Jonathan: la historia del hombre que fue secuestrado y alejado de su madre a la edad de 3 años
Hace 32 años un hombre se lo llevó frente a los ojos de su hermano mayor y nunca más supieron de él hasta el presente.
Jonathan Jiménez tenía tres años cuando fue secuestrado del patio de su casa en Bogotá, Colombia. Fue el 25 de septiembre de 1988 que el niño fue alejado de su madre y dado en adopción a una familia extranjera.
El suramericano fue criado por en Noruega. Él sabía que a los que conocía como sus padres, no eran sus progenitores, e incluso sentía su falta de afecto, debido a la forma fría en que se tratan los oriundos del país nórdico.
DE REGRESO A SU PAÍS
Su familia de origen nunca perdió la esperanza de encontrarlo. Su hermano Alfonso emprendió una incansable búsqueda que lo llevó hasta él en la nación escandinava.
El 7 de enero de 2020 regresó a su país y se reencontró con su mamá en la misma casa donde fue secuestrado cuando era solo un niño.
Aunque no recuerda nada de su vida inicial en Colombia, recuerda su estadía en un parque en Ibagué con las personas que lo adoptaron y guarda imágenes en su memoria de su corto tiempo en un orfanato.
Sin embargo, hay cosas que no le cuadran porque al parecer en el orfanato le dijeron que estuvo allí dos años y que lo encontraron cuando tenía uno, pero su familia tiene fotos de él cuando ya sumaba tres.
A Jonathan se lo robaron en septiembre y ya para noviembre había sido ubicado con su familia adoptiva que eligió Colombia sin ningún motivo especial aparente.
SU VIDA EN NORUEGA
En Noruega, Jiménez tuvo una vida tranquila. Vivía en un lugar con un amplio terreno, como si fuera una finca, pero sin animales. Aunque su familia adoptiva le brindó amor, siempre se sintió diferente porque sabía que no era el hijo biológico de sus padres.
Tiene una hermana procreada por sus padres adoptivos que es siete años mayor que él. En exclusiva para El Tiempo dijo que sentía que a ella le daban más afecto. Jonathan sabía que había sido adoptado en Colombia y aunque quería ser noruego, siempre se sintió muy diferente al resto de los niños que conocía.
A sus padres noruegos los describió como personas muy frías y cerradas. No hablaban de sus sentimientos ni establecían conexiones personales. Nunca le dijeron que lo amaban, a diferencia de lo que se experimenta en su tierra natal, donde los padres les dicen a sus hijos que los aman todos los días.
EXPERTO EN LEYES
Desde niño fue muy juicioso y buen estudiante. Eso le brindó la oportunidad de estudiar derecho en la universidad y luego conseguir un buen trabajo. Aunque siempre tuvo todo lo quería, había un vacío en su vida que ningún éxito profesional lograba llenar.
Fue así como comenzó la búsqueda de sus padres biológicos. Aunque la necesidad de estar con ellos despertó a los 18 años, no fue hasta los 30 que hizo algo por hallarlos. Antes se había ocupado con sus estudios y dejó de lado su deseo.
Sin saber nada de su familia real, para un cumpleaños se regaló un viaje a Colombia. Quería conocer su país. Intentó buscar el orfanato, pero ya no existía. Sin embargo, sí estuvo en el mismo parque en el que sus padres adoptivos le tomaron una foto antes de llevárselo a Noruega.
De sus padres noruegos se decepcionó porque sintió que no le brindaron el apoyo e información oportuna para que encontrara a su familia biológica.
En el proceso se hizo una prueba de ADN para rastrear sus vínculos sanguíneos, pero tampoco encontró nada. Cuatro años más tarde se repitió la prueba genética, pero en esta oportunidad para conocer enfermedades hereditarias.
Con esa prueba fue posible conseguir a otra persona que se había practicado el mismo estudio en el mismo lugar. Al poco tiempo recibió la información y resultados.
De acuerdo al ADN en común, le indicaron que habían encontrado a su medio hermano, tío o sobrino. Entonces decidió escribirle un correo electrónico a su hermano Juan. Cuando recibió su respuesta quedó en shock.
ENCONTRÓ A SU FAMILIA
Aunque su escepticismo lo tenía bloqueado, cuando su hermano comenzó a mandarle fotos de él y de sus otros hermanos y vio el parecido, supo que había encontrado a su familia.
Estaba pasmado pero feliz. Comenzaron a planear su reencuentro. Jonathan se reunió con Alonso en Noruega y después volvieron juntos a Colombia donde lo recibieron con música, alfombra roja y mucho amor familiar.
Su madre lo había extrañado mucho. A pesar del tiempo transcurrido nunca lo dejó de amar. Ahora Jiménez se siente agradecido con su hermano mayor y con su familia, la cual le dio una torta por cada cumpleaños que pasaron lejos de él.
En Noruega estaba viviendo una vida plena, llena de grandes cosas, pero no compara lo que ha experimentado en Colombia al poder ver nuevamente y compartir con sus seres queridos a los que no veía desde que fue secuestrado a los tres años de edad.