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Niña sosteniendo un teléfono | Fuente: Getty Images
Niña sosteniendo un teléfono | Fuente: Getty Images

Lo que un teléfono celular le hace al cerebro de tu hijo — Todo lo que necesitas saber

El uso excesivo del celular en niños y adolescentes no solo cambia sus hábitos: transforma su cerebro, sus emociones y la forma en que se relacionan con el mundo. Expertos en neuroeducación y psiquiatría explican cómo afecta esta herramienta cotidiana a sus hijos.

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El teléfono móvil ha pasado de ser una herramienta útil a convertirse en un refugio emocional, una extensión del cuerpo y, en muchos casos, una fuente de aislamiento. Para los niños y adolescentes, su uso excesivo tiene consecuencias profundas, tanto a nivel cognitivo como emocional.

Así lo advierten el psiquiatra Carlos Vera, vocero de EsSalud, y la pedagoga especialista en neuroeducación María Couso, en entrevistas recientes para Radio Nacional del Perú y Cadena SER.

Chico mira la pantalla de un teléfono | Fuente: Getty Images

Chico mira la pantalla de un teléfono | Fuente: Getty Images

El cerebro y el celular: lo que sucede internamente

Carlos Vera , en declaraciones a Radio Nacional, afirmó que los adolescentes pueden pasar entre dos y cinco horas diarias conectados a redes sociales, mientras que el tiempo que dedican a su familia apenas alcanza una hora.

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Según el especialista, estas plataformas se han convertido en su principal medio de comunicación, manejado de forma privada y con su propio lenguaje. Pero más allá del comportamiento social, el celular también impacta su desarrollo cerebral.

Vera explicó que el uso del celular, especialmente antes de dormir, afecta directamente el sueño. "La luz azul activa la amígdala cerebral, responsable de la ansiedad, e impide que se active el lóbulo frontal, que regula las decisiones", advirtió.

Papá mirando un teléfono con su hijo | Fuente: Getty Images

Papá mirando un teléfono con su hijo | Fuente: Getty Images

Añadió que esto interfiere con el ciclo circadiano: "La recomendación es dejarlo antes de acostarse para que baje la dopamina y el cuerpo entre en un sueño natural".

La pandemia y el aumento del uso digital

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Vera también señaló que la pandemia marcó un punto de quiebre. “Nos vimos obligados a recurrir a la tecnología y esto reforzó su dependencia a los dispositivos”, afirmó.

Hoy, muchos adolescentes no pueden concebir su día a día sin pantallas, y eso ha reforzado un vínculo que puede ser perjudicial si no se regula.

Chico mira la pantalla de un teléfono | Fuente: Getty Images

Chico mira la pantalla de un teléfono | Fuente: Getty Images

Además, explicó que ciertos signos deben ser señales de alerta para los padres: "Si hay aislamiento, ansiedad, preocupación excesiva por la imagen, debemos prestar atención. Muchas veces, los problemas no son ellos exclusivamente, sino nuestra falta de conexión como padres".

“Cerebro y pantallas”: emociones anestesiadas

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María Couso, en su libro “Cerebro y pantallas”, advierte que muchos padres han normalizado el uso del móvil para calmar las rabietas de sus hijos. Sin embargo, esto tiene consecuencias importantes: "Estamos creando analfabetos emocionales", sentencia.

La pedagoga y especialista en neuroeducación narra un ejemplo habitual: una madre calma a su hijo pequeño con el teléfono en el supermercado. Años después, ese niño dependerá de la pantalla para autorregularse.

Niños jugando con sus teléfonos | Fuente: Getty Images

Niños jugando con sus teléfonos | Fuente: Getty Images

"Dar un móvil para calmar o anestesiar a un crío no enseña a regularse, ni a tolerar la frustración", advierte. Según la pedagoga, "la pantalla solo oculta la intensidad emocional y convierte a los chavales en potenciales adictos y mucho más reactivos la próxima vez que quieran algo".

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No es una cuestión de edad, sino de desarrollo

Couso destaca que el problema no se limita a la edad, sino al nivel de desarrollo del niño. En la adolescencia, el control de impulsos se ve naturalmente afectado, lo que los hace vulnerables frente a los contenidos digitales.

“Los adolescentes son muy susceptibles, todo les afecta enormemente. Esto los convierte en carne de cañón para las grandes tecnológicas”, explica.

Niño jugando con su teléfono | Fuente: Getty Images

Niño jugando con su teléfono | Fuente: Getty Images

La especialista también desmiente el concepto de "nativo digital": "Es un término social que no tiene nada de neurocientífico. La realidad es que el cerebro humano lleva sin variar los últimos 50.000 años".

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Alternativas y límites saludables

Como solución, Couso sugiere establecer acuerdos con los hijos: crear una especie de contrato para definir el tiempo de uso, las aplicaciones permitidas y el control parental. "Cuando tú le das un móvil a un hijo, se le abre la puerta a mil problemas", advierte.

También afirma que hay que evitar caer en extremos: ni la tecnofobia ni el culto a la tecnología son respuestas adecuadas. Lo ideal es guiar a los hijos en el uso responsable, consciente y limitado de las pantallas.

Niño jugando con su teléfono | Fuente: Getty Images

Niño jugando con su teléfono | Fuente: Getty Images

Reacciones de los usuarios

El debate en redes sociales no se ha hecho esperar. En Facebook, muchos padres han compartido sus experiencias personales y opiniones sobre este tema. Estas son algunas de las reacciones más destacadas:

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"Eso es muy cierto. Yo lo viví con mi hijo de apenas 9 años, pero gracias a Dios entendí que le estaba haciendo un grave daño. Ya no comía ni dormía, solo quería estar en el celular en la casa. Era como si ni existía, estaba muy mal en la escuela, pero ya eso pasó. Lleva más de un año y medio sin el celular. Me costó, pero con ayuda ahora es un niño diferente. Ya juega con sus juguetes. En la escuela lleva un buen promedio. Me costó, pero remedié mi error y el gran daño que le estaba haciendo", compartió un usuario.

Niño mirando su teléfono | Fuente: Getty Images

Niño mirando su teléfono | Fuente: Getty Images

"Entendamos, padres de familia. La luz de la pantalla les hace daño a su cerebro, y les afecta en su desarrollo. Y muchas horas no está bien. Haz conciencia. Qué generación estamos haciendo dependiente de un artefacto que les hace daño en todo [sic]", escribió otro.

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"Muchos niños de hoy en día ya vienen con problemas porque son hijos de padres demasiado jóvenes que ni ellos mismos se han desarrollado completamente. Qué educación van a dar", agregó otra persona.

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"Sí, eso es cierto. Cuando mis hijos tienen y han tenido dispositivos, por más que les ponía horas, ellos se pasaban de la hora porque como yo hacía varias cosas, ellos se quedaban en las pantallas. Ahora que no lo tienen, tienen la TV, se aburren, pero ahí hacen otras cosas. La verdad, las pantallas no son buenas… Alejemos a los bebés y niños de esos monstruos tecnológicos", dijo otro.

"Los celulares no son para niños. Son los padres los que se les hace fácil darles el cel. Ahora sufran las consecuencias", fue otro de los comentarios.

¿Estamos aún a tiempo?

Pese a todo, María Couso lanza un mensaje de esperanza: "Todavía estamos a tiempo, y debemos reflexionar y buscar soluciones proactivas en lugar de culparnos pensando que no lo estamos haciendo bien".

Varios niños mirando teléfonos | Fuente: Getty Images

Varios niños mirando teléfonos | Fuente: Getty Images

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Cambiar los hábitos tecnológicos dentro del hogar, establecer límites claros y fomentar el tiempo de calidad sin pantallas puede marcar la diferencia. El celular no tiene por qué ser el enemigo, pero sí debe ser una herramienta usada con conciencia y responsabilidad.

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