Ninón Sevilla: vida y muerte de la rumbera del cine mexicano
Del séptimo arte en la nación azteca mucho se comenta y es que sin duda, es uno de los países latinoamericanos que más se dedica a la producción de historias para la gran pantalla. Viendo hacia su pasado, encontramos una época de oro con grandes personajes que son recordados aún hoy en día.
Es el caso, por ejemplo, de quien fuera la gran rumbera del cine mexicano: Ninón Sevilla, una figura imposible de olvidar. Su identidad real le daba el nombre de Née Emelia Pérez Castellanos a esta actriz, cantante y rumbera, que quería ser monja cuando niña y nació en La Habana, el 10 de noviembre del 1926. Llegaría a México para radicarse allí 20 años más tarde.
Su nombre artístico devino de su admiración hacia la escritora Ninón de Lenclos. Así lo confesó a la escritora Zoe Valdés, reseña EcoDiarios. En el escrito en el que confiesa su profunda admiración hacia la rumbera, Valdés también da un recorrido increíble por su vida llena de épicos momentos.
En esa entrevista telefónica, la inolvidable estrella se mostró tímida pero no dudó en recordar y contar las grandes glorias de su vida. Por ejemplo, el momento en que le dieron el premio por tener las mejores piernas del mundo. O el halago de que “no bailaba para la gloria, sino para el placer”.
Llegó a ser reconocida en Cannes y una de las cantantes más prestigiosas que recuerde el mundo, como lo es Edith Piaf, dijo que la cubana era su actriz preferida. Ambas se conocieron y ella, en esa entrevista relató la anécdota:
“Yo la había visto en su show, cuando yo iba a Nueva York, pero cuando ella vino por primera vez a México le preguntaron: ‘Madame, ¿qué quiere conocer de México?’ Respondió: ‘A Ninón Sevilla".
Pero antes de eso, hubo una niña. De su infancia, recuerda que era muy tranquila y sobre todo, muy querida por su abuela. Su deseo era ser monja, aunque después llegara a reconocer en la adultez que probablemente “hubiese acabado con el convento”.
Por ejemplo, hubiese hecho que todas bailaran. “Bueno, sí, como mismo puse a bailar a todo el mundo aquí en México. Fui la primera en llegar, traje a todo el mundo. Traje a Pérez Prado, puse a todo el mundo a bailar mambo, porque fui la que estrenó mundialmente ese ritmo. En el convento hubiese puesto de moda el mambo, o mejor, la rumba”.
Durante su trayectoria profesional, fue amiga de muchos. “Mira, te hablo con mi corazón, yo me llevé y me llevo bien con todo el mundo. Quise a todos mis compañeros de trabajo en todos los países en los que he estado. Es decir, que puse el nombre de Cuba muy alto. Y a todos los llevo en mi corazón”, confesó.
Aunque estuvo muchos años fuera de Cuba, siempre admitió seguir siendo “muy cubana”. De su ciudad natal recuerda:
“¡Ese Paseo del Prado todo iluminado! Yo me crié en La Habana Vieja, en la Avenida de las Misiones, frente al Palacio Presidencial, todo encendido. Y nací en Merced, esquina Habana. Era vecina de Cecilia Valdés (dijo entre risas). Era una Habana preciosa, muy alegre. Ese Malecón, ese cielo de Cuba. Puro oxígeno”.
La caracterizaron su sencillez, naturalidad y amabilidad. Era habitual que se llevara bien con todos, y por supuesto que le pusiera tanto ritmo a la vida. Algunas de las películas en las que participó fueron “La noches de Blanquita”, “Amor y pecado”, “Llévame en tus brazos”, “Perdida” y “Coqueta”, entre otras. Su favorita fue “Mulata”.
La icónica rumbera, la actriz llena de ritmos caribeños, falleció a los 88 años de edad, tras sufrir un infarto el 1 de enero de 2015, tal como informaron sus familiares a los medios de comunicación mexicanos.
Otra gran actriz recordada de esa época de oro fue Rosita Quintana, quien por cierto fue expulsada de un colegio de monjas. Nació en Argentina pero luego tomaría rumbo hacia México como migrante.
La actriz argentino-mexicana Rosita Quintana. | Foto: YouTube/Lucho Rios
Antes de ser una gran estrella del cine en el país azteca, fue expulsada del colegio por tocar tangos a escondidas en la escuela de monjas, con la guitarra que le había regalado su abuela. Tocaba tangos cada noche y animaba a las otras estudiantes. Sin embargo, la expulsaron alegando que esa música “era mundana y sexual”.