logo
página principalHistorias Inspiradoras
Indigente con un perro | Foto: Shutterstock
Indigente con un perro | Foto: Shutterstock

Mendigo muy querido en su barrio se entera de que tiene un hijo y se presenta en su cumpleaños al día siguiente - Historia del día

Susana Nunez
11 sept 2023
12:30

En un giro inesperado de los acontecimientos, un querido mendigo local descubre que tiene un hijo. Al día siguiente, se cuela en su fiesta de cumpleaños, y las cosas salen muy mal hasta que interviene una niña.

Publicidad

Fred era querido. Él lo sabía. En su pequeño distrito suburbano, tenía una reputación no inferior a la de un político porque era un mendigo amable y generoso.

Como la mayoría de los indigentes, Fred pedía dinero. Pero a cambio trabajaba duro para conseguirlo. Lavaba los coches de la gente o les llevaba la compra, y otras veces ayudaba a los dueños de las tiendas a limpiar las aceras fuera de sus establecimientos.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Por su carácter amable y servicial, todos en el barrio admiraban a Fred. Le ofrecían comida, dinero y ropa de abrigo. Además, sabían que él tenía un lindo perro de mascota, Max, al que necesitaba cuidar.

Y ojo, si alguien podía competir con el cariño del vecindario hacia Fred, ese era Max. Los niños disfrutaban jugando con él y a menudo le daban deliciosas golosinas. En cierto modo, el adorable perro era la familia que nunca tuvo.

Publicidad

El pasado quedó atrás; mejora tu presente para tener un hermoso futuro.

Un día, Fred estaba limpiando la acera cuando un hombre se le acercó y le dijo: "¡Oh! ¡Tienes la misma marca de nacimiento que mi jefe! Qué raro".

Fred se rio. "Es imposible, joven. Esta marca de nacimiento es única. ¿No ves que tiene forma de corazón? ¡Estoy orgulloso de esto! Es imposible que la hayas visto antes".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

"Bueno, estoy seguro de que no eres el único que lo tiene", dijo el hombre. "En fin, que tenga un buen día. Llego tarde. Mi jefe me matará si no llego a tiempo. Pero el mundo es un pañuelo. A lo mejor ustedes dos son parientes", bromeó.

Publicidad

"¡Espera!", lo detuvo Fred, repentinamente intrigado. "¿Cómo se llama tu jefe?".

"Se llama William Duncan. Cuando lo conozcas, sabrás que no miento". De repente consultó su reloj de pulsera. "Tengo que irme. Lo siento".

El hombre desapareció, pero sus palabras se quedaron grabadas en Fred: "Estoy seguro de que no eres el único con esta marca de nacimiento". William Duncan... estaba seguro de haber oído ese apellido antes.

Pero no lograba recordar dónde. Volvió a su trabajo, cobró su paga y se dirigió a una cafetería para cenar. Y mientras devoraba la comida, de repente se le vino a la cabeza. "Espera, ¿dijo que el apellido era Duncan?".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Publicidad

Fred recordó a su exnovia, Rosie. Habían roto después de que él perdiera su casa por las deudas de su padre. Ella no veía futuro juntos, así que decidieron seguir caminos separados. Se preguntó si ella tendría un hijo del que no supiera nada y decidió averiguar dónde vivía William.

Como era un barrio pequeño y la gente conocía bien a Fred, se abocaron a ayudarle a encontrar a William, y lo lograron.

Unos días más tarde, Fred se detuvo frente a la casa de William y llamó al timbre. Max estaba escondido detrás de sus piernas. A través de la ventana del salón, pudo ver que había una fiesta en el salón principal, con un gran número de asistentes.

"¿Sí? ¿En qué puedo ayudarle?". Abrió la puerta un hombre alto, que parecía tener unos 30 años.

"Siento irrumpir así en su fiesta, pero ¿es usted William Duncan? ¿Eres hijo de Rosie?", preguntó Fred. Su mirada fue atraída por la marca de nacimiento en el cuello del hombre. Era exactamente igual a la suya.

"Sí, soy William, y sí, Rosie es mi madre", respondió, y Fred rompió a llorar.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Publicidad

"Lo siento, hijo", Fred cayó de rodillas. "Soy tu padre. Siento no haber podido estar ahí para ti. Ni siquiera sabía que existías".

"¡FUERA!".

"¿Qué? Pero hijo, yo...".

"¡Tú y tu sucio perro! ¡Fuera ya! ¿Qué esperabas volviendo después de todos estos años? ¡Déjame adivinar! No parece que tengas una buena vida, ¿verdad? ¿Estás aquí por dinero? ¡Lárgate! ¡No voy a darte nada! ¡Y no te atrevas a volver aquí! Eres un perdedor que abandonó a mi madre".

William cerró la puerta en la cara de Fred y ni siquiera se molestó en escuchar lo que tenía que decir. Dolido, el mendigo se secó las lágrimas y estaba a punto de marcharse, cuando escuchó que la puerta principal de la casa se abría detrás de él.

Fred supuso que era William, pero cuando se dio la vuelta vio a una niña con dos coletas acariciando a Max en la cabeza mientras el perro le lamía la mano.

"Tenemos que irnos, Max. Vamos, chico", le dijo William, pero el noble perrito se negó a marcharse.

Publicidad
Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

"Hola, pequeña", le dijo finalmente a la chica. "Lo siento, pero debo llevarme al perro conmigo. Es la única familia que tengo", añadió con tristeza.

"¿No puede quedarse?", dijo la niña, cuyo nombre era Lacy, tras una pausa. Lo miraba fijamente, y luego se quedó callada.

Max parecía sentirse cómodo con ella, y la forma en que jugaba con él hizo que Fred se diera cuenta de que Lacy lo necesitaba. Ella no parecía una niña muy sociable. Por no mencionar que se parecía mucho a William, y él sabía que era su nieta.

"Si realmente lo quieres, puede quedarse. Max sabe dónde encontrarme si me necesita", comentó, y se marchó.

Publicidad

Al día siguiente, Fred estaba de vuelta en su trabajo de limpieza fuera de la tienda cuando Max vino corriendo hacia él. Pero no estaba solo.

"¿William? ¿Ese es mi nieto?". Fred rompió a llorar al ver a William con un niño pequeño y a Lacy al lado de Max.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

"¿Has dejado a tu perro con Lacy?", preguntó William tímidamente a Fred, con lágrimas en los ojos.

"Bueno, a mi nieta... eh, disculpa, a tu hija parecía gustarle así que…".

"Gracias", dijo William. "Lacy no se había querido hablar en mucho tiempo. Tuvo un accidente cuando iba al colegio y, desde entonces, ha sido una niña muy callada. Buscamos todo tipo de tratamiento, pero nada parecía funcionar. Max trajo un cambio, y ayer comenzó a hablar por primera vez.

Publicidad

"Lo siento, papá", abrazó a Fred. "Me equivoqué mucho. Debí haberte dado la oportunidad de explicarte. Lo siento mucho".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

"Oh", Fred se quedó sin habla mientras su hijo lo abrazaba. "Yo... yo nunca... quiero decir... está bien. No tengo nada que perdonarte. Te quiero, hijo. Te quiero de verdad. Pero jamás supe de tu existencia".

"Yo también te quiero, papá. Y sí, lo siento", dijo William.

Ese día, se sentaron juntos durante mucho tiempo, intentando saber todo del otro. Decidieron dejar atrás el pasado y seguir adelante. Rosie, por desgracia, había muerto hacía años, pero William sospecha que se alegraría de verle reunido con su padre. ¿Qué madre no lo estaría?

Publicidad

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • El pasado quedó atrás; mejora tu presente para tener un hermoso futuro. William y Fred decidieron olvidar el pasado y seguir adelante. Eso les permitió sanar y recuperar los años perdidos juntos.
  • El amor cambia a las personas y las sana. El severo corazón de William se derritió por Fred después de saber cómo había ayudado a Lacy, al permitir que Max le hiciera compañía. El amor hizo su magia.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

Publicidad
Publicidad
Publicaciones similares