Madre que prefiere a su hijo obliga a su hija a irse de casa, el karma la golpea duramente - Historia del día
Una pareja conservadora que favorecía a su hijo menor en detrimento de su hija mayor fue golpeada por el karma cuando el chico creció y se convirtió en una gran molestia.
John y Mary estaban chapados a la antigua. Todo el mundo en su calle era consciente de ello. Actuaban de forma diferente a sus vecinos y tenían creencias diferentes.
Una de sus creencias más importantes era que las niñas tienen menos importancia que los niños. Tenían dos hijos, un niño llamado Junior y una niña llamada Lydia.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
Junior era el menor de los dos, pero recibía toda la atención y empatía de sus padres por ser varón. A Lydia la ignoraban casi siempre, hasta que llegaba la hora de hacer las tareas domésticas. Apenas se preocupaban por ella, y si se les acercaba con problemas que necesitaba resolver, la callaban.
"Mamá, se me rompió el último par de pantalones que me servían", le dijo un día a su madre. "¿Puedes darme dinero para comprarme otro par?".
"No, no puedo", dijo su madre. "Tu hermano acaba de comprarse una nueva consola Playstation y no era barata, tendrás que arreglártelas así con esos pantalones de momento".
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Más tarde ese mismo día, su madre consiguió que utilizara unas tijeras para cortarle los pantalones por las rodillas. De ese modo, nadie sabría que se había rasgado.
Lydia vivió su vida así; cuanto mayor se hacía su hermano, más atención y recursos le dedicaban sus padres. Mientras tanto, seguían tratándola como a la criada; era un comportamiento que su hermano, Junior, imitó rápidamente.
Le daba órdenes y, en vez de dejar que ella le diera una lección, sus padres lo apoyaban; a veces incluso llegaban a castigarla a ella antes que a él para aplacar su ira después de que se pelearan.
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Un día sus peleas llegaron a ser tan intensas que su hermano reveló su deseo de ser hijo único.
"Te odio Lydia y hubiera sido mejor que yo fuera el único hijo que papá y mamá tuvieran que cuidar", dijo.
"¡Ojalá fuera así también, entonces tendrías que limpiar tu propio desorden o hacer que ellos lo hicieran por ti!", replicó Lydia.
Sus respuestas siempre molestaban a su hermano, y eso no hacía más que retorcerle la mente con más rabia hacia ella. Lydia sólo podía tomarse un respiro cuando iba a casa de su abuelo en verano.
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Junior solía ir a un campamento de música bien financiado, pero Dios no quiera que gastaran la misma cantidad de dinero en Lydia, así que se limitaban a mandársela a su abuelo, que la quería mucho.
Al igual que a Lydia, sus padres lo ignoraban y sólo se acordaban de llamarlo cuando necesitaban un favor. Una vez, al acabar el verano, sus padres no fueron a recogerla a casa de su abuelo. Eso la entristeció, pero su abuelo la animó llevándola de compras.
Estaba muy contenta porque toda su ropa estaba demasiado remendada para seguir usándola. Eso la hizo decidirse a quedarse permanentemente con él, y llamó a sus padres para comunicárselo.
"Papá, mamá, sólo quería hacerles saber que prefiero quedarme con el abuelo algún tiempo más", les dijo por teléfono.
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Esperaba que no estuvieran de acuerdo, pero parecían entusiasmados con la idea. "Es una gran noticia, Lydia", dijo su madre.
"Podemos enviarte lo que te queda en menos de un día", exclamó su padre.
Era como si hubieran estado esperando a que ella hiciera semejante oferta, y a Lydia se le rompió el corazón. Aun así, sabía que era lo mejor, así que decidió aceptar su decisión. Las llamadas telefónicas a sus padres se volvieron esporádicas y, con el tiempo, se redujeron a sólo dos al mes.
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Así permaneció durante años, incluso después de que Lydia fuera a la universidad. Por fin, tras licenciarse, regresó a la ciudad, pero se quedó sin trabajo ni alojamiento.
Llamó a sus padres para preguntarles si podía mudarse a su antigua habitación, pero se opusieron a la idea, diciendo que su habitación se había transformado en la sala de música de Junior.
"Tu hermano va a ser muy importante, Lydia, lo sabemos, por eso estamos haciendo todos estos sacrificios", le dijeron.
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Su abuelo murió unos meses después de que ella se graduara, pero sus padres no acudieron al funeral. Durante días, ella estuvo deambulando por su casa, llorando su muerte y recordándole por su bondad.
Un día, oyó que llamaban a su puerta y, al abrir, se encontró con un notario que trabajaba para su abuelo. Según el hombre, su abuelo le había dejado en herencia una considerable suma de dinero.
Al parecer, el anciano lo había estado ahorrando toda su vida y, cuando murió, había dispuesto que Lydia lo heredara todo. Era rica. Sus padres se enteraron y se pusieron en contacto con ella poco después.
"Hola Lydia, ¿qué tal te ha ido?", preguntó su padre. Su madre se saltó los cumplidos.
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"Lydia, nos hemos enterado de tu herencia", dijo. "Tu hermano se va a la universidad y ha pedido un piso nuevo. Sé una buena hermana mayor y envíale dinero como regalo".
"¿Para eso me han llamado?", preguntó Lydia.
"Claro, ¿por qué íbamos a llamar si no? Está claro que te va bien", respondió su madre con indiferencia.
Al final, Lydia se negó. Después cortó todos los lazos con su familia y siguió adelante con su vida.
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Varios años después, recibió una llamada de sus padres. Querían disculparse por cómo la habían tratado, pero Lydia sabía que siempre había algo más con ellos.
"¿Por qué se han puesto en contacto conmigo?", preguntó ella.
"Tu hermano robó una gran cantidad de dinero de la caja fuerte familiar y ha desaparecido", gritó su madre. "¡Estamos sin un céntimo y necesitamos tu ayuda!".
Lydia quería enfadarse, pero al final optó por el perdón. Les envió algo de dinero, pero les dijo que no volvería a acudir en su ayuda. Quería que supieran que habían sido perdonados, pero les recordó que sus pecados nunca serían olvidados.
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¿Qué aprendimos de esta historia?
- Nunca tengas favoritismo con tus hijos. John y Mary eligieron idolatrar a su hijo mientras ignoraban a su hija. El favoritismo hizo que el niño se echara a perder, y creció hasta convertirse en una persona egoísta que acabó causando mucho dolor a sus padres.
- Perdonar no es fácil, pero es importante. Lydia podría haber dejado a sus padres sin dinero a cambio de todos los años que la ignoraron, pero eligió tomar el camino más elevado perdonándoles y proporcionándoles dinero para sobrevivir. Así, su conciencia sólo cantará sus alabanzas, y sus padres se darán cuenta de lo injustos que habían sido. El perdón siempre llega muy lejos.
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