logo
página principalHistorias Inspiradoras
Pastel de fiesta de género bellamente decorado con un interior rosa y azul | Fuente: Midjourney
Pastel de fiesta de género bellamente decorado con un interior rosa y azul | Fuente: Midjourney

Mi marido me dejó cuando estaba embarazada de gemelos, así que no esperé al karma y me vengué yo misma - Historia del día

author
09 mar 2025
23:45

Cuando le dije a mi marido que estaba embarazada, se quedó helado. Cuando vio la ecografía, le entró el pánico. Al día siguiente, había desaparecido: ni llamadas, ni rastro. Pero no iba a dejar que desapareciera. Necesitaba respuestas... y venganza.

Publicidad

Aquella mañana me desperté con un silencio inusual. Normalmente, mi marido, Max, ya estaba moviéndose por el apartamento: duchándose, haciendo café o murmurando las noticias.

Pero aquel día... nada. Abrí los ojos y me acerqué a su lado de la cama. Frío. Me incorporé y miré a mi alrededor. Su traje, que siempre estaba descuidadamente colgado sobre la silla, había desaparecido.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Salté de la cama y corrí al salón. Estaba vacía.

¿La cocina? Impecable.

Sobre la mesa del comedor había una sola hoja de papel blanco:

"Lo siento. No estoy preparada".

Publicidad

Leí esas cinco palabras una y otra vez, mientras mi cerebro se negaba a procesarlas.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

"¿Qué?", susurré.

Me invadió una sensación de hundimiento. Corrí hacia el armario, vacío. No había camisas, ni pantalones, ni siquiera sus zapatos.

¿Y en el cuarto de baño? Su colonia favorita, la crema de afeitar e incluso la toalla. Abrí de un tirón el cajón de la entrada. No había nada.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Publicidad

Había desaparecido. De verdad.

¿Por qué? ¿Cómo?

Repetí lo de anoche en mi cabeza.

Cuando le entregué a Max el sobre con la foto de la ecografía, lo cogió con cuidado. Al principio sonrió, pero luego... toda su cara cambió.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

"¿Estás... estás embarazada?".

"¡Sí! ¿No es maravilloso?".

Prácticamente estaba radiante de emoción.

"Pero... esto no lo habíamos planeado...".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Publicidad

"Lo sé, pero algunas cosas están destinadas a suceder, ¿no?".

Volvió a mirar la ecografía. Su mandíbula se tensó.

"Espera... ¿qué es esto?".

"Son gemelos, Max".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Me rodeó con los brazos, pero había algo en el abrazo que me parecía... extraño. Una esposa espera cierto tipo de reacción cuando comparte una noticia que le cambia la vida. Y no era ésa.

No me preguntó cómo me sentía. No me besó ni me dijo que lo resolveríamos juntos. En lugar de eso, se levantó.

"Necesito un poco de aire fresco".

Publicidad

Y se marchó.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Me había imaginado ese momento de forma tan diferente. Pensaba que estaba abrumado en el buen sentido, que tal vez volvería con un enorme ramo de flores o una caja gigante de bombones.

En lugar de eso, no volvió en absoluto.

Y en ese momento... me quedé allí de pie con un hueco en el estómago, aferrando mi teléfono.

Llamé una vez. No contestó. Dos veces. Tres veces.

"El número al que intenta llamar no está disponible en este momento".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Publicidad

Abrí mis mensajes. El último mío, enviado anoche:

"¡Estoy tan feliz! ¡Estoy impaciente por sentir sus primeras patadas juntos! ❤️".

Ni siquiera lo había leído.

¿La última de él? Antes de cenar:

"Llego tarde. No me esperes levantada".

En aquel momento no le di importancia. Trabajo, negocios, las habituales reuniones de última hora.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Pero después de que se hubiera ido... estaba viendo el patrón. Los madrugones, las ausencias inexplicables, el teléfono apagado por la noche. Me mordí el labio.

Publicidad

¿De verdad tiene miedo de ser padre? ¿O hay... algo más?

Me limpié las lágrimas de la cara. Estaba muy equivocado si creía que podía desaparecer sin decir nada.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

***

Al principio, pensé que Max sólo tenía pánico y que su miedo necesitaba tiempo para procesarse. Pero pasaron los días y no volvió.

Al cuarto día, mi paciencia se había agotado. Si Max no volvía, necesitaba saber por qué.

Empecé a limpiar. En parte porque el apartamento me resultaba asfixiante y en parte porque estaba decidida a encontrar algo.

Publicidad
Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Abrí el armario y empecé a ordenar lo poco que había dejado. Doblé, ordené y empaqueté, pero cada acción estaba impulsada por un único objetivo: encontrar respuestas.

Cuando llegué al cesto de la ropa sucia, saqué un montón de ropa que llevaba allí desde que le dije que estaba embarazada: su camisa, sus pantalones... y su chaqueta, que estaba al fondo del montón.

La misma chaqueta que llevaba aquella noche.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Publicidad

Me la llevé a la nariz e inhalé profundamente. Quedaba un leve aroma. Suave, floral, inconfundiblemente femenino. Y no me pertenecía.

No puede ser...

Le di la vuelta frenéticamente a la chaqueta, sacudiéndome las manos mientras rebuscaba en los bolsillos. Monedas sueltas. Recibos arrugados. Una servilleta doblada de un restaurante.

Y luego... algo que me cortó la respiración.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

¡Un recibo!

Mis ojos recorrieron los detalles. La compra no era nada especial, pero el lugar... allí estaba, una dirección pulcramente escrita en la mano de una mujer.

Publicidad

¿Y si se trataba de un recibo cualquiera? ¿Y si no significa nada?

Pero en el fondo, ya sabía la verdad. No era sólo una dirección. Era una pista. Y tenía la corazonada de que al final encontraría a alguien que tenía las respuestas.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

***

Aquella noche, me encontraba frente a una acogedora casita a las afueras de la ciudad. Respiraba entrecortadamente.

Llevaba treinta minutos observando. El tiempo suficiente para ver llegar a la mujer: rubia, al menos diez años más joven que yo. Había aparcado su viejo Jeep, sacado las bolsas de la compra y desaparecido dentro.

Publicidad

Más tarde, una luz cálida brilló en las ventanas. La vi moverse, preparando la cena.

¿Para ella? ¿O... para Max?

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Tenía que actuar mientras estuviera sola. Finalmente, di un paso adelante y llamé.

La puerta se abrió casi al instante y la mujer parpadeó, confusa.

"Hola", dije, con voz fría.

"Hola... ¿Te conozco?".

"¿De verdad que no?".

"No... ¿Debería?".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Publicidad

Pasaron unos segundos hasta que me di cuenta. No tenía ni idea de quién era.

"Soy la esposa de Max".

Palideció.

"¿Esposa?". Sus manos se agarraron al marco de la puerta. "Max... vendrá pronto, pero... deberías entrar", balbuceó por fin.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Entré y examiné la casa con la mirada. Sencilla, limpia, nada lujosa. Unas cuantas bolsas de la compra abiertas en la encimera, una cena a medio preparar en el fuego. Olía a ajo y romero.

Corrió las cortinas antes de servirme un vaso de agua. Luego cogió uno para ella y se lo bebió de un trago. Estaba más nerviosa que yo.

Publicidad
Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

"Soy Katie", dijo por fin. "Salgo con Max desde hace seis meses. Te juro que no sabía que estaba casado".

Casi se me escapa una risa aguda y amarga. En lugar de eso, me llevé la mano izquierda y me quité el anillo de casada. Lo coloqué en el centro de la mesa.

"Llevamos casados dos años. Y vamos a tener gemelos".

"Dios mío..."

Ella no lo sabía. Realmente no lo sabía.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Publicidad

Katie exhaló lentamente, frotándose las sienes.

"¿Cómo ha podido...?".

En ese momento, no éramos dos mujeres en bandos diferentes de una traición. Éramos dos mujeres en el mismo bando de una guerra.

Katie se inclinó hacia delante, con los ojos clavados en los míos.

"¿Qué vamos a hacer con él?".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Y así, una idea empezó a tomar forma. Una idea lenta y deliciosamente cruel. Levanté el vaso y bebí un sorbo.

"Creo que es hora de que Max pruebe de su propia medicina".

Publicidad

"Espero que te guste un poco de venganza con la cena".

"Claro que sí. Pero vamos a hacerla... especial".

Katie se inclinó más hacia ti. "Cuéntame más".

Y así fue como empezó todo.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

***

El salón zumbaba de risas y charlas alegres. El cálido aroma de la tarta de vainilla llenaba el aire, los globos de colores pastel se balanceaban suavemente cerca del techo y una pancarta dorada brillaba sobre la mesa de postres.

"Felicidades, futuro papá".

Publicidad

Las palabras brillaban bajo el suave resplandor de las luces, aumentando la ilusión de que se trataba de una celebración sincera. En realidad, era una trampa meticulosamente planeada.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Permanecí en las sombras, observando cómo Katie aceptaba cálidos deseos y abrazos. Ni un solo movimiento delataba que se trataba de una representación. Finalmente, Max entró.

"Vaya... ¿Una fiesta?".

Separó ligeramente los brazos, forzando una risita, pero pude oír el nerviosismo en su voz.

"¡Sorpresa!".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Publicidad

Katie prácticamente rebotó hacia él, rodeándole el cuello con los brazos.

"Quería que este día fuera inolvidable para ti".

"¿Inolvidable? ¿Para mí?".

Sus ojos recorrieron la habitación como si buscaran a alguien.

"Espera... ¿estás diciendo que estás embarazada?".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

"¡Oh, sí!". Katie sonrió. "¡Y esta noche, papá, ni siquiera es la mayor de las sorpresas!".

Le pellizcó juguetonamente el costado antes de que pudiera responder. Antes de que pudiera reaccionar, las mejores amigas de Katie, Megan y Sophie, aparecieron a su lado.

Publicidad

"¡Te hemos traído un regalo!", chilló Megan, poniéndole en las manos una caja brillantemente envuelta.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

La sala aplaudió mientras Max dudaba antes de desenvolverla. Le temblaron los dedos al sacar... Un paquete gigante de pañales para recién nacidos.

"Oh... vaya...", murmuró, manteniendo la compostura.

"Los vas a necesitar". Sophie le guiñó un ojo. "¡Y no te olvides de las toallitas! A los bebés les encanta escupir por todas las camisas recién planchadas".

"Y las noches en vela. ¡Te van a encantar! Diez despertares por noche, como mínimo".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Publicidad

"Pero es tan precioso cuando gritan a las tres de la mañana y tienes que mecerlos para que vuelvan a dormirse", suspiró Sophie soñadoramente.

Vi una gota de sudor resbalar por la sien de Max. Y entonces... llegó el Pastel. La habitación se quedó en silencio cuando Katie cogió el cuchillo y se lo entregó a Max.

"Deberías hacer los honores, amor. Echa un vistazo a quién te espera dentro".

Se acarició el vientre ligeramente acolchado (el detalle que habíamos planeado meticulosamente).

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Max vaciló, pero con tantos ojos expectantes sobre él, no tuvo elección. Arrastró el cuchillo por el suave glaseado, cortando las capas.

Publicidad

Al levantar el primer trozo, toda la sala se quedó boquiabierta.

Dentro, arremolinados, había DOS colores. Rosa y azul.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

"¿Dos?", murmuró Max.

Miró a Katie. Dio una palmada, radiante.

"¡Sorpresa! Vamos a tener gemelos!".

"¡¿Gemelos?!".

"¡Sí! ¡Y sabes, debe de ser el destino! Una vez me dijiste que tu abuela también había tenido gemelos, ¡quizá sea cosa de familia!".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Publicidad

Vítores, silbidos, risas. La presión perfecta y asfixiante.

Max abrió la boca, pero no salió ningún sonido. Las manos se le crisparon a los lados y los dedos rozaron los pantalones, como si tratara de ponerse a tierra.

"Esto... esto es tan... inesperado...".

"Pero siempre quisiste tener hijos, ¿verdad?". se burló Megan.

"¿Una familia grande y cariñosa?", añadió Sophie.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

"Y el doble de amor, el doble de diversión".

Max miró hacia la puerta. Estaba calculando su huida. Y entonces... el golpe final. Los padres de Katie se adelantaron.

Publicidad

"¡Hijo!", atronó su padre, poniendo una mano pesada en el hombro de Max. "¡Felicidades! Nos alegramos mucho".

"¡Oh, nuestros nietos!", su madre se enjugó las lágrimas de alegría. "¡Qué bendición!".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Max se estremeció. Dio un paso atrás. Luego otro. "Yo... necesito aire... ¡Necesito irme! No puedo..."

"¿Vas a algún sitio?". Di un paso adelante.

"No estarás huyendo otra vez, ¿verdad, Max?".

Exclamó Katie dramáticamente. "¡Oh, no! No después de todos esos discursos sobre ser un hombre de familia".

Publicidad

Max tragó saliva. "Esto... ¡era una trampa!".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

"¿Lo era? ¿O acabamos de revelar la verdad?".

Katie alargó la mano y cogió un buen puñado de glaseado de tarta. Sonrió con dulzura antes de ¡"splat"!

Se lo estampó en la cara. La sala estalló en carcajadas. Megan hizo lo mismo y cogió otro puñado. Sophie fue la siguiente.

"¡Uy! Se me ha resbalado la mano".

Max se tambaleó hacia atrás, limpiándose la escarcha de los ojos.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Publicidad

"¡Me... me has engañado!".

"No, cariño", ronroneó Katie. "Te has engañado a ti mismo".

Giró hacia la puerta, pero el padre de Katie se interpuso en su camino.

"¿Te vas tan pronto, hijo?".

Max estaba atrapado. Y nunca me había sentido más satisfecha.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney

Me ajusté el bolso al hombro, dispuesta a marcharme, pero me detuve el tiempo suficiente para disfrutar de la visión de él, cubierto de tarta, completamente expuesto.

"Ah, ¿y Max?", llamé por encima del hombro. "Disfruta de la atención. Te la mereces".

Publicidad

Y con eso, salí por la puerta, dejando a mi ex ahogándose en el caos que había creado.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Dinos lo que piensas de esta historia y compártela con tus amigos. Puede que les inspire y les alegre el día.

Si te ha gustado esta historia, lee esta otra: Nunca me consideré del tipo celoso. Tenía un trabajo estupendo, una vida estable y ningún motivo para dudar de mi relación, hasta que vi la foto. Un café acogedor. Dos sonrisas familiares. Y un único comentario que me heló la sangre. Lee la historia completa aquí.

Este artículo está inspirado en historias de la vida cotidiana de nuestros lectores y escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o lugares reales es pura coincidencia. Todas las imágenes tienen únicamente fines ilustrativos. Comparte tu historia con nosotros; tal vez cambie la vida de alguien. Si quieres compartir tu historia, envíanosla a info@amomama.com.

Publicidad
Publicidad
Publicaciones similares