mis espaldas?”, preguntó Betty echando humo.

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La mujer quedó impactada. “¡Dios, no, no!”, gritó. “¡No, no es así!”.

“Me llamo Miriam”, reveló la mujer. “Por favor, entra. Te lo contaré todo”.

Miriam se adentró en la vivienda y la otra mujer la siguió. Le preparó un té y empezó a contarle su historia. Betty no podía creer que Jack le hubiera ocultado secretos.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Miriam reveló que Layla era la hija del difunto colega de Jack. Peter y Jack habían sido compañeros y amigos en la época del ejército, y habían jurado cuidar a la familia del otro si les ocurría algo sirviendo a su país.

“Y eso es todo”, dijo Miriam. “Jack es un hombre maravilloso que nunca te engañaría, Betty”.

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Betty se quedó de piedra. No podía creer que Jack estuviera cuidando a la hija de su difunto camarada. ¿Por qué nunca trataba así a sus propios hijos? ¿Por qué nunca quiso a sus hijos o a su esposa como quería a Layla? ¿Y por qué nunca mencionó a Peter si eran tan unidos?

No se puede culpar a un niño por el pasado de sus padres.

“Tengo que irme”, dijo Betty abruptamente. “Y por favor, no le digas a Jack que estuve aquí”.

A Betty no le convencía la historia de Miriam. Tal vez no tenía una aventura, pero cuidar a una niña no podía ser tan simple como mantener un compromiso con un amigo fallecido. Conocía a Jack desde hacía mucho tiempo, y él no se preocupaba por su propia familia, así que cuidar a la hija de un amigo estaba fuera de lugar.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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En ese momento, Betty se dio cuenta de que no tenía más remedio que preguntarle a Jack qué estaba pasando. Así que ese día, cuando él volvió a casa, se armó de valor para enfrentarse a él.

“Sé lo de Layla, Jack”, le confesó. “Conocí a Miriam y me contó una historia que me niego a creer. Sé que nunca has sido tan cariñoso como para cuidar de la hija de un amigo. Quiero saber qué está pasando”.

Jack se quedó de piedra. “¿Me seguiste?”, soltó. “¿Cómo conseguiste la dirección de Miriam?”.

“¿Es eso lo más importante ahora mismo?”, preguntó ella, con los ojos desorbitados. “Como esposa, ¿no tengo derecho a saber por qué mi esposo pasa tiempo con una niña y la cuida mientras que nunca se preocupó tanto por su esposa y por sus hijos...? ¡Yo te quiero, Jack!

“Y nunca había dudado de ti ni una sola vez en nuestro matrimonio, no importaba lo distante que siempre te había sentido todos estos años… hasta que... vi a esta niña contigo de camino al trabajo, y tengo que decir que sentí celos. Me sentí muy celosa de todo el amor que derramabas sobre ella... ¡la llevaste al parque como si fuera tu hija!”.

“¡Oh, Betty!”, dijo Jack, suspirando. “Quería contártelo todo, pero...”.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Quiero saber la verdad, Jack. Y te tomo la palabra. Al menos, creo que tengo derecho a la verdad. No confío en Miriam, ¡pero confío en ti!”.

“ELLA ES MI NIETA”, admitió Jack, con la voz apenas por encima de un susurro. “Y ésa es la verdad”.

“¿Tu qué?”, preguntó Betty, impactada. “Pero... ¿cómo es posible? Nuestros hijos no son... No tienen hijos, y…”.

Jack suspiró y tomó las manos de Betty entre las suyas. “Lo siento, Betty”, dijo. “Todo sucedió hace años, antes de que nos conociéramos...”.

El hombre respiró hondo y le contó a Betty una historia que la dejó con el corazón roto. Le reveló que había tenido un breve romance con una mujer de la que había estado enamorado. Tras un mes de noviazgo, se dieron cuenta de que estaba embarazada, pero ella se negó a que Jack formara parte de la vida de su hija. Como resultado, Jack nunca conoció a su pequeña.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Años más tarde, la hija de Jack dio a luz a Layla. Cuando él se enteró de la existencia de su nieta, quiso conocerla, pero su hija se lo prohibió. Unos meses después, Jack se enteró de que el papá de Layla también era militar.

Intentó localizarlo, pero tardó mucho tiempo y cuando lo hizo ya era demasiado tarde. El papá de su nieta había muerto en combate. La hija de Jack no pudo soportar el shock y poco después dejó este mundo.

Layla apenas tenía tres años cuando todo ocurrió, y su tía Miriam se hizo cargo de ella. Cuando Jack se enteró de que Miriam buscaba una niñera para Layla para poder ir a trabajar, la contactó y le dijo que la ayudaría en la crianza de la niña.

“Nos inventamos una historia porque no quería que supieras lo de mi hija ilegítima. Pero eso es todo, cariño. Esa es la verdad que querías saber”.

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Betty no sabía cómo reaccionar. Se levantó del sofá y se encerró en su dormitorio. “¡No quise lastimarte!”, dijo Jack, de pie frente a la puerta del dormitorio. “Pero te pido disculpas por no haberte dicho la verdad, Betty. Fue culpa mía”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Jack volvió al sofá y estuvo solo durante horas antes de que Betty saliera del dormitorio. “¿Dónde está Layla?”, le preguntó.

“Está con Miriam”, dijo Jack. “¿Pero por qué...?”.

“No estoy segura de poder perdonarte de inmediato, Jack. Pero esa niña, Layla... no tiene la culpa de lo que pasó”, dijo ella. “Y sé que quieres a esa niña, aunque nunca has sido tan amable con nuestros hijos, ¡y odiaría verla crecer sin una familia cuando tiene un abuelo y una abuela, y una tía! Me gustaría conocerla...”.

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La consideración de Betty hizo que a Jack se le llenaran los ojos de lágrimas. “Te lo agradezco”, dijo. “Gracias por todo lo que estás haciendo por Layla, Betty. Muchas gracias”.

“Aunque no te he perdonado”, dijo ella. “Tenlo en cuenta”.

Pero en el fondo, Betty decidió olvidar el pasado y seguir adelante. Ella sabía que ella y Jack podrían superar esto juntos.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Betty quedó impresionada por el desinterés y la devoción de Jack hacia Layla. Se dio cuenta de que había subestimado a su esposo y de que era capaz de mucho más de lo que ella había imaginado. Podía haber sido un hombre de corazón frío todos estos años, pero ahora estaba cambiando. Y Betty había deseado ver este cambio en Jack durante mucho tiempo.

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Al día siguiente, Jack llevó a Betty con Layla, que era una niña tímida pero curiosa. Cuando la mujer tomó la pequeña mano de la niña entre las suyas y le sonrió, sintió una oleada de emociones: amor, afecto y aceptación. No veía a Layla como una parte del pasado de su esposo, sino como la nietecita con la que Dios la había bendecido.

Betty olvidó quién era Layla y de dónde venía. Lo único que le importaba era que la niña le había mostrado una faceta de Jack que había estado enterrada en lo más profundo de su ser todos estos años: era un abuelo amable y gentil que adoraba a su nieta.

Al salir del edificio aquel día, después de conocer a Layla, Betty sintió algo: una renovada sensación de amor y respeto por su esposo. Sabía que aún tendrían que superarlo, pero estaba dispuesta a hacerlo por el bien de su familia.

El nuevo Jack era más capaz de amar, de adorar a los suyos, de cuidar a su esposa y a sus hijos, y de ser más amable y cálido. Betty apretó suavemente las manos de Jack mientras conducían de vuelta a casa, sabiendo que les esperaba un futuro mejor. Sabía que Layla también formaba parte de ese futuro mejor y que su familia había florecido con la existencia de la niña.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • La confianza y la fe son las piedras angulares de una relación: A Betty le dolía que Jack le hubiera ocultado la verdad sobre Layla todos estos años. Si él hubiera sido sincero con ella, podrían haber aceptado antes a la niña y haberle dado el amor que se merecía.
  • No se puede culpar a un niño por el pasado de sus padres: Teniendo eso en cuenta, Betty decidió dejar atrás el pasado y aceptó a Layla.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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