La madre del novio contrata a una actriz desconocida para sabotear la boda, pero los planes se salen de control - Historia del día
Una actriz en apuros acepta un trabajo inusual tras ser contratada por la madre de un hombre rico para hacerse pasar por su novia y sabotear su próxima boda. Pero a medida que pasa más tiempo con él y su prometida, se cuestiona sus acciones y el precio de su desesperación. ¿Qué elegirá?
Miranda salió de la tenue sala de audiciones con el pecho oprimido por la frustración. Las palabras de despedida del director de casting, "No eres lo bastante interesante", le dolieron más de lo que quería admitir.
Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney
Con la cartera casi vacía, tomar un taxi para volver a casa no era una opción, así que caminó penosamente por la concurrida acera, con los pensamientos nublados por la duda y el desánimo.
Al acercarse a una pequeña tienda de la esquina, le llamó la atención un tablón de anuncios pegado en el exterior. Entre los anuncios y folletos desordenados, destacaba uno.
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Se acercó para leer la nota escrita a toda prisa: "Se busca mujer que se haga pasar por novia de mi hijo. Se paga bien". Bajo las letras en negrita había un único número de teléfono. Sin nombre ni explicación.
Miranda sacudió la cabeza y se rio para sus adentros. "La gente es salvaje", murmuró, desechando la idea mientras entraba en la tienda.
En la caja registradora, la realidad la golpeó con fuerza. Lo poco que podía permitirse -pasta, queso y papel higiénico- apenas llenaba una pequeña bolsa.
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El aviso volvió a llamar su atención cuando se dirigía a la tienda. Mirando fijamente su escasa compra, suspiró, sacó el teléfono y marcó el número.
"Hola, he visto tu anuncio...", empezó Miranda, agarrando el teléfono con fuerza.
Una voz aguda la interrumpió. "Nos vemos a las siete en Bella Luna. Yo invito a la cena".
Miranda parpadeó sorprendida. "Espera, ¿qué...?".
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La línea se cortó. Miró el teléfono. No había nombre. Ningún detalle. Sólo instrucciones. Le resultaba extraño, pero con las facturas acumulándose, no podía permitirse el lujo de ignorarlo.
A las siete de la tarde, Miranda entró en el restaurante con el estómago revuelto. Recorrió la sala sin saber con quién se iba a encontrar.
Una mujer de mediana edad vestida con un traje a medida se acercó a ella, con paso seguro.
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"¿Eres tú la que llamó por el anuncio?", preguntó la mujer, con tono enérgico.
"Sí, soy Miranda", respondió ella, ofreciendo una sonrisa cortés.
"Leslie", dijo la mujer, señalando una mesa cercana. "Sígueme".
Una vez sentada, Leslie se inclinó hacia delante. "¿Tienes experiencia en este tipo de cosas?".
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Miranda vaciló. "No exactamente. Nunca antes había fingido ser la novia de alguien", admitió. "Pero soy actriz. Creo que puedo hacerlo".
Leslie asintió, con expresión ilegible. "Me parece bien", dijo. "Éste es el trato. Mi hijo se casa dentro de un mes. Necesito que hagas que se enamore de ti y arruines la boda".
Miranda se quedó boquiabierta. "¿Cómo dices? Tu anuncio decía que fingieras ser su novia. No decía nada de arruinar relaciones".
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"No soy tan estúpida como para escribir eso en un anuncio", dijo Leslie, con voz cortante. "Su prometida no es lo bastante buena para él. Sólo va detrás de su dinero. Le estarías ayudando, de verdad".
Miranda echó la silla hacia atrás. "No puedo hacerlo. Lo siento", dijo, preparándose para marcharse.
"Diez mil", dijo Leslie de repente.
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"¿Qué?". Miranda se quedó paralizada.
"Diez mil dólares si rompes la boda. Dos mil si lo intentas pero fracasas. Eso debería motivarte", explicó Leslie, con los ojos fijos en Miranda.
A Miranda se le cortó la respiración. Diez mil dólares. Dos mil, incluso. Las amenazas de su casero resonaron en su cabeza. Necesitaba el dinero.
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"Cariño, no tengo todo el día", le espetó Leslie.
Miranda tragó saliva. "Vale. Lo haré yo".
"Bien. Pero no aflojes. Si lo haces, no conseguirás nada", advirtió Leslie, tendiéndole la mano.
Con un profundo suspiro, Miranda la estrechó.
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Leslie lo tenía todo planeado, y Miranda siguió el plan paso a paso. Jack, el hijo de Leslie, iba a contratar a una ayudante para su empresa, así que Leslie ayudó a Miranda a redactar un currículum impresionante.
Estaba pulido a la perfección, y Miranda parecía la candidata ideal. Jack no lo dudó: ella consiguió el trabajo casi de inmediato.
Pero conseguir el trabajo era la parte fácil. Lo difícil era conseguir que Jack se fijara en ella.
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Miranda probó todo lo que Leslie le sugirió. Llevaba faldas cortas y blusas entalladas, con la esperanza de llamar su atención.
Sin embargo, Jack no parecía interesado. Siempre estaba concentrado en el trabajo.
Frustrada, Miranda decidió probar algo distinto. Empezó a quedarse hasta tarde en la oficina, esperando momentos en los que estuvieran los dos solos.
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Una noche, Jack levantó la vista de su escritorio y frunció el ceño. "No tienes que quedarte sólo porque yo siga aquí", dijo, con un tono suave pero firme.
Miranda forzó una sonrisa. "Me gusta tu compañía", respondió, sentándose frente a él y fingiendo que organizaba archivos.
Durante las dos semanas siguientes, algo cambió. Jack empezó a tener conversaciones más largas con Miranda, a hablar de su vida, de sus objetivos e incluso de sus películas favoritas.
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Sin embargo, cuanto más tiempo pasaba Miranda con Jack, más difícil se le hacía la tarea. Había conocido a Katie, su prometida, la mujer que Leslie despreciaba.
Katie no era lo que Miranda esperaba. Era amable, atenta y realmente dulce.
Traía galletas caseras a la oficina, le recordaba a Jack que comiera y lo calmaba con una palabra tranquilizadora cuando estaba estresado.
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Un día, Miranda vio cómo Katie se reía con una grulla de origami que Jack le había hecho.
El amor entre ellos era innegable. Las afirmaciones de Leslie sobre que Katie era una cazafortunas resultaban más difíciles de creer.
Aun así, Miranda no podía echarse atrás. El casero ya le había advertido de que se había retrasado en el pago del alquiler, y el tiempo corría en su contra. La desesperación pudo más que su creciente sentimiento de culpa.
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Una noche, mientras Miranda se quedaba hasta tarde en la oficina con Jack, le zumbó el teléfono. Suspiró al ver el nombre de Leslie en la pantalla. De mala gana, contestó.
"¿Por qué tardas tanto?", preguntó Leslie. "La boda es dentro de una semana, ¡y él sigue con Katie!".
"Estoy trabajando en ello", contestó Miranda en voz baja, mirando a Jack, que estaba sentado cerca, absorto en su portátil.
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"No queda tiempo. Tienes que acostarte con él", espetó Leslie.
"¡¿Qué?! Nunca acordamos eso!", exclamó Miranda, alzando ligeramente la voz.
"Pues finge", dijo Leslie con frialdad. "Haz que parezca que lo hicieron y envíame fotos. Estoy harta de esperar".
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Antes de que Miranda pudiera responder, la línea se cortó. Se quedó mirando el teléfono, con el estómago revuelto.
Lentamente, volvió hacia Jack y se sentó a su lado en el sofá, más cerca que nunca.
"¿Cansada?", preguntó, con una voz más suave de lo habitual.
Jack levantó brevemente la cabeza. "Sí, un poco", admitió.
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Miranda vaciló y luego le puso la mano en el brazo. "Quizá podríamos ir a un bar. ¿Relajarnos un poco?".
Jack negó con la cabeza. "No puedo. Katie ha hecho la cena. Ya estará enfadada porque llego tarde".
"¿Realmente importa?", preguntó Miranda, inclinándose un poco hacia él. "Venga. Será divertido".
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Antes de que Jack pudiera responder, se abrieron las puertas del ascensor. Sobresaltada, Miranda se echó hacia atrás. El ruido de unos tacones resonó mientras Katie aparecía cargada con dos fiambreras.
"He pensado en traerte la cena, ya que trabajas hasta tarde", dijo Katie, sonriendo. Le dio una caja a Jack y se volvió hacia Miranda. "También he traído algo para ti. No deberías pasar hambre".
Miranda se quedó mirando a Katie, con el corazón encogido. Sin pensarlo, soltó: "¡Ya no puedo seguir así!".
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"¿De qué estás hablando?", preguntó Jack, confuso.
Miranda respiró hondo. "Soy actriz. Me contrataron para arruinar tu boda. Leslie quería que te enamorara de mí. Necesitaba el dinero, así que acepté. Lo siento".
Jack y Katie escucharon en un silencio atónito.
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"Lo siento mucho", volvió a decir Miranda, con la voz quebrada. "Soy una persona horrible".
"No, sólo eres alguien en una situación desesperada", dijo Katie, tomando la mano de Miranda.
Miranda negó con la cabeza. "¿Quién eres tú? Acabo de admitir que intentaba robarte a tu prometido, ¿y tú me consuelas?".
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Katie sonrió suavemente. "Sé que Jack me quiere. No lo habrías conseguido".
Jack frunció el ceño con expresión dura. "No quiero que mi madre se salga con la suya. ¿Nos ayudarás?".
"Es lo menos que puedo hacer", aceptó Miranda.
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Llevaron a cabo el plan de Jack con cuidadosa precisión. Enviaron a Leslie fotos falsas de Miranda y Jack en momentos íntimos.
Su respuesta no se hizo esperar: se emocionó y elogió a Miranda, convencida de que la boda estaba arruinada.
Mientras tanto, Miranda guardó capturas de pantalla de los mensajes incriminatorios de Leslie, sabiendo que serían cruciales.
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En la cena de ensayo de Jack y Katie, Miranda se presentó ante los invitados, con el corazón palpitante.
Una a una, las fotos, los mensajes e incluso el anuncio que la había introducido en sus vidas aparecieron en la pantalla.
La sala enmudeció y luego estalló en susurros. Los invitados intercambiaron miradas de asombro, con una incredulidad palpable.
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"¡Todo esto es mentira! Puedo explicarlo", gritó Leslie, con la cara roja de ira.
La expresión de Jack permaneció fría mientras daba un paso adelante. "Gracias, mamá, pero Miranda ya lo ha explicado todo. Sabemos la verdad".
La voz de Leslie se alzó desesperada. "¡Sólo quería lo mejor para ti! ¡Esa mujer no te merece! No es lo bastante buena".
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"Es lo mejor que me ha pasado nunca", dijo Jack con firmeza. "Nunca te perdonaré que intentes arruinarlo. Ahora vete. No vuelvas a meterte en nuestras vidas".
Leslie abrió la boca para protestar. "Pero...".
"Vete ahora", interrumpió Jack, con tono cortante. "O llamaré a seguridad".
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El rostro de Leslie se retorció de frustración. Recogió su bolso, murmuró en voz baja y salió furiosa, con los tacones golpeando el suelo.
Cuando la habitación se calmó, Miranda recogió sus cosas en silencio, preparándose para salir sin ser vista. Jack se dio cuenta y la detuvo. "Espera", dijo.
Miranda levantó la cabeza, vacilante. "¿Qué pasa?".
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"He hablado con un amigo mío. Tiene un papel en una producción teatral. Serías perfecta para él", dijo Jack.
Su rostro se iluminó brevemente, pero enseguida se desanimó. "No puedo. Ya te debo demasiado".
"Para", dijo Jack con firmeza. "Actores como tú son difíciles de encontrar. Pasaste todo un mes fingiendo que te gustaba quedarte hasta tarde en la oficina conmigo. Y seguirás cobrando tu sueldo de este mes como mi ayudante".
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Miranda negó con la cabeza. "No me lo merezco. Casi les destrozo la vida".
Katie se adelantó, con voz tranquila y amable. "Si no fuera por ti, Leslie seguiría intentando arruinar nuestra boda".
Miranda vaciló. Katie sonrió y añadió: "Quédate a cenar. Ya estás aquí. Me enfadaré si te vas".
Los ojos de Miranda se llenaron de gratitud y abrazó a Katie con fuerza. "Gracias", susurró.
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