Hombre salva a una mujer de unos matones al volver a casa por la noche, por la mañana la policía llama a su puerta - Historia del día

Un joven sin suerte ayuda a una joven acosada por unos matones. Su buena acción se vuelve en su contra cuando la policía se presenta en su puerta.

"¡Basta ya!", escucha Trevor que grita una voz de mujer. "¡Suéltenme o llamo a la policía!". Miró hacia allí. Al otro lado de la calle, bajo una farola, una mujer joven se alejaba de tres hombres de mala reputación.

Trevor se ciñó el abrigo y bajó la barbilla. No era asunto suyo. ¿No tenía ya suficientes problemas? Seguro que la mujer tenía un móvil; podría llamar a la policía, ¿no?

"No", dijo una voz tranquila en la mente de Trevor. "No está bien. Un buen hombre no se aleja de alguien en peligro". La voz sonaba igual que la del difunto padre de Trevor, un hombre amable y gentil al que había idolatrado.

"¡Papá nunca se metería en una pelea!". Trevor intentó razonar con su conciencia. "Nunca levantaba la mano enfadado".

Pero su conciencia le devolvió el golpe: "¡No, pero levantaba la mano para proteger a los inocentes!"

Cuando peor están las cosas, la vida te ofrece oportunidades inesperadas.

Trevor suspiró y se volvió. La chica seguía tratando de alejar a los hombres y Trevor vio que la llevaban a un callejón oscuro, lejos de las luces y de la vista de los coches que pasaban por la calle.

Al acercarse, vio que los tres eran muy jóvenes, quizá adolescentes, y llevaban sudaderas oscuras con capucha y los vaqueros raídos que parecían ser el uniforme de los matones.

Uno de ellos manoseaba el largo pelo oscuro de la chica. "¿No quieres fiesta, mamita bonita? Te haremos pasar un buen rato...".

Trevor se interpuso entre el hombre y la chica. "Muévete", dijo. "Ella no está interesada".

El tipo parecía beligerante. "Apártate o saldrás herido", gruñó.

Trevor le miró a los ojos y sonrió. "Estás cometiendo un error", le dijo en voz baja. "No quieres problemas".

Los otros dos chicos se pusieron al lado de su amigo, pero cuando vieron que Trevor no se echaba atrás, dudaron. "¡Última advertencia!", gritó el líder.

Trevor respondió con calma: "Cuando quieras...".

Los tres hombres se miraron y empezaron a retroceder. Finalmente, echaron a correr y se marcharon, pero el líder se volvió y gritó: "¡Esto no ha terminado!".

La joven cogió la mano de Trevor. "¡Gracias!", dijo. "No sé qué habría pasado... Me has salvado, pero me temo que podrías tener problemas con esos hombres...".

Trevor sonrió y negó con la cabeza. ¿Cómo iba a explicarle a aquella chica tan guapa y bien vestida que los matones poco podían añadir a su miseria? En los últimos seis meses, toda su vida se había desmoronado.

Su mujer, con la que llevaba tres años, le había pedido el divorcio tras descubrir que lo engañaba, y había tenido que volver a vivir con su madre. Su madre había empezado a aparecer en su trabajo ebria, montando escenas.

El jefe de Trevor había sido comprensivo las tres primeras veces, pero cuando la madre de Trevor insultó a un cliente, lo despidió. Así que ahora estaba solo, viviendo con una alcohólica difícil y desempleado.

¿Qué más podían sacarle tres gamberros? Así que Trevor sonrió y dijo: "No te preocupes, déjame acompañarte a casa".

A la mañana siguiente descubrió que las amenazas no habían sido en vano. Su madre irrumpió en su habitación gritando. "¿Qué has hecho?"

Trevor saltó de la cama. "¿Mamá? ¿Qué pasa?".

"La policía está aquí", chilló ella. "¡La policía está en MI casa y te están buscando!".

Trevor se vistió rápidamente y entró en la sala de estar donde esperaban los policías. "Has sido acusado de agresión por tres jóvenes...".

El agente recitó tres nombres que Trevor no había oído nunca. "Tienen testigos, señor. Queda usted detenido".

Los policías esposaron a Trevor y lo llevaron a comisaría. Allí estaban los tres matones, uno de ellos con un ojo morado y los otros dos con moratones.

"¡Es él, oficial!", gritó el líder. "¡Él lo hizo, y mi madre y mi hermana lo vieron!".

"Yo no les puse la mano encima", protestó Trevor. "Estaban acosando a una joven...".

"¿Quién es esa mujer?", preguntó el agente.

Trevor se sonrojó. "No lo sé, pero sé dónde vive. La acompañé a casa".

En ese momento, entró otro agente y susurró al interrogador de Trevor. El hombre dejó el bolígrafo. "¡Parece que es usted libre de irse!".

"¿Lo soy?", preguntó Trevor, atónito.

"Sí", dijo el agente. "Al parecer, una testigo se ha presentado y ha confirmado tu historia".

Cuando Trevor salió de la comisaría, vio a la guapa joven a la que había rescatado la noche anterior de pie delante de una limusina con un hombre alto y bien vestido.

"Papá", dijo ella. "¡Éste es el hombre que me rescató!".

Trevor sonrió. "¡Eres tú! Tú eres la testigo".

"Sí", dijo ella. "¡Me salvaste, y no podía dejar que te arrestaran por ser un héroe! Soy Mónica, y este es mi padre".

"Soy Trevor. Encantado de conocerte".

El hombre dio un paso adelante y estrechó la mano de Trevor. "Gracias, Trevor", dijo. "¡Te lo debo! La tonta de mi hija decidió ir andando en vez de pedir un coche cuando se le averió el motor del suyo. Dios sabe lo que habría pasado si no hubieras intervenido".

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"Fue un placer, señor", dijo Trevor. "Mi padre siempre dijo que hay que levantarse en defensa de los inocentes, y eso es lo que hice".

"¿Y a qué te dedicas?" preguntó el padre de Mónica.

"Estoy desempleado", suspiró Trevor. "Busco trabajo".

"¡Quizá yo pueda ayudarte!", dijo el padre de Monica con una sonrisa.

Dos semanas después, Trevor empezó a trabajar para el padre de Mónica, más o menos al mismo tiempo que empezó a salir con Mónica. Tres meses más tarde, consiguió su propio apartamento, y dos años después, él y Mónica se casaron. Un acto de valentía transformó toda la vida de Trevor.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

• No hay que rendirse por muy mal que vayan las cosas. Cuando las cosas están peor, la vida nos brinda oportunidades inesperadas.
• Defiende a los débiles e indefensos. Trevor estuvo a punto de marcharse, pero entonces recordó que su padre le instaba a ser valiente y a proteger a los inocentes.

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