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Mujer descubre que marido le fue infiel en su propia casa y planea la venganza perfecta

Diego Rivera Diaz
14 mar 2018
08:57

Demasiadas personas no saben valorar lo que tienen en su vida. La fidelidad se ha convertido en un valor cada vez menos frecuente en nuestra era.

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Hoy en día, los matrimonios son tratados cada vez más como algo desechable, y las relaciones de pareja son más cortas e impersonales que nunca. La infidelidad abunda en la era digital, con consecuencias devastadoras en las vidas de las personas involucradas. Y es que el karma se asegura de que todo se pague.

Un ejemplo perfecto es la historia que te traemos el día de hoy. Dicen que quien hace mal, mal recibirá, y si bien la vida no parece siempre seguir la regla, hay muchísimos casos que así lo demuestran. Daniel y María llevaban 37 años de vida de pareja, y habían llegado al punto de quiebre.

Habían estado profundamente enamorados hace muchos años, pero Daniel, a pesar de tener una vida perfecta, no era feliz. Comenzó a tener un furtivo amorío con su secretaria, y luego de un tiempo, decidió simplemente echar a su mujer del hogar que compartían y vivir con su amante.

Imagen tomada de: Pixabay

Imagen tomada de: Pixabay

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En una atrincherada guerra legal mediada por abogados y cortes, Daniel consiguió quedarse con la casa, y obligó a su mujer a empacar sus maletas y partir para siempre del que fue su hogar por largos años, con apenas 3 días de antelación. María, devastada, decidió idear una brillante venganza.

En esos tres días, María efectuó su plan. Primero empacó todas sus posesiones, el primer día. Luego, mudó todo el segundo día a su nuevo hogar. El tercer día preparó una exquisita comida de caviar, vino blanco y camarones, con todo y velas.

Entonces recogió las cáscaras y pieles de los camarones y las escondió en los cortineros de la sala. Cuando María partió y Daniel comenzó a compartir el hogar con la secretaria, todo iba viento en popa, pero súbitamente el terrible hedor comenzó a hacerles la vida imposible y provocarles dolores de cabeza.

Intentaron deshacerse del olor, pero no daban con la fuente. Usaron aromatizantes, limpiador de cañerías y hasta llamaron especialistas en fumigación y limpieza, pero nadie logró hallar el ingenioso escondite de María, que bien conocía los recónditos rincones del hogar que limpió por décadas.

Los amigos de Daniel dejaron de visitarlo, y hasta su pareja prefirió volver a su propia casa por el fétido olor, que empeoraba cada día. Hasta la mucama renunció. Daniel eventualmente se dio por vencido, y optó por vender la casa. Tuvo que reducir el precio en 50% por el pésimo olor. Aún así, no pudo venderla.

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Al no poder contar con el dinero de la venta, Daniel tuvo que endeudarse profundamente para adquirir un nuevo hogar. Desesperado, no sabía qué hacer, hasta que un día María lo llamó de la nada, preguntándole cómo andaban las cosas. Daniel le contó de todos sus problemas, y ella escuchó con atención.

María entonces ofreció comprarle la casa, al estar cansada de tener que pagar alquiler. Daniel accedió a la propuesta, seguro de estar sacando provecho de la inocencia de María, aunque aceptó rebajar el precio a apenas 10% del valor de la propiedad.

Daniel y su secretaria, quien ahora era su novia, estaban muy contentos. No sólo salieron de la apestosa residencia, sino que se la dejaron a la exesposa. Y lo mejor de todo, la muy tonta les dejó quedarse con todos los muebles. Los sujetos de la mudanza les llevaron absolutamente todo: hasta los cortineros.

María ahora vive feliz en su hogar de toda la vida, por un costo irrisorio que cubrió con lo que le quedó del divorcio. Mientras tanto, Daniel sigue sin saber de dónde demonios viene ese olor.

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