Marla, la burra rescatada, recibió un 'inhalador' especialmente diseñado para ayudarla a respirar
Ahora Marla puede hacer sus actividades diarias sin sufrir por la obstrucción que tiene en las vías respiratorias.
Recientemente una de las habitantes de la Fundación Flicka recibió una máscara inhaladora que cambió en definitiva la manera en la que vive sus días. Marla, una burra rescatada, cómo la mayoría de sus 100 compañeros equinos residentes del santuario, sufre de problemas respiratorios.
UNA BOCANADA DE AIRE FRESCO
Tomando en cuenta las dificultades que la pandemia ha significado para todos, la empresa de equipo veterinario, "BreathEazy" se solidarizó con el refugio ubicado en Penryn, Cornwall, para entregarles dos equipos inhaladores "Flexineb", hechos especialmente para burros cómo Marla.
"Este ha sido un impulso maravilloso en un momento muy difícil para nosotros", comentó Claire Turnbull, vocera del santuario que está arribando a su 25 aniversario en medio del desafío que implican los tiempos que corren.
MOMENTOS COMPLICADOS
De acuerdo a "Metro", el refugio de animales depende principalmente de la donación de sus visitantes, por lo cual mantener sus puertas cerradas al público durante confinamiento, ha significado un gran reto para la administración de la fundación.
"Debido a las complejidades de la apertura durante la pandemia en curso, permanecemos cerrados y lamentablemente hemos tenido que cancelar todos nuestros próximos eventos del aniversario del Jubileo de Plata", compartió Turnbull al medio digital.
FELICES DE PODER AYUDAR
Por su parte, Jon Slattery, director veterinario de "BreathEazy" aseguró que está encantado de haber sido útil para la causa que defiende la Fundación Flicka al rescatar equinos en situaciones de maltrato o de abandono.
"Estuvimos encantados de poder donar un par de nuestros sistemas para los burros en el santuario. Nos encantan los burros y es un placer poder ayudar a una causa tan buena", apuntó el médico, según informó "Daily Mail".
Por suerte, historias como estas siguen inspirando a quienes, a pesar de las circunstancias, se mantienen firmes en su misión de preservar la vida animal cueste lo que cueste, tal y como lo ha hecho Paula Sotomayor, quien a sus 68 años de edad ha llegado al extremo de quedarse sin comer por alimentar a sus 21 perros.