Una enfermera tiene que pasar la cuarentena en el sótano de un hotel tras contagiarse de COVID-19
Mamen Martín tiene 51 años y es auxiliar de enfermería. Ha trabajado a destajo durante la pandemia de COVID-19, hasta finalmente contraer ella misma la enfermedad. La Consejería de Sanidad no ha reconocido sus esfuerzos y la ha aislado en muy malas condiciones.
Antes de dar positivo por coronavirus, Mamen Martín trabajaba larguísimas horas en el frente de batalla contra el COVID-19. Hace quince años que trabaja todas las mañanas en la Fundación Jiménez Díaz, y por la tarde en el Hospital San Carlos.
Con su trabajo mantiene a una familia numerosa: su marido, que es obrero y se encuentra sin trabajo por la cuarentena, sus tres hijos y un nieto adolescente. Todos ellos la esperan en Méntrida, un pequeño pueblo toledano.
Por la pandemia, y dado que su hogar no posee las condiciones necesarias para el aislamiento que su profesión requiere en esta coyuntura, solicitó, como muchos sanitarios del mundo, dormir en un hotel durante la cuarentena. Y desde el 3 de mayo estaba alojada en un hotel a dos minutos de la Gran Vía, junto con otros trabajadores de la salud.
"Aquel hotel era perfecto. Teníamos de todo, pero claro, no estábamos contagiados", cuenta.
50 días más tarde, tras atender y contener a muchos pacientes en su último suspiro y hacer jornadas laborales muy intensas de hasta 17 horas, aislada de los suyos, Mamen dio positivo por COVID-19. Y todo cambió.
Ojos de enfermera con cofia y tapabocas. | Foto: Pxfuel
En el hospedaje donde se encontraba, le informaron que debido a su condición debería retirarse. Quisieron enviarla a su casa. "¿Cómo? Pero si estoy aquí es para no contagiar a mi familia", protestó ella. Una hora más tarde, la enviaron a otro hotel.
Para pasar las 24 horas de su día durante al menos 15 días, el tiempo mínimo para que el virus se retire, la enviaron a una pequeñísima habitación en un sótano. 8 metros cuadrados, una cama de 90cm, un pequeño escritorio, un baño y una ventana con 14 barrotes y sin persianas ni cortinas para protegerla del sol.
Enfermera. | Foto: Pxfuel
"Me siento como una m***, como si no valiese nada. El primer día sufrí un ataque de ansiedad", relató a El País.
Contó que ante su protesta por la luz que no le permite siquiera dormir, la respuesta del hotel fue darle bolsas de basura con las que cubrir las ventanas. Para colmo de males, la comida que le ofrecen es tal que muchas veces ni siquiera habiendo perdido el gusto y el olfato se atreve a comerla. "Es lo que hay", le respondieron cuando pidió un cambio.
Ropa de cama desordenada. | Foto: Pxfuel
“Después de todo lo que estamos pasando que te me metan aquí, aislada de todo, en un zulo, y que ni siquiera esté a gusto. Te sientes una m***. Una basura”, contó en una conversación telefónica. “Si caes mala te das cuenta de que no vales nada”.
Tras hacer pública su historia, El País se comunicó con la Consejería de Sanidad madrileña. Y finalmente accedieron a trasladarla a otro hotel con mejores condiciones a partir de esta semana.