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Pareja de ancianos podría perder su hogar tras ser garantes ante el banco para préstamo de hijo

Desde hace más de tres décadas, un matrimonio vive en una casa que fue adjudicada por la Junta de Andalucía en régimen de alquiler.

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Magdalena y José Luis, llevan prácticamente toda su vida en esa casa. Como parte de la ayuda social en la que estaban incluidos, pagaban solo 30 euros al mes.

Sin embargo, su situación ha cambiado y está en juego su estabilidad y tranquilidad. Resulta que su hijo invirtió en una casa y su madre lo avaló.

Ancianos de espalda. Fuente: Shutterstock

Ancianos de espalda. Fuente: Shutterstock

En los papeles, la mujer aparece como propietaria del piso y en consecuencia ya no tiene derecho a gozar del beneficio de una vivienda social.

Hace años, uno de los hijos del matrimonio compró una casa en la Carlota, Córdoba. Al no tener contrato fijo el banco no le otorgaban la hipoteca, así que Magdalena ofreció su nómina y firmó.

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Pareja de ancianos sentados. Fuente: Antena 3 Caputa

Pareja de ancianos sentados. Fuente: Antena 3 Caputa

Quizás esta decisión ahora le esté costando su tranquilidad, puesto que la pareja tiene un plazo de seis meses para abandonar su piso en el Campillo, en Huelva.

Ancianos durante una entrevista.  Fuente: Antena 3 Caputa

Ancianos durante una entrevista. Fuente: Antena 3 Caputa

El matrimonio ha intentado por diversos medios quedarse en la casa. Han acudido al ayuntamiento e incluso a los tribunales.

Hombre le habla al reportero. Fuente: Antena 3 Caputa

Hombre le habla al reportero. Fuente: Antena 3 Caputa

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El propósito es quedarse rodeados de sus recuerdos, su espacio, en fin ha sido su hogar durante muchos años. Sin embargo, a pesar de haber perdido la batalla en los tribunales, ellos aseguran que no se rendirán y continuarán luchado por quedarse allí.

Esta historia nos recuerda a la de una mujer de 66 años y su hijo discapacitado que se vieron obligados a vivir en un trastero por mucho tiempo.

Afortunadamente, ahora la familia encontró un hogar. Una asociación y una empresa conocieron su historia y decidieron costearle la estadía en un hotel por un par de semanas.

Según reseñó El País, la dueña les comunicó que debían marcharse porque ese espacio “no es lugar para dormir”.

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