"Algo no anda bien con ella": Mamá es criticada por el aspecto de su bebé después de que le costase tenerlo

Jennisan tuvo que recorrer un largo y duro camino para dar la bienvenida a su segundo hijo. Aun así, sufrió duras críticas tras su nacimiento, ya que la gente la culpaba de las anomalías del bebé. A pesar de ello, su amor por él y por la maternidad nunca decayó.

Jennisan Enríquez dio a luz a su hijo Jayden a los 19 años y tuvo que criarlo sola tras separarse de su padre. Sin embargo, con el apoyo inquebrantable de sus padres, pudo centrarse en darle lo mejor a la criatura.

Aunque Jennisan no buscaba una nueva relación, su vida dio un giro inesperado cuando se cruzó con su futuro marido, Clint, mientras trabajaba en las Bahamas en 2015. Fue amor a primera vista, y rápidamente se hicieron inseparables.

A medida que su relación florecía, Jennisan y Clint empezaron a hablar de la posibilidad de ampliar su familia. Ella abordó el asunto con gran responsabilidad y decidió someterse primero a una revisión ginecológica. Aunque los resultados revelaron que tenía algunos problemas, se negó a dejar que este contratiempo truncara sus sueños de tener una familia feliz y llena de amor.

Sin embargo, la vida les trajo a Jennisan y Clint un nuevo desafío cuando la tragedia les golpeó el 1 de septiembre de 2019. El huracán Dorian tocó tierra en la isla donde se encontraban, causando devastación y destrucción a su paso.

Jennisan y su hijo Jayden se separaron durante la tormenta, y a ella le tocó rezar por su seguridad. Con el corazón encogido, suplicó a Dios que les perdonara a ellos y a su hogar: "Padre, te ruego que nos perdones. No nos abandones. No nos abandones".

La desesperada madre recorrió valientemente las ruinosas calles de la isla, con el corazón consumido por los pensamientos de su amado hijo. Mirara donde mirara, la desgarradora escena de cuerpos sin vida la rodeaba.

A pesar de las devastadoras circunstancias, Jennisan se negó a perder la esperanza. Lloró por la pérdida y la destrucción que la rodeaban, pero se mantuvo firme en su fe. Después de tres largos y dolorosos días de espera, recibió la noticia por la que tanto había rezado: su querido hijo estaba vivo.

Jennisan y Clint tomaron la difícil decisión de suspender temporalmente sus intentos de ampliar la familia debido a las dificultades económicas. Sin embargo, el destino les tenía reservados otros planes cuando recibieron un resultado positivo en la prueba de embarazo. La pareja se alegró mucho, pero su viaje no estuvo exento de dificultades.

A las 7 semanas, Jennisan empezó a sangrar y, al no haber obstetras ni ginecólogos en la isla, que seguía recuperándose de la tormenta, consultó a un médico de familia. Por suerte, el médico tenía un ecógrafo que le habían donado recientemente y lo utilizaron para revisar el embarazo.

Para consternación de Jennisan, no se pudo detectar ningún signo del bebé. Sin embargo, ella y Clint no perdieron la esperanza. Decidieron volar para ver a un ginecólogo y buscar una segunda opinión. Afortunadamente, el bebé registró latidos, lo que supuso un inmenso alivio y alegría para la pareja.

Cerca del momento del parto, Jennisan dio positivo en la prueba de covid-19 por lo que Clint no pudo acompañarla. La llevó al hospital y se separaron, dejándola muy nerviosa, sabiendo que tendría que someterse a una cesárea y que estaría sola.

Por fin oyó el llanto de su hijo recién nacido, y una sonrisa se dibujó en su rostro cuando se volvió hacia la enfermera que lo sostenía. Sin embargo, el momento de alegría duró poco, ya que la habitación se quedó en silencio y Jennisan sintió que algo iba mal.

Su alegría se convirtió rápidamente en pánico cuando supo que su hijo recién nacido no respiraba. Los médicos entraron en acción, trabajando frenéticamente para reanimarlo. Tras unos minutos de tensión, el bebé lanzó un grito y empezó a respirar por sí mismo.

Pero el calvario estaba lejos de terminar. El médico se acercó a Jennisan y le dijo: "¿Es consciente de que su hijo nació con anomalías?". Al bebé le faltaban dedos en ambas manos y tenía el pie derecho deformado.

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Inmediatamente después de nacer, el bebé, Harrison, fue apartado de Jennisan porque ella tenía COVID-19. No podía abrazarlo ni amamantarlo. A Harrison le diagnosticaron simbraquidactilia, sindactilia, hemimelia fibular, deficiencia focal femoral proximal y sinostosis humerorradial.

Pero para Jennisan nada de eso importaba. Para ella, Harrison era perfecto tal como era. Como madre cariñosa y devota, el amor que sentía por su hijo estaba por encima de sus diferencias físicas. Le llamaba "Mi príncipe especial" y "Una bendición".

Jennisan estaba desbordada de gratitud al recibir un torrente de amor y aliento de su familia, así como de Clint. Y tras semanas de angustiosa espera, por fin llegó el momento de llevarse al pequeño Harrison a casa.

Sin embargo, no todas las personas fueron tan amables. Jennisan y Clint tuvieron que soportar comentarios hirientes sobre Harrison. "Nació así por culpa de su madre. Tienen que ser sus genes, algo le pasa", decía la gente, haciéndola sentir muy mal.

Afortunadamente, hubo muchas más palabras de ánimo. A pesar de todas las dificultades, Jennisan siguió queriendo y cuidando a su hijo de todas las formas posibles.

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El amor incondicional significa querer a tus hijos por lo que son, no por lo que hacen o dejan de hacer, y eso incluye quererlos a pesar de cualquier reto o dificultad que puedan afrontar.

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