Enfermera rompe en llanto: tuvo que dejar a su hija y siente que la castigan por ayudar
Devon Nicole Oechsle tiene 30 años y vive en la ciudad estadounidense de Bryan, Texas. Ella es enfermera, y su marido bombero/paramédico, por lo que se encuentran ambos muy expuestos al COVID-19. Han tenido que enviar a su hijita de tres años y medio a vivir en casa de una amiga de la familia.
La publicación de Devon muestra a la joven madre con el rostro húmedo y amoratado por el llanto. En el largo texto que acompaña a la fotografía, esta enfermera texana ha dado algunos detalles sobre el difícil momento que atraviesa la familia.
”Jason y yo tuvimos que tomar la muy difícil decisión de enviar a Ellie esta noche y estar separados de ella quizás por un mes, para enviarla a lo de mi maravillosa amiga Anita, quien no dudó en cuidárnosla. Y Ellie ama a la ‘Señorita Nita’”, refiere.
Cuenta también que su trabajo como enfermera la hace estar en contacto cotidiano con pacientes infectados con COVID-19. Y lo mismo ocurre con Jason, su esposo, quien trabaja como paramédico del cuerpo de bomberos.
Por muchas precauciones que se tomen en centros de salud y equipos de emergencia, el riesgo de que alguno de ellos se contagie el coronavirus es grande. El de llevarse a casa sin querer algún elemento o prenda contaminado también.
Los Oechsle temen lo que podría ocurrir si la pequeña Ellie llegara a entrar en contacto con el virus por causa de sus trabajos. Por este motivo, la pareja ha debido tomar la decisión desgarradora de pasar lo que dure la crisis lejos de la pequeña.
“Este es el rostro de alguien que se siente castigada por tratar de ser la 'buena persona'. Mi trabajo como enfermera es eso, mi trabajo, nunca jamás siento que sea algo loco o especial o merecedor de elogios. Jason siente lo mismo sobre su trabajo como bombero/paramédico”, expresó.
Para la joven madre, es un costo muy alto el que lleva la pandemia. Cuenta, además, que no es la única, y que sus colegas con hijos también han debido separarse de ellos para protegerlos.
“Tengo que alejar a mi niña de 3 años y medio. No podré visitarla. No podré abrazarla. No podré arroparla por las noches. Tenemos FaceTime, y eso es todo”, lamenta.
Lo importante ahora, expresa, es poner el cuerpo para contener el daño de la pandemia, y que el personal de salud esté allí para quien lo necesite en estos tiempos difíciles. Instó a todos a ser cuidadosos con la cuarentena y aislarse: “Mientras más rápido se termine esto, antes podrá venir mi hija a casa.”