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FICCIÓN DEL DÍA: EL BOSQUE SE LA LLEVÓ
Hace diez meses, Emma, embarazada, desapareció en el bosque durante una excursión. Su marido, Jordan, nunca dejó de buscarla, jurando que si tenía que atravesar el infierno para traerla a ella y a su bebé a casa, lo haría. Pero él no sabía una cosa: este bosque no devuelve lo que se lleva... no fácilmente.
Las jóvenes vetas plateadas del crepúsculo devoraban la espesura del bosque. Una estridente sinfonía de grillos chirriantes llenaba el aire frío, y los aullidos lejanos de algo que el hombre temía se acercaban cada vez más.
Detrás de él, unos pasos se acercaban. Alguien o... algo se acercaba sigilosamente, con sus zarpas golpeando el húmedo suelo del bosque. Jordan corrió tan rápido como le permitieron sus piernas...

Un hombre asustado corriendo por el bosque de noche | Fuente: Midjourney
Una rama de árbol le había desgarrado antes el muslo, dejando un rastro carmesí tras de sí. Cada paso era una agonía, pero seguía adelante, impulsado por un terror que le roía más profundamente que la carne y el hueso.
La hemorragia no se detenía. Pero no podía detenerse. No ahora. No cuando el implacable bosque que le rodeaba parecía respirar y cobrar vida con algo antiguo y hambriento.
A medida que el crepúsculo se hacía más profundo, las sombras se estiraban y retorcían, como si la vida y la muerte jugaran a un grotesco juego de resurrección. Algo le estaba dando caza. Algo que comprendía que la supervivencia era algo más que un imperativo biológico.
Jordan respiraba entrecortadamente, y cada inhalación era como un cuchillo afilado que raspaba sus pulmones en carne viva y ardientes. El teléfono, la brújula y el mapa se habían desprendido durante la persecución, engullidos por la oscuridad, como todo lo que se adentraba demasiado en aquel bosque prohibido.
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Toma nocturna de un bosque espeluznante | Fuente: Midjourney
La vista se le nubló por el cansancio. Las lágrimas y el sudor se mezclaban, creando un nebuloso paisaje de pesadilla que parecía palpitar y retorcerse a su alrededor.
Tenía las manos arañadas, con finos riachuelos de color carmesí que trazaban intrincados dibujos en sus palmas, mezclándose con el barro y los restos del bosque. La ropa se le pegaba a la piel empapada de sudor como una segunda membrana, fría y húmeda, mientras un viento helado le roía como dientes hambrientos.
No se atrevió a mirar atrás. Venía hacia él, al doble de velocidad que sus cansadas piernas. Una duda parpadeó en su mente como una llama moribunda. La misma pregunta que le carcomía vivo desde la desaparición de su esposa embarazada, diez meses atrás: ¿Estaría viva? ¿La encontraría... y a nuestra bebé?
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Toma trasera de un hombre aterrorizado corriendo por el bosque de noche | Fuente: Midjourney
Entonces, a través de los árboles, la vio.
Una vieja cabaña. Enclavada en lo más profundo del oscuro vientre del bosque donde nadie debería vivir.
Su silueta era una herida dentada en el crepúsculo, con las ventanas como ojos ciegos y vacíos que miraban fijamente a la oscuridad inminente. Se erguía como un centinela silencioso, guardando secretos más oscuros que las sombras que lo envolvían como un sudario funerario.
Jordan avanzó tambaleándose, con los pulmones agarrotados a cada respiración desesperada. Le dolían los músculos en señal de protesta y le ardían los ojos. Pero no tenía elección. O se arriesgaba a lo que fuera que le esperara en aquella cabaña o dejaba que lo que estuviera detrás de él le alcanzara.
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Una cabaña en el bosque | Fuente: Midjourney
Jordan supo con escalofriante claridad que lo que le perseguía era mucho peor que cualquier horror que pudiera acechar entre las paredes de aquella cabaña.
"¿Dónde estás, Emma?", gritó en el vacío. "¿Está... está bien nuestra bebé? ¿Y está viva?".
El recuerdo le golpeó como un martillo mientras arrastraba las piernas maltrechas por la hierba turbia, resbaladiza de barro y de algo mucho más oscuro. Un destello blanco... un grito que no era humano resonó en su cabeza. Y luego... silencio. Pesado. Un silencio inquietante le envolvió como un sudario.
Diez meses atrás...
Emma estaba sentada en el borde del asiento del automóvil, con los brazos cruzados sobre el suave arco de su vientre de embarazada. Tenía esa mirada, la que decía que no se tragaba su entusiasmo. Sus ojos, normalmente brillantes de esperanza, contenían ahora una sombra de aprensión, un instinto maternal que susurraba advertencias que Jordan no podía oír.
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Primer plano recortado de una mujer muy embarazada sujetándose el vientre | Fuente: Midjourney
"No lo sé, Jordan. Es que... ¿hacer una excursión tan profunda en el bosque? No creo que sea seguro. No entiendo por qué... pero todo esto me inquieta un poco". Su voz temblaba ligeramente, cada palabra era una suave súplica.
Él sonrió, con la esperanza de ganársela; su excitación era un intento frenético de alejar las sombras de sus miedos. "Vamos, Em. Es una excursión en equipo. No estamos solos. Y el médico dijo que el aire fresco es bueno para ti".
Su mano encontró su vientre y las yemas de los dedos rozaron el pequeño paquete de alegría: su futuro, su esperanza tras cinco años de espera e interminables visitas al hospital.
"Está bien. Pero si me resbalo, te culparé a ti". Su risa era frágil, entre la confianza y el terror.
Nunca deberían haber ido. Quizá Jordan debería haber escuchado a su esposa.
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Una mujer ansiosa sentada en el Automóvil | Fuente: Midjourney
La ventisca arreció con rapidez. En un momento estaban caminando por el sendero cubierto de nieve, con el blanco inmaculado extendiéndose ante ellos como un lienzo infinito de silencio. Al siguiente, estaban cegados por remolinos de nieve blanca y un viento ensordecedor que aullaba como el grito de una banshee, ahogando voces, borrando direcciones y tragándose mundos enteros.
Emma había estado detrás de él. Se volvió para comprobarlo. Pero... se había ido.
"¡¿EMMA?!", el grito de Jordan rasgó la violenta sinfonía de la tormenta. El pánico le atravesó como fuego líquido, quemando la razón y dejando sólo terror puro y desesperado.
Luchó contra la tormenta, cada paso era una batalla contra los vientos invisibles y asesinos. "¿Emma? Por favor, que alguien encuentre a mi esposa. Ella... está embarazada... por favor...".
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Un hombre aterrorizado de pie en un paisaje nevado | Fuente: Midjourney
Su bota chocó contra el hielo y resbaló. Cayó y rodó, y su cabeza se rompió contra algo duro, un sonido sordo y agudo a la vez, como la esperanza rompiéndose en un millón de fragmentos cristalinos.
Después, la oscuridad.
Cuando despertó, la tormenta había pasado. El silencio pesaba como un sudario funerario sobre el paisaje. Los demás lo encontraron: pálido, destrozado y convertido en un fantasma del hombre que había entrado feliz en la montaña con su mujer embarazada.
Buscaron a Emma durante días. Semanas. Y mucho después de que la esperanza debiera haberse desvanecido. Pero el amor de Jordan se negaba a abandonarla.
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Un hombre con el corazón roto | Fuente: Midjourney
Ella tenía que estar ahí fuera, en alguna parte; su corazón no aceptaría menos. ¿Cómo podía ocurrirle algo a ella si su corazón seguía latiendo?
Emma no era sólo su esposa. Era su latido. Su aliento. Ella y su bebé nonato eran todo su universo. Y Jordan destrozaría cada bosque, cada montaña y cada centímetro de este mundo para traerlos de vuelta.
Los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses. Dijeron lo que su corazón se negaba a aceptar. "No. Emma está ahí fuera, esperándome... con nuestra bebé", protestó.
Cada fin de semana, Jordan volvía al bosque, buscando y gritando su nombre al viento. Cada viaje era una peregrinación de dolor, cada paso una plegaria y cada momento un regateo desesperado con lo que fuera que los crueles dioses estuvieran escuchando.
Pero nunca la encontró. Y rendirse no era una opción. No para Jordan.
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Un hombre frenético llamando a alguien en el bosque | Fuente: Midjourney
Una ráfaga de brisa le golpeó como una bofetada. Suspirando profundamente, se lamió la grieta seca de los labios y entró tambaleándose en la cabaña, cerrando la puerta de golpe tras de sí.
Se desplomó contra ella, tragando aire, con el corazón traqueteándole en el pecho como un animal atrapado y frenético. Miró a su alrededor. El lugar no estaba abandonado.
La llama parpadeante de una lámpara de aceite proyectaba sombras danzantes por la habitación. En un rincón, una mesa de madera contenía los restos de una comida: un plato a medio comer, una taza manchada de café seco y un cuchillo abandonado descuidadamente a su lado.
Contra la pared del fondo había una cama deshecha, envuelta en una gruesa manta de piel de zorro desgastada por el tiempo, cuyas fibras enmarañadas susurraban inviernos brutales y noches largas e inquietas.
Junto a la puerta había un par de zapatillas de invierno hechas a mano, desgastadas pero meticulosamente cuidadas. Alguien vivía aquí. Recientemente. Íntimamente.
Entonces... BANG.
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Una cabaña habitada | Fuente: Midjourney
La puerta principal se cerró de golpe cuando Jordan se escondió detrás de un armario. Siguieron unos pasos, y algo más... algo pesado y húmedo se arrastró por el suelo de madera.
Tenía compañía, pero no del tipo amistoso.
La sangre de Jordan se convirtió en hielo, helándose en sus venas y bloqueándole. Sus dedos buscaron a tientas el objeto más cercano: una varilla de metal oxidado, cuyo peso era a la vez tranquilizador y totalmente inútil contra lo que fuera que hubiera ahí fuera. Entonces, su mano encontró la linterna.
Sus ojos se dirigieron a la trampilla de madera que había en medio del suelo. Sin pensarlo, la abrió de un tirón y se deslizó hacia la oscuridad, cada movimiento como una danza desesperada entre el silencio y la supervivencia.
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Una escotilla de madera en el suelo de una cabaña | Fuente: Midjourney
Respiraba a tragos agudos y superficiales. El aire era denso, húmedo... el aliento de la propia tierra, mohoso de secretos y podredumbre. El sótano era pequeño y polvoriento. Se apretó contra la fría pared de piedra, obligándose a permanecer en silencio, deseando que su atronador corazón se calmara, que se volviera invisible.
Entonces, un sonido.
Un ruido húmedo y chasqueante... como un débil quejido que brotó de un rincón oscuro.
Adelantó la linterna... y se quedó inmóvil.
UNA BEBÉ.
Envuelto en una gruesa manta dentro de una cesta, durmiendo plácidamente, totalmente ajeno al terror que lo rodeaba. Tan pequeño, inocente y completamente vulnerable. Alrededor de su diminuto cuello, un colgante brillaba en la penumbra, captando la escasa iluminación que existía en aquella tumba subterránea.
Los ojos de Jordan se abrieron de par en par, horrorizados.
El colgante de Emma. EL COLGANTE EN FORMA DE CORAZÓN DE SU ESPOSA. El que le había regalado en su primer aniversario. El que ella había jurado no quitarse jamás. El que tenía grabadas sus iniciales: "EJ".
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Un bebé con un colgante en forma de corazón | Fuente: Midjourney
Antes de que pudiera procesarlo, otro ruido le produjo una sacudida de terror, electrizando cada nervio y cada instinto. Las tablas del suelo gemían por encima.
Pisadas. Lentas. Deliberadas. Como si algo estuviera observando. Esperando. Y saboreando el momento antes de atacar.
Venía directo hacia la escotilla.
La puerta del sótano crujió al abrirse. El sonido era como el filo de un cuchillo... afilado, amenazador y cargado de una intensidad tácita.
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Un hombre aterrorizado mirando hacia arriba | Fuente: Midjourney
Jordan no vaciló. No esperó. Se abalanzó.
La barra de metal se balanceó hacia delante, chocando con algo sólido. Un gruñido. Un tropiezo. Carne encontrándose con metal. El sonido del impacto resonó en el espacio estrecho y húmedo. Entonces, una voz profunda, lenta y escalofriante pareció surgir de las propias sombras, suave como el aceite y fría como el primer aliento del invierno.
"Bueno... parece que tengo visita".
El agarre de Jordan se tensó, con los nudillos blancos y los músculos enroscados como muelles de acero. "¿Quién demonios eres?", ladró la voz.
El corazón de Jordan se estremeció. Pero sus manos no. Estaban firmes. El arma en alto y preparada.
El hombre se acercó y su rostro apareció en la penumbra como una pesadilla que va tomando forma lentamente. Era alto, enjuto, de complexión intermedia entre la de un depredador y la de un fantasma. Su barba, desaliñada y descuidada, contaba historias de aislamiento y lugares salvajes donde no se aplicaban las reglas de la civilización.
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Retrato de un hombre espeluznante que mira fijamente a alguien | Fuente: Midjourney
Sus ojos, sin embargo, eran afilados. Demasiado agudos. Inteligentes. Calculadores. No sólo miraban, sino que diseccionaban.
Sonreía. Una sonrisa que nunca llegó a aquellos ojos grotescos y disecantes.
"Me llamo Walter. Y estás en MI CASA". Cada palabra era una declaración territorial. Una advertencia.
Jordan levantó la vara, una barrera entre ellos. Entre la verdad y cualquier oscuridad que Walter representara. "¿Por qué lleva esa bebé el colgante de mi esposa?".
Se hizo un momento de silencio entre ellos.
Walter ladeó la cabeza, con un gesto depredador y calculador. Luego suspiró, como si la pregunta de Jordan fuera un leve inconveniente. "Bueno. Es una larga historia".
"Habla".
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Un hombre gritando a alguien | Fuente: Midjourney
Walter se apoyó en la pared del sótano, despreocupadamente, como si estuvieran hablando del tiempo. Pero había algo inquietante en su forma de hablar.
"Encontré a una mujer hace diez meses. Embarazada. Fría como el hielo". Dejó escapar un suspiro lento, casi melancólico. "Llevaba mucho tiempo solo... 20 dolorosos años. Este bosque se convirtió en mi hogar. Mi mundo dentro de un mundo que sólo había sido cruel conmigo. Y de repente, allí estaba ella... como un regalo enterrado en la nieve. Una segunda oportunidad". Sus labios se curvaron en algo que apenas parecía una sonrisa.
"Estaba viva. No recordaba quién era ni de dónde venía. La acogí. Le dije que era mía.... y me creyó. Vivió conmigo durante meses, creyendo que yo era su... marido".
Ladeó la cabeza, con los ojos brillantes. "Te sorprendería lo fácil que es reescribir el destino de alguien cuando ya no tiene nada a lo que aferrarse".
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Un hombre espeluznante riéndose | Fuente: Midjourney
A Jordan se le retorció el estómago. "Le mentiste".
Walter se encogió de hombros, con una despreocupación exasperante. "Me creyó. Al principio". Su mirada se ensombreció, algo salvaje y peligroso parpadeando bajo la superficie. "Hasta que dejó de creerme. Hasta que huyó. Pero me hizo compañía". Sus ojos se posaron en la bebé.
Jordan apretó la mandíbula, los músculos saltaron bajo la piel tirante por la furia. "¿Dónde está?".
En el momento en que Walter se rió, algo en el interior de Jordan se quebró. Meses de dolor y búsqueda y este momento de horrible revelación estallaron en violencia pura y calculada.
Cuando Walter se movió, Jordan vio su oportunidad. El hombre podía ser enjuto y de mirada aguda, pero era mayor y le había pillado desprevenido. Jordan se abalanzó, utilizando todo el peso de su cuerpo para golpear a Walter contra la pared de la cabaña. Su antebrazo presionó la garganta de Walter, cortándole el aire, inmovilizándolo con una fuerza nacida de la desesperación y la rabia.
"¿Dónde está? ¿Dónde está mi esposa? ¿Qué le has hecho?", gruñó Jordan, apretando con más fuerza.
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Un hombre furioso carbonizando a alguien | Fuente: Midjourney
Walter jadeó e intentó retorcerse, pero Jordan lo tenía bien sujeto. El hombre mayor resolló, momentáneamente aturdido.
"Se escapó hace dos días", dijo, con las uñas sucias clavándose en las palmas de las manos de Jordan.
Un golpe preciso y brutal en el costado de la cabeza de Walter pareció suficiente. Se desplomó contra la pared, aturdido pero respirando. Jordan no perdió ni un segundo. Sus manos se movieron con rapidez y encontraron un rollo de cuerda cerca del banco de trabajo.
Ató a Walter a una silla... con fuerza, como se sujeta a un perro rabioso.
Walter soltó una risita, imperturbable, con el carmesí goteando por la comisura de sus labios. "Buena suerte para encontrarla... pero no llegarás lejos", murmuró, con los ojos brillantes. "Los lobos de ahí fuera son hambrientos y despiadados".

Una manada de lobos en el bosque | Fuente: Midjourney
Jordan registró la cabaña. Encontró una pistola, una brújula y un mapa. Los cogió todos y levantó a la bebé en brazos. Su bebé. Su maravillosa creación y la de Emma.
El bosque susurraba con intenciones depredadoras. Algo les estaba dando caza... algo que quería devorar algo más que carne.
Jordan abrió fuego en la oscuridad, los disparos rompieron el siniestro silencio del bosque, un intento desesperado de mantener a raya a lo que acechaba en las sombras.
Los gritos asustados de la bebé atravesaron la noche. Jordan abrazó a la bebé, con su voz como un susurro desesperado de consuelo. "Shh, no pasa nada. Estamos bien. Papá te tiene. No dejaré que te pase nada, cariño".

Un hombre asustado lleva a su bebé de noche en el bosque | Fuente: Midjourney
Le ardían las piernas. La herida le palpitaba. Pero la supervivencia era el único lenguaje que importaba ahora. Jordan no miró atrás. Corrió tan rápido como le permitieron sus piernas.
Cinco horas.
Ese fue el tiempo que tardó en atravesar la gélida noche, con las piernas sosteniéndole a duras penas. Cada paso era una batalla contra el agotamiento, contra el oscuro bosque que parecía decidido a reclamarle a él y a su hija.
Entonces, entre las enmarañadas ramas, apareció un milagro.
Jordan aspiró con fuerza, apenas confiando en sus ojos. Pero allí estaba, la carretera, una franja de pavimento desierto que atravesaba la oscuridad infinita, y justo más allá, una luz parpadeante al borde de la carretera. Débil, apenas más que una brasa moribunda en la noche, pero suficiente.
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Una carretera desierta bordeando el bosque | Fuente: Midjourney
Casi le fallaron las piernas. Una risa temblorosa y aliviada salió de su garganta, pero se la tragó. Todavía no. No hasta que estuvieran a salvo.
Aferró a su hija más fuerte y le dio un beso tembloroso en la frente. "Ya casi está, cariño. Sólo un poco más".
Y con las últimas fuerzas que le quedaban, tropezó con la carretera, con las rodillas doblándose bajo sus pies. Las luces de neón y las sirenas aparecieron en la distancia, cortando la oscuridad infinita.
Intentó hablar, gritar, pero la voz apenas le salía de los labios resecos. "Ayuda...".
Se le nubló la vista. Su cuerpo cedió. Pero incluso cuando la oscuridad lo hundía, sus brazos permanecían alrededor de su bebé, lo único que se negaba a soltar.

Un hombre de pie en la carretera cerca del bosque mientras lleva a su bebé | Fuente: Midjourney
Cuando Jordan despertó, las luces fluorescentes le cegaron. El olor estéril del hospital y el pitido de las máquinas prometían seguridad.
"¡Llamad a la policía! Mi esposa... mi hija...", se levantó sobresaltado.
Una mano cálida se apretó contra la suya. "Estamos aquí".
Giró la cabeza y unas cálidas lágrimas salpicaron su rostro.
Emma estaba a su lado, con su hija en brazos. Las lágrimas surcaban su rostro como ríos de dolor, alivio y un viaje a través de la oscuridad que nadie debería atravesar jamás. Sus ojos tenían una profundidad que él nunca había visto.
"La policía lo ha encontrado", susurró. "Se acabó, Jordan. Estamos a salvo".
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Una mujer emocionada en una sala de hospital | Fuente: Midjourney
Jordan exhaló. Le ardían los ojos, pero no luchó contra ello. Por primera vez en diez meses, dejó que el alivio se apoderara de él. Las lágrimas se derramaron mientras Emma se aferraba a su camisa, con la respiración agitada. "No te recordaba, Jordan. No recordaba nada después de sobrevivir al desastre".
Tragó saliva con dificultad y sus dedos rozaron el colgante que llevaba en el cuello. "Me encontró y me curó. Me dijo que era mi esposo. Y yo... le creí. Veía tu rostro en mis sueños... todas las noches. Pero cada vez que le preguntaba, decía que no era nada. Sólo un sueño".
Dejó escapar una risa hueca. "Fui una estúpida. Pero entonces... hace dos días, todo volvió. Estaba en el bosque, cogiendo leña. Algo me persiguió... un lobo, tal vez. Corrí, tropecé y me golpeé la cabeza con un tronco. Cuando desperté... recordé... todo".

Un lobo feroz persiguiendo a alguien en el bosque | Fuente: Midjourney
Se le llenaron los ojos de lágrimas. "Pregunté por ti. Por nuestra bebé. Me agarré el estómago y...". Se le quebró la voz. "Se había ido, Jordan. Nuestra bebé había desaparecido. Estaba destrozada... hasta que me dijo que había dado a luz a una niña sana".
"Él lo sabía. Lo vio en mi cara. Así que la cogió y la encerró en el sótano. Dijo que si intentaba irme, no volvería a verla".
"Quería quedarme, Jordan. Pensé que si le seguía el juego, podría mantenerla a salvo. Pero sabía que así nunca la salvaría. No le haría daño, no de verdad. Ella sólo era un peón para mantenerme allí".
Su agarre se tensó. "Así que corrí... corrí a buscar ayuda".

Una mujer asustada corriendo por el bosque | Fuente: Midjourney
Emma sonrió y besó la frente de su hija. "El bosque me llevó, Jordan". Su voz se quebró como un delicado cristal a punto de romperse. "Pero tú me trajiste de vuelta".
Él tragó saliva y le agarró la mano. La mano que había buscado, con la que había soñado y que se negaba a soltar. "Siempre lo haría, Emma. Pagaría cualquier precio por recuperarte... aunque ese precio significara mi vida".
Jordan la acercó, con firmeza. Ella estaba aquí. Era real. Su bebé soltó una risita suave, un sonido que parecía la luz que se abría paso en una noche larga e interminable.
Más allá del cristal, el bosque se alzaba en la distancia, susurrando al viento, sus ramas moviéndose como dedos que tejen una historia invisible. Había tomado. Había devuelto. Y no había terminado de observar.

Vista desde la ventana de un espeluznante bosque que se vislumbra en la distancia | Fuente: Midjourney
He aquí otra historia: Daniel esperaba que un fin de semana en el bosque curara la creciente desavenencia entre él y su hijo, Caleb. Pero tras una acalorada discusión, Caleb se marchó enfadado y nunca volvió. Al caer la noche, Daniel recorrió el oscuro bosque siguiendo las huellas de su hijo... hasta que de repente desaparecieron sin dejar rastro.
Esta obra se inspira en hechos y personas reales, pero se ha ficcionalizado con fines creativos. Se han cambiado nombres, personajes y detalles para proteger la intimidad y mejorar la narración. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia y no es intención del autor.
El autor y el editor no garantizan la exactitud de los acontecimientos ni la representación de los personajes, y no se hacen responsables de ninguna interpretación errónea. Esta historia se proporciona "tal cual", y las opiniones expresadas son las de los personajes y no reflejan los puntos de vista del autor ni del editor.
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