Camila O'Gorman y el cura Ladislao Gutiérrez: la historia de un amor prohibido
El abrumante sonido de los disparos de un fusil, fue el anuncio de que la vida había terminado para la joven de familia aristocrática que se enamoró de un religioso.
La historia de Camila O'Gorman y Ladislao Gutiérrez comenzó en 1843. Ella una joven de familia correcta y él un sacerdote asignado a la parroquia de Tucumán, provincia del noreste argentino.
Aunque ambos eran de familias pudientes y conocían las reglas de los adinerados, sin querer se enamoraron, pero en vez de vivir una intensa experiencia amorosa, su romance se convirtió en una pesadilla que acabó en tragedia.
Sacerdote vistiendo su traje eclesiástico. | Imagen: Pixabay
AMOR PROHIBIDO
Hace 171 años tener un amorío prohibido era una condena al fusilamiento, pero, aunque Camila y Ladislao lo sabían se convirtieron en amantes furtivos, sin embargo, su romance fue descubierto y les llegó la pena de muerte.
Aunque no son la única pareja que murió o morirá por amor, su cruda historia es recordada por millones de personas en Argentina que han escuchado la narración sobre los jóvenes enamorados.
Ella tenía solo 22 años y él 23. Cuando los sentaron frente al paredón había un tercero en camino. Sus cuerpos quedaron inertes tras el mortal impacto de las balas que entraron en su humanidad. Él murió primero y le siguió ella que llevaba en su vientre un bebé que se formaba, fruto de su amor.
Mujer joven vistiendo un traje rosa caminando por los pasillos de una iglesia. | Imagen: Pixnio
ANTES DE VERSE… ESCUCHARSE
Mucho antes de poder verse, ambos comenzaron a oírse. Camila llegaba al confesionario y le contaba, arrodillada, sus pecados.
Ladislao la escuchaba hasta el final. Prestaba atención a las intimidades que ella le revelaba en calidad de confesión.
Sin querer y en secreto, se fueron enamorando y comenzaron a verse a escondidas en lo que hoy se conoce como la Iglesia del Socorro, en Juncal y Suipacha.
En aquel entonces, la sociedad estaba dividía entre Unitarios y Federales. Los seguidores de Juan Manuel de Rosas (principal caudillo de la provincia de Argentina entre 1835 y 1852) eran los Federales y siempre llevaban un distintivo colorado que indicaba su filiación política.
Sacerdote celebrando una misa con la Biblia en su mano. | Imagen: Pixabay
ERA UNA CORRUPCIÓN DE COSTUMBRES
El amorío entre Camila y Ladislao era una corrupción a las costumbres de la época y cometer un acto en contra de la sociedad era un gran delito.
Cuando Rosas supo del romance entre la joven y el cura los tildó de impíos.
"Ha llegado al extremo la horrible corrupción de costumbres bajo la tiranía espantosa del Calígula del Plata que los impíos y sacrílegos sacerdotes de Buenos Aires huyen con las niñas de la mejor sociedad, sin que el sátrapa infame adopte medida alguna contra esas monstruosas inmoralidades.”
Lo cierto era que mientras Camila le confesaba al Padre Ladislao que moría de amor y él le decía que eso no era malo, el deseo entre ambos comenzaba a desbordarse.
Ya no se trataba solo de lo que ella sentía, sino de él sucumbiendo al deseo prohibido. Parecía amor verdadero, pero la sociedad solo lo veía como el más atroz acto en contra de las buenas costumbres.
Mujer joven orando con un rosario entre sus manos. | Imagen: Pixabay
HUYENDO AL MATRIMONIO ARREGLADO
Camila se enamoró del cura del pueblo y con ese sentimiento latente le huía a la idea de casarse en un matrimonio arreglado por sus padres.
Adolfo, el papá de la joven, fue quien los acusó con Rosas y se convirtió en uno de los más temidos perseguidores de la pareja cuando huyó para poder vivir plenamente su amor.
El 12 de diciembre de 1847 fue el último día de su secreto. Se fugaron juntos y ya no hubo nada que esconder.
Hombre joven llorando en la oscuridad. | Imagen: Max Pixel
NUEVA IDENTIDAD
Ladislao se cambió el nombre por el de Máximo Brandier y Camila se hizo llamar Valentina Desan. Para ellos su plan era sencillo, escapar a caballo por Luján, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones, y finalmente Brasil, donde vivirían tranquilos y se casarían.
Pero una parada de trabajo en Corrientes anunció su final. El 16 de junio Ladislao se encontró con un sacerdote irlandés que conocía su verdadera identidad. Al día siguiente fueron apresados y, por orden del mismo Rosas, trasladados por separado a la prisión de Santos Lugares, en la Provincia de Buenos Aires.
Incomunicados, sin saber nada del uno y del otro. Camila le pidió ayuda a la misma hija de Rosas, quien era su buena amiga. Ella le dijo que no se rindiera, que la ayudaría, pero parece que la colaboración nunca llegó.
Con su amor intacto, Camila confesó que no se arrepentía, pues ella no había atacado al régimen ni había iniciado una subversión. Simplemente escribió una historia de amor.
Mujer joven llorando con su mano sobre la ventana. | Imagen: Needpix
Sin embargo, ya su suerte, o, mejor dicho, mala suerte, ya estaba escrita. Con una venda en los ojos, uno al lado del otro, fueron fusilados y con el ¡bamg, bamg! de los disparos, los gritos de angustia de algunos pobladores retumbaron en el pueblo.
Antes de morir, sin poder verse, sabían que morirían juntos. Que seguirían unidos en el cielo, ante Dios.
Su hora final llegó el 18 de agosto de 1848, cinco años después de haberse conocido.
La historia de esta pareja nos hace recordar la de los actores Ramón Gay y Arturo de Córdova, quienes presuntamente tenían una secreta relación amorosa que terminó en tragedia. Conoce su historia aquí.